Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un día excitante.
El salón de clases estaba vacío, salvo por Mi-Ra y Joon-Ho. Con la luz del atardecer que se colaba por las ventanas le daba un aire íntimo al espacio, mientras las voces y los pasos de los estudiantes resonaban en los pasillos lejanos. Joon-Ho se inclinaba sobre el escritorio, revisando sus notas y los ejercicios que acababan de completar, tratando de ignorar la mirada fija de Mi-Ra desde el otro lado de la mesa.
—Joon-Ho, realmente eres un genio con las matemáticas. Nunca había tenido un maestro tan dedicado —dijo ella con un tono que bordeaba la coquetería, mientras jugueteaba con el bolígrafo entre sus dedos.
Él levantó la vista, ofreciendo una sonrisa leve pero profesional. —Gracias, Mi-Ra. Lo importante es que sigas practicando. Si necesitas algo más, puedo explicarte nuevamente.
Mi-Ra se levantó lentamente de su asiento y rodeó la mesa con movimientos calculados. Se detuvo justo frente a él, inclinándose ligeramente.
—¿Siempre eres así de formal? Relájate un poco, Joon-Ho. Estamos solos, ¿no? Ya no tienes más clases por hoy—dijo, su tono suave, pero cargado de intención.
Joon-Ho frunció el ceño, confundido y un poco nervioso. —Mi-Ra, no creo que sea apropiado...deberías ir a tu siguiente clase...
Antes de que pudiera terminar la frase, Mi-Ra se dejó caer de rodillas frente a él, colocándose entre su silla y el escritorio. Sus manos se posaron suavemente en sus muslos, y una sonrisa traviesa iluminó su rostro mientras lo miraba directamente a los ojos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó él, su voz apenas un susurro, lleno de pánico.
—Nada malo, solo me divierto un poco —respondió ella, deslizando lentamente sus manos sobre la tela de sus pantalones. Pudo ver al instante como su músculo sin huesos se tensaba debajo de sus pantalones.
Joon-Ho se tensó, mirando hacia la puerta como si esperara que alguien entrara en cualquier momento. Su mente se debatía entre detenerla o dejar que continuara. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, ella baja su zipper y se sirve el festín sin haberle dado su permiso.
—¡Mi....Mi-Ra! ¿Que crees que haces jovencita? ¡Ohh...espera, sácalo! ¡Esto no es un buen lugar! ¡Dios mío, me vas a matar del corazón así que detente!
En ese momento ellos escucharon pasos acercándose, pero Mi-Ra lo mete más profundo en su garganta debilitando todas las fuerzas de Joon-Ho. Solo pudo enderezarse y tomar una carpeta de su escritorio y cubrir más la cabeza de Mi-Ra quien sube y baja en su eje.
—¡Joon-Ho! ¿Estás aquí? —la voz de uno de sus amigos resonó desde la entrada, y un segundo después, la puerta se abrió.
Mi-Ra, con una sonrisa que bordeaba el desafío, sigue escondida detrás del escritorio, mientras Joon-Ho hacía un esfuerzo sobrehumano por mantener la compostura.
—¡Oh! ¿Qué tal, Ji-Sung? —dijo Joon-Ho, enderezándose en su asiento y colocando una hoja de ejercicios sobre el escritorio para aparentar estar trabajando, mientras suda frio.
—¿Qué haces aquí tan tarde? Pensé que ya habías terminado tus clases —preguntó Ji-Sung, cruzando los brazos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
—Sí... Ah..solo estaba revisando algunos ejercicios que...mmm... dejé pendientes. Nada fuera de, mmm... lo común —respondió Joon-Ho, con un tono que intentaba sonar despreocupado, pero no podía evitar jadear.
Mientras tanto, detrás del escritorio, Mi-Ra reprimía una risa. Desde su posición, no podía ver los zapatos de Ji-Sung pero cómo Joon-Ho movía nerviosamente las piernas, intentando mantenerla oculta. Divertida, decidió deslizar una mano por la ropa interior de Joon-Ho, acariciando sus dos esferas.
Él se tensó visiblemente, lo que no pasó desapercibido para Ji-Sung. —¿Estás bien? Pareces un poco... raro. Te ves rojo como tomate, deberías ir a casa y descansar.
—No, nooo. Todo bien. Solo un poco...mmm... cansado, Síiii..... supongo —dijo Joon-Ho rápidamente, apartando la mirada.
—Bueno, solo pasé a saludarte. Ah, por cierto, ¿has pensado en lo que te mencioné sobre el torneo de matemáticas? Creo que deberías participar.
—Sí, lo consideraré. Gracias por recordármelo —respondió Joon-Ho, deseando que su amigo se marchara pronto.
Finalmente, Ji-Sung se encogió de hombros y se marchó levantando una mano para despedirse —Está bien, no te molesto más. Nos vemos mañana.
—¡Ahhhh, mierdas! ¡Carajos! Me vengo!—murmura con un grito ahogado.
Cuando la puerta se cerró, Joon-Ho dejó escapar sus jugos en la boca de su estufiante, pero no tuvo tiempo de relajarse antes de que Mi-Ra emergiera de detrás del escritorio, riendo divertida, mientras se limpiaba la comisura de sus labios.
—¡Eso estuvo cerca! —dijo ella, con una sonrisa radiante, mientras tragaba su esencia.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¡Podrías haberme metido en un gran problema! —dijo él, claramente molesto, pero incapaz de ocultar del todo su nerviosismo.
—Relájate, Joon-Ho. Fue divertido, ¿no? Admito que verte tan tenso y sentir tus jugos fue lo mejor de mi día. Pero tranquilo, nadie sospechó nada.
Él la miró, sin saber si reprenderla o ignorarla. Pero lo que estaba claro era que Mi-Ra disfrutaba ponerlo en aprietos, y Joon-Ho comenzaba a darse cuenta de que lidiar con ella no sería nada sencillo.
Al siguiente día, el ambiente en la universidad estaba más relajado esa tarde, con los estudiantes ocupados en sus actividades y las aulas comenzando a vaciarse. Joon-Ho, después de terminar una clase larga y agotadora, decidió pasar al baño antes de regresar a su oficina. Caminaba distraído, revisando unos apuntes, cuando sintió que alguien lo tomaba del brazo.
Antes de que pudiera reaccionar, Mi-Ra apareció frente a él, con una sonrisa desafiante y esa chispa en los ojos que ya comenzaba a reconocer como una advertencia de problemas.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Joon-Ho, claramente sorprendido.
—Te necesito un momento —respondió ella, sin darle tiempo para resistirse. Con un tirón decidido, lo llevó hacia las escaleras de emergencia, asegurándose de que nadie los viera entrar.
El eco de sus pasos resonaba en el espacio cerrado mientras lo empujaba suavemente contra la pared. Joon-Ho la miraba confundido, tratando de entender sus intenciones.
—Mi-Ra, ¿qué significa esto? —preguntó, intentando mantener su tono firme, pero su voz traicionaba un leve nerviosismo.
—Significa que ya estoy cansada de esperar, Joon-Ho —dijo ella, acercándose hasta que apenas quedaban unos centímetros entre ellos.
Sin darle oportunidad de protestar, Mi-Ra lo besó. Fue un beso cargado de deseo, inesperado y dominante. Joon-Ho, atrapado entre la pared y la intensidad de Mi-Ra, intentó resistirse al principio, pero pronto sintió cómo sus defensas se desmoronaban.
Sus manos, que al inicio habían intentado apartarla, ahora descansaban en sus hombros, y por un breve momento, se dejó llevar. Mi-Ra aprovechó su vacilación para acercarse aún más, sus manos explorando con confianza mientras lo mantenía atrapado en su propio torbellino de emociones.
Pero entonces, como si un interruptor se activara en su mente, Joon-Ho se separó bruscamente, respirando con dificultad.
—¡No! Esto no está bien, Mi-Ra —dijo, su voz firme aunque cargada de frustración—Vas a hacer que me boten.
Ella lo miró con incredulidad, claramente molesta por su rechazo.
—¿Por qué no? ¿Qué tienes en contra de que dos adultos disfruten el momento? Siente botan yo te mantengo.
—No se trata de eso. Simplemente no podemos... no puedo hacer esto contigo. Hay cosas que no entiendes —respondió él, evitando su mirada mientras intentaba recuperar el control de sus emociones.
Mi-Ra retrocedió un paso, cruzando los brazos y observándolo con una mezcla de enojo y decepción. —Siempre tienes una excusa, Joon-Ho. Siempre encuentras una manera de mantenerme a distancia, pero luego no haces nada para detenerme cuando estoy cerca. ¿Qué quieres realmente?
Él no respondió, pero su silencio fue suficiente para enfurecerla aún más. Mi-Ra giró sobre sus talones, dirigiéndose hacia la salida de las escaleras.
—Ya veremos cuánto más puedes resistirte, Joon-Ho. Porque no pienso rendirme tan fácilmente —dijo antes de salir, cerrando la puerta con un golpe que resonó por todo el pasillo.
Mientras bajaba las escaleras, su mente era un torbellino de emociones. La mezcla de frustración, rechazo y deseo reprimido comenzaba a tomar forma en su cabeza, y una idea peligrosa surgió lentamente.
Si él no puede admitir lo que siente, entonces tendré que obligarlo a hacerlo. Y si eso significa llevar esto al extremo, que así sea