Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 7
Intenta acercarse, retrocedo y le digo:
_ Vete, nuestro contrato terminó aquí, no quiero volver a verte.
Él suelta una carcajada y dice:
_ Estás equivocada, nuestro trato apenas comienza, y tu cuerpo me está pidiendo a gritos, puedes decir lo que quieras pero aún te tendré en mi cama gimiendo en mis brazos.
_ Me tomaste por sorpresa, no volverá a suceder, no te quiero, no eres mi tipo.
_ ¿Quién es tu tipo? ¿Ese crío que acaba de dejar los pañales o tu capataz que debe oler a caballo?
_ No es asunto tuyo, solo tienes que saber que cualquiera de ellos es mucho más hombre que tú, que solo sabes dar órdenes y no te ensucias las manos.
_ ¿Eso es lo que piensas de mí? ¿Que no sé hacer lo que hacen tus hombres? Pues te aseguro que lo hago mejor.
_ Te creeré solo porque lo dices, ahora puedes irte que tengo mucho que hacer.
Le di la espalda y me fui con ganas de golpear a esa mujer insolente, pero cuando pienso en el beso!!!
Qué boca, hay una hoguera bajo esa mirada fría, si solo su beso me dejó así de excitado, ¿imaginas el resto?
Quiero sentir sus manos por todo mi cuerpo.
Pero por el momento me ha desafiado, le voy a demostrar que sé trabajar, voy a encontrar la manera de quedarme en esta granja unos días y le voy a demostrar a Beatriz que soy mucho más que un hombre de negocios.
Hace dos días que estuve en la Hacienda Esperanza y estoy teniendo que controlarme para no volver allí, antes del lunes, cierro los ojos y siento el sabor de la boca de Bia, nunca me había sentido así por ninguna mujer, creo que es porque me está rechazando.
Entro en casa y mi madre parece presentir que algo va diferente.
Cogí a Gabi en brazos y jugué un rato con ella, mi madre no dejaba de mirarme.
_ Habla mamá, puedes hablar.
_ ¿Qué ha pasado?
Sigo jugando con mi angelito y sin mirar a mi madre respondí:
_ No ha pasado nada, todo es normal.
_ Está bien, explícame qué haces en casa a las 3:00 de la tarde.
_ Me han dado ganas de veros a las dos, ¿no puedo?
_ Claro que puedes, te queremos mucho, ¿verdad Gabriela?
_ Sí, te quiero mucho papá.
_ Lo sé mi angelito, pero ahora papá va a trabajar un poco.
Le doy un beso a mi hija, se la entrego a mi madre que sigue mirándome y me voy al despacho.
Me siento en mi escritorio de caoba antigua, fue la primera pieza que compré cuando empecé a ganar dinero.
¿Cómo voy a hacer para hospedarme en casa de Beatriz?
Tiene que ser de una manera que no pueda rechazar, solo hay una persona que puede conseguirlo, su padre.
Pero, ¿qué le digo? ¿Cómo lo convenzo de que necesito estar en la finca una semana? Aunque no necesito excusas, solo tengo que decirle que quiero ver de cerca el manejo del ganado.