Es la historia de una joven madre, que fue separada de uno de sus hijos y juzgada por una implacable sociedad y más aún por su propia familia.
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Mi realidad
Ya termino el juicio, saber que tengo dos hijos fue algo impactante para mí, conocer a mi hija, una joven muy madura para su edad, ha adoptado mucho de su madre, es recta correcta y muy preparada, pude tratar de entablar una conversación con ella y supe que desea ser abogado penalista, muchos abogados en el tribunal le demuestra gran cariño, según y que desde pequeña la vieron en esos espacios acompañando a su madre. Lo único que me duele, que llame papá a otra persona.
Es otro abogado de aquí de New York, que es muy bueno en su oficio.
Astrid no es ni la sombra de aquella muchacha que le destruí la vida, es una hermosa mujer, párese una diosa del olimpo, el ridículo lo hice yo pensando que era una loca de la calle sin estudios ni preparación, en cambio, me encontré con una verdugos o una guillotina como la conocen, quiero reconocer a mis hijos y es una solicitud que mi abogado acaba de introducir a los tribunales, pero tengo que hablarlo con ella y con mis hijos, para que no sientan que es una imposición o que tengo algo más a espalda de esto.
Mi abogado me recomienda que me reúna con ella y de plantear la situación antes de llevar el requerimiento al Juez, ella es inaccesible es una mujer muy dura, pero hoy voy a su bufete para hablar del tema y espero me pueda recibir sin contratiempos.
Voy llegando a su despacho y veo a mi hija abrazada a ese hombre que llama papá, le está dando dinero, ella lo abraza y lo besa y sale corriendo feliz, el parece quererla mucho, tropieza conmigo y cuando voltea se quedó pálida y me pidió perdón, yo solo la sujete para que no callera y le dije hija no corras te puedes caer, ella solo me vio se sonrió y siguió su camino.
Su madre no me quitó la mirada de encima, me acerque y le pedí un momento para poder hablar con ella, la invite a una cafetería cercana para poder conversar y aceptó, el tal José Luis puso mala cara pero no dijo nada, llegamos y nos sentamos en una mesa al fondo del lugar, muchos abogados la veían y la felicitaron por el juicio, ella solo agradecía bajando con la cabeza, realmente es muy respetada en su entorno gremial, comenzó a preguntándome que quería, que cuál era mi insistencia, yo le hable como ella habla directamente. Le presente mi interes de darle a mis dos hijos mi apellido y poder pasar tiempo con los dos como lo que somos una familia, le expliqué el temor de Guillermo ante está nueva vida de la cual era inocente y de la cual nunca se imagino vivir.
Es que me cuenta lo que mi hija le había dicho y me pide que hable con Guillermo, para que pase más tiempo con ella que también necesita darle ese amor de madre que mi padre destruyó.
Ella me dice que hable con los muchachos y que sean ellos los que decidan, que ella lo respetará, pero que lo único que no aceptará que me lo lleve del país.Yo le dije que no era mi intención y que después de mi padre estar preso no podían dejarlo a su suerte, ni repetir su historia. Después de dos horas hablando, ella se puso de pie se despidió y salió del lugar.
Ver a esta mujer, despierta en mi un sentimiento, que no se cómo llamar, pero lo que si es que cada vez que la veo, siento una opresión en mi pecho que no se cómo descifrar.