Un amor que se enfrenta a problemas, desafíos, barreras. Un amor entre una bailarina y un multimillonario.
NovelToon tiene autorización de Joselyn Alejandra Roldan para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 12: Movimientos del Corazón
Los días que siguieron al desayuno y la visita a la oficina de Ethan marcaron un cambio sutil, pero innegable, en la relación entre Nia y él. Cada interacción parecía profundizar el vínculo que los unía, desdibujando las líneas entre sus mundos. Para Nia, Ethan representaba algo que nunca había tenido: una conexión auténtica más allá del arte. Para Ethan, Nia era un recordatorio constante de lo que significaba sentir con el corazón y no solo con la lógica.
Sin embargo, el peso de sus respectivas vidas no tardó en hacerse sentir. Una mañana, mientras Nia estaba en el estudio ensayando para una nueva función, recibió una llamada de Ethan.
—Hola, preciosa. ¿Cómo va todo? —su voz era suave, pero había algo en su tono que la hizo detenerse.
—Bien, aunque un poco agotador —respondió, secándose el sudor de la frente con una toalla—. ¿Y tú? Suenas… distante.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que él respondiera.
—Lo siento. He tenido un par de días complicados en el trabajo. El proyecto del que te hablé está llegando a un punto crítico, y… bueno, las cosas no están saliendo como esperaba.
Nia sintió un nudo formarse en su estómago. Aunque Ethan intentaba minimizarlo, podía sentir su tensión a través del teléfono.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? —preguntó, con genuina preocupación.
—No, Nia. Esto es algo que tengo que resolver yo. Pero solo quería escuchar tu voz. Hace que todo sea más llevadero.
Su sinceridad la conmovió.
—Siempre puedes llamarme, Ethan. Para lo que necesites.
—Lo sé. Gracias, Nia.
Colgaron poco después, pero el peso de la preocupación permaneció con ella. Esa noche, mientras descansaba en su apartamento, no pudo evitar pensar en él, preguntándose cómo podría aliviar su carga. Sabía que Ethan estaba acostumbrado a llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pero también sabía que incluso el hombre más fuerte necesitaba apoyo.
---
Esa misma semana, Ethan la sorprendió con un gesto que dejó a Nia sin palabras. Había conseguido entradas para una gala de beneficencia en un lujoso hotel del centro, un evento donde el arte y los negocios se entrelazaban para recaudar fondos para programas culturales. Al principio, ella dudó. No estaba acostumbrada a moverse en esos círculos, pero Ethan insistió.
—Eres parte de mi vida, Nia. Quiero que veas este lado de mí, aunque sea un poco caótico —dijo cuando le entregó las entradas.
Esa noche, Nia se encontró frente al espejo de su habitación, ajustando el elegante vestido rojo que había elegido para la ocasión. Era un diseño sencillo pero deslumbrante, que realzaba cada movimiento como si estuviera hecha para ella. Ethan pasó a buscarla, y al verla, quedó sin palabras.
—Estás… impresionante —dijo, con un brillo en los ojos que hizo que Nia se sonrojara.
—Tú tampoco luces nada mal —respondió ella, observando su impecable traje negro.
Llegaron al hotel, donde las luces brillaban como estrellas y la música llenaba el ambiente. La noche comenzó con discursos y presentaciones, pero pronto, Ethan se encontró rodeado por otros empresarios y filántropos que querían hablar sobre proyectos, negocios y conexiones.
Nia, mientras tanto, se sentía un poco fuera de lugar. Aunque varios asistentes se acercaron a felicitarla por su interpretación en el teatro, sabía que no encajaba del todo en ese mundo de palabras medidas y sonrisas calculadas. Aun así, se mantenía cerca de Ethan, apoyándolo con una presencia silenciosa pero constante.
En un momento de la noche, mientras Ethan hablaba con un hombre de aspecto imponente, notó que Nia se movía hacia la terraza, buscando algo de aire fresco. Se disculpó rápidamente y la siguió.
—¿Todo bien? —preguntó, acercándose a ella.
Nia, que estaba contemplando las luces de la ciudad desde el balcón, se giró hacia él con una sonrisa tranquila.
—Sí, solo necesitaba un respiro. Es… mucho —admitió.
Ethan se colocó a su lado, apoyando los brazos en la barandilla.
—Lo sé. Este mundo puede ser agotador. Pero estoy aquí contigo.
Ella lo miró, sintiendo el calor de su cercanía.
—Gracias por traerme, Ethan. Sé que no es mi ambiente, pero… me gusta estar a tu lado.
—Y a mí me encanta tenerte aquí. Eres como un ancla para mí, Nia. Todo lo demás puede ser caótico, pero contigo… todo tiene sentido.
Nia sonrió, pero antes de que pudiera responder, Ethan continuó:
—Quiero que sepas algo. Pase lo que pase con mi trabajo o con mi vida, quiero que estés en ella. No sé cómo explicarlo, pero contigo siento algo que nunca he sentido antes. Es como si todo lo que he construido finalmente tuviera un propósito.
Sus palabras la dejaron sin aliento. Había algo tan crudo y honesto en su declaración que no pudo evitar emocionarse. Extendió una mano hacia la de él, entrelazando sus dedos.
—Ethan, no soy perfecta. Mi mundo es complicado, mi vida está llena de desafíos. Pero si estás dispuesto a enfrentarlo conmigo, entonces yo también lo estoy.
Él sonrió, apretando su mano con ternura.
—Entonces estamos en el mismo equipo.
La noche continuó con más ligereza después de esa conversación. Ethan la sacó a la pista de baile, donde se movieron al ritmo de una suave balada, atrayendo la atención de varios asistentes. Sin embargo, ninguno de los dos pareció notarlo. Para ellos, en ese momento, solo existían el uno y el otro.
---
A medida que avanzaban las semanas, la relación entre Ethan y Nia floreció como nunca antes. Aunque ambos seguían enfrentando desafíos en sus respectivas vidas, encontraron maneras de apoyarse mutuamente. Ethan comenzó a asistir más a menudo a los ensayos de Nia, fascinándose con su dedicación y pasión, mientras que ella aprendió más sobre el mundo empresarial, incluso ofreciendo ideas que sorprendieron a Ethan y a su equipo.
Pero no todo era sencillo. Una tarde, mientras compartían un café en el apartamento de Nia, Ethan recibió una llamada urgente. Al colgar, su expresión era sombría.
—¿Qué pasó? —preguntó Nia, sentándose a su lado.
—El proyecto que mencioné… Está en peligro. Podría perderlo todo si no encontramos una solución pronto.
Nia lo miró con determinación.
—Entonces encuentra la solución, Ethan. Sé que puedes hacerlo. Eres brillante y tienes a las personas adecuadas a tu alrededor. Y pase lo que pase, estaré aquí para ti.
Sus palabras le dieron a Ethan una renovada determinación. Aunque sabía que el camino sería difícil, tener a Nia a su lado le daba fuerzas para seguir adelante.
Esa noche, mientras se despedían, Ethan la abrazó con fuerza, susurrándole al oído:
—No sé qué hice para merecerte, pero prometo que no lo daré por sentado.
Y Nia, rodeada por el calor de sus brazos, supo que, aunque sus mundos eran diferentes, habían encontrado una manera de bailar juntos entre las sombras y las luces.