Gabriel Moretti, un CEO perfeccionista de Manhattan, ve su vida controlada trastocada al casarse inesperadamente con Elena Torres, una chef apasionada y desafiante. Sus opuestas personalidades chocan entre el caos y el orden, mientras descubren que el amor puede surgir en lo inesperado.
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Una Propuesta Inesperada
Capítulo 14
El amanecer de un nuevo día en el ático de los Moretti llegó con una calma inesperada. Elena había decidido preparar un desayuno más elaborado esa mañana, quizás como una forma de compensar la intensidad de la conversación de la noche anterior. Sin embargo, mientras batía huevos y cortaba frutas frescas, sus pensamientos giraban en torno a Gabriel.
La confesión de su pasado la había dejado reflexionando. Ahora entendía por qué era tan controlador, por qué parecía vivir con una coraza permanente. Pero también sabía que detrás de esa fachada rígida había un hombre que aún buscaba algo más, aunque no lo admitiera.
Gabriel apareció en la cocina justo cuando Elena colocaba las tostadas sobre la mesa. Vestía un traje gris impecable y llevaba su acostumbrada expresión seria, aunque en sus ojos había algo diferente, un destello de curiosidad.
“¿Qué es todo esto?” preguntó, mirando la mesa servida.
“Desayuno,” respondió Elena, sonriendo. “Pensé que podríamos empezar el día con algo más sustancioso que café negro.”
Gabriel se sentó frente a ella, observando los platos con detenimiento antes de probar un bocado. “Está… sorprendentemente bueno.”
“¿Sorprendentemente?” Elena arqueó una ceja, fingiendo ofensa. “Soy chef, por si lo olvidaste.”
Gabriel dejó escapar una ligera sonrisa, algo raro en él, pero que Elena notó al instante. “No lo olvidé. Simplemente no esperaba que te tomases tantas molestias.”
“¿Molestias? Vamos, Gabriel, esto no es nada. Además, es bueno compartir algo más que miradas incómodas en casa.”
Él asintió, aunque parecía tener algo más en mente. Finalmente, rompió el silencio. “Esta noche tengo un evento de gala. Es para recaudar fondos para una fundación que apoyo.”
“¿Y eso qué tiene que ver conmigo?” preguntó Elena, aunque ya intuía hacia dónde iba la conversación.
“Quiero que me acompañes.”
Elena parpadeó, sorprendida. “¿Acompañarte? ¿Como tu esposa?”
“Eso sería lo lógico, considerando que lo eres.”
Elena dejó su tenedor y cruzó los brazos. “¿Por qué siento que esto tiene un truco?”
Gabriel suspiró, como si estuviera luchando por explicar algo que consideraba obvio. “Es un evento importante, y nuestra presencia como pareja fortalecerá ciertas percepciones públicas. Además, creo que podría ser… interesante para ti.”
“¿Interesante? ¿Ir a un evento lleno de personas engreídas y ricas? Suena encantador.”
“Sé que no es tu ambiente, pero podrías sorprenderte.”
Elena lo miró con escepticismo, pero finalmente cedió. “Está bien, iré. Pero solo porque me intriga ver cómo manejas tu mundo perfecto.”
La tarde pasó entre preparativos. Elena no era ajena a vestirse para ocasiones especiales, pero esta vez parecía diferente. Sabía que estaría bajo la mirada de muchas personas, incluida la prensa, lo que le generaba una mezcla de nervios y emoción.
Eligió un vestido negro elegante, ajustado en la cintura y con un escote sutil que acentuaba su figura sin ser demasiado llamativo. Su maquillaje era natural, pero sofisticado, y dejó su cabello suelto, cayendo en ondas suaves sobre sus hombros.
Cuando Gabriel la vio al pie de la escalera, por un breve momento pareció perder la compostura. Su mirada se suavizó, y Elena notó cómo sus ojos recorrían su figura, aunque él rápidamente recuperó su actitud impasible.
“Estás… impresionante,” dijo finalmente, con un tono neutro que no logró ocultar del todo su admiración.
“Gracias. Tú tampoco luces tan mal,” bromeó Elena, observando su traje perfectamente ajustado.
El evento se llevó a cabo en un salón de baile lujosamente decorado, con candelabros brillantes y mesas adornadas con flores frescas. Elena estaba impresionada por el despliegue de opulencia, aunque trató de no demostrarlo.
Gabriel, como era de esperarse, se movía entre los invitados con facilidad, saludando a figuras importantes del mundo empresarial y político. Elena, por otro lado, se sentía como una espectadora en un espectáculo ajeno, hasta que Gabriel tomó su mano y la presentó a un grupo de inversionistas.
“Señores, les presento a mi esposa, Elena.”
La palabra “esposa” resonó en sus oídos de una forma que la hizo sonreír, aunque todavía no se sentía del todo cómoda con ese título. Los hombres la saludaron cortésmente, y para sorpresa de Gabriel, Elena supo manejarse con gracia en la conversación, incluso bromeando sobre algunos tópicos de negocios que apenas entendía.
“Creo que tienes un talento escondido para esto,” le susurró Gabriel mientras se alejaban del grupo.
“Tal vez. Pero sigo pensando que prefiero mi cocina a este tipo de fiestas.”
Gabriel soltó una ligera risa. “Eso no lo dudo.”
La noche avanzó, y Elena comenzó a relajarse. Sin embargo, en un momento, notó a una mujer elegante, alta y rubia, que se acercaba a Gabriel con demasiada familiaridad.
“Gabriel, querido, cuánto tiempo sin verte,” dijo la mujer, colocando una mano en su brazo.
Elena observó la interacción con atención. Gabriel parecía incómodo, aunque intentó ser cortés.
“Hola, Victoria. Es bueno verte.”
“¿No me vas a presentar?” preguntó la mujer, mirando a Elena de arriba a abajo con una sonrisa que no era del todo amable.
“Victoria, esta es mi esposa, Elena. Elena, ella es Victoria, una antigua… conocida.”
Elena extendió la mano con una sonrisa fingida. “Un gusto conocerte, Victoria.”
“El gusto es mío,” respondió la mujer, aunque su tono sugería lo contrario.
Mientras Victoria se alejaba, Elena no pudo evitar preguntar. “¿Quién era esa y por qué sentí que quería matarme con la mirada?”
“Es… complicado. No te preocupes por ella,” dijo Gabriel, esquivando el tema.
Pero Elena no podía ignorar la sensación de que había algo más en la historia, algo que eventualmente saldría a la luz.
La gala fue un éxito en muchos sentidos, pero las tensiones no tardarían en aparecer, poniendo a prueba la conexión que ambos estaban comenzando a construir.