Otávio Montana—veintiséis años, para no perder su pequeña propiedad, acepta hacerse cargo del hijo de otro hombre...
Eloise Vargas—veintidós años, enamorada de un hombre que la dejó embarazada y se casó con otra...
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Capítulo 10
Meses después-- ¡Eloísa estaba en el séptimo mes de embarazo! Salió del centro de salud, compró un helado para refrescarse y se sentó a esperar a Octavio.
Ariel-- apareció allí y estacionó su Jeep Renegade. Se acercó a ella-- ¡Estás más guapa embarazada! Nunca me acosté con una embarazada, verte chupar ese helado me recordó a cuando me chupabas la p*lla.
Eloísa-- se levantó y dijo; ¡estás loco, ni siquiera sé quién eres! Respétame, ve a decirle esas porquerías a quien quieras, ¡ridículo!
Ariel-- ¿Qué has dicho, p*ta?
¡Octavio-- llegó! Y dijo: ¡no vuelvas a llamar p*ta a mi esposa, imbécil!
Ariel-- ¿Qué vas a hacer, capullo?
Octavio-- ¡El único capullo aquí debes ser tú! La próxima vez que le faltes al respeto le voy a romper la cara, ¡gilipollas! Sólo porque tienes dinero te crees el dueño del mundo, estás avisado, ¡maldito seas! Cogió a Eloísa de la mano y entraron en el coche.
Ariel-- también se fue explotando de rabia. ¿Quién se creía ese pobre desgraciado para hablarle así?...
De camino-- Eloísa, no le hice caso y le dije que me respetara.
Octavio-- tranquila, te escuché poniéndolo en su lugar...
Eloísa-- ¡Gracias por defenderme y creer en mí!
Octavio-- De nada. Eres mi esposa, siempre te defenderé...
Ambos sonrieron...
Eloísa-- estaba trabajando desde casa, con algunas pequeñas empresas, haciendo hojas de cálculo de cierre y otras cosas relacionadas con la administración. Consiguió comprar la canastilla del bebé, pronto llegaría la cuna, todo sencillo pero con amor. Ella ayudaba a pagar las cuotas de la hipoteca de la granja...
Octavio-- había contratado a una pareja para que viviera en la casa que tenía allí para el casero. Ella se ocupaba de la casa y demás y el hombre le ayudaba con el huerto.... ¡Eloísa también ayudaba en la casa por la mañana y por la tarde en su trabajo hasta la noche! Pronto tendría que contratar más trabajadores, ¡los pedidos iban en aumento!
Eloísa-- después del desayuno, le dijo a Lurdes que iba a arreglar la habitación de Octavio.
Lurdes-- De acuerdo, señora, por la tarde limpio el baño y paso la fregona.
Eloísa- está bien y se fue. Cambió las sábanas, la cubrió con la colcha, cogió la camiseta de Octavio y la olió. Un olor masculino que le provocaba ganas de ser tocada por él.
Octavio-- fue a su habitación a buscar otra camisa porque la otra se había mojado. Entró en la habitación y vio a Eloísa oliendo su camiseta.
Eloísa-- se sintió tan avergonzada que bajó la cabeza y no se movió del sitio.
Octavio-- cerró la puerta con llave y se acercó lentamente a ella. No tienes que avergonzarte por oler mi camiseta, somos marido y mujer, es normal sentir deseo... La agarró por la barbilla y la levantó, mirándola a los ojos color miel. Eres tan hermosa y cada día cambias un poco. A veces tengo ganas de tocarte y hacerte mía por completo. Sentir tu olor, tu sabor... besarte entera... Pero sé que amas a otro y jamás querría estar con alguien que desea a otro.... Cogió la camisa y salió...
Eloísa-- se sentó, ya no podía más...