Ji Eun había reencarnado en su novela bl favorita, en un personaje lamentable que apenas logra reconocerlo ¿Morirá como una simple extra? Odia la idea de tan solo pensarlo. Al saber la cura del príncipe heredero decidió mejor pedir disculpas después al protagonista con tal de poder proteger su vida.
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24 - Día del juicio, falsedad y abandono.
Al momento en que llegaron a la corte pudieron notar la sonrisa descarada de la emperatriz, iba completamente vestida de negra junto a su concubino. Sabía que iba a ganar, según ella.
Roxana se sentó al lado de su padre como apoyo, le tomó la mano y le sonrió. Estaría para él siempre.
“Buenos días”. Entró el juez a la sala. La tensión se sentía por toda la sala.
“Empezamos con el juicio. Empezamos con la defensa del archiduque, explique por qué de la demanda”. El juez hizo sonar mazo qué tenía al lado.
“Su señoría, como usted sabe nosotros hemos estado al mando de su majestad durante tres años seguidos debido al estado de salud del emperador. Durante todo este tiempo ella ha reunido el suficiente poder político para gobernar por si sola ¿Quién cuenta con más poder político? Mi cliente, su señoría, Gian es un héroe de guerra que ha sido reconocido desde antes de la emperatriz. Acusamos a la emperatriz de un intento de asesinato para deshacerse de la única fuerza política que ella no controla, porque mi cliente solo sirve al emperador”.
“Objeción su señoría”. El juez asintió.
“Como abogado de la contra parte, debo señalar que hay un error en lo que dice quienes acusan a nuestra humilde emperatriz de matar al archiduque. ¿Cómo la emperatriz dañaría al archiduque si es uno de los súbditos más leales del imperio?”.
“Objeción, su señoría. Como acabo de mencionar el archiduque sirve al emperador no a la emperatriz”.
“¿Eso quiere decir que sí el emperador le da la orden de matar a la emperatriz lo haría?”.
“Es una pregunta fuera de lugar, no nos perdamos del caso. Quien sufrió un intento de homicidio ha sido el archiduque no la emperatriz, aquí tiene una carta del templo en donde se muestra la gravedad de las heridas que ha sufrido el archiduque”. El juez ni siquiera puso atención en cuanto le fue entregado la carta, era obvio a quien servía.
“¿Es la única evidencia que les respalda?”. El abogado negó.
“Llamo a nuestro primer testigo, Rafael uno de los caballeros que traicionó la lealtad que decía tener al archiducado por la emperatriz”. El rostro de la emperatriz era furia pura al ver a Rafael subir al estrado, el juez permanecía en silencio.
“¿Jura por el imperio y la gloria de Dios decir solamente la verdad?”. Rafael asintió con una mano en el pecho.
“Lo juro”.
“Objeción, no hay evidencia que vincule a este hombre con la emperatriz. Solo quieren manchar su imagen”. El archiduque miro al abogado de la emperatriz con rabia, fulminandolo. Él solamente tragó grueso, sintió el miedo recorrer todo su cuerpo.
“Aquí están las cartas que la emperatriz le mandaba con las instrucciones de como debía matar al archiduque”. El rostro de la emperatriz se deformó aun más, tomando una expresión de ira y asombro.
“Señoria, pedimos un descanso para después continuar la sesión”. El juez asintió, planeaban matar a Rafael y deshacerse de las cartas, probablemente.
Roxana miró al mayordomo quien asintió y salió de la sala, en el momento en que iba a responder el juez entró el príncipe heredero.
“Si se toma un descanso tomaré yo el control del caso, tengo una carta del emperador que me da el poder”. Cassius le sonrió a Roxana mientras se acercaba hasta donde el juez en donde le mostró la carta. Los tenían acorralados.
“Esto no es posible”. El juez susurro para sí mismo, leyendo la carta y viendo la firma era evidente que si venía de parte del emperador. No podía ignorarlo.
“Como la emperatriz es la acusada la máxima autoridad soy yo por decreto real”. Ya había estado planeado, no podían darle un momento de descanso para idear planes a las ratas. Debían matarlas antes que corrieran.
El juez miraba a la emperatriz, ambos asintieron. La emperatriz fingió colapsar.
“La emperatriz se sentía mal desde la mañana”. Justificó el concubino.
“Qué bien que traje un sacerdote”. Respondió el príncipe heredero y en el momento en que el sacerdote se iba acercar la emperatriz "milagrosamente" se levantó. Ni siquiera intentaban disimular.
“Ya me siento mejor”. Sonrió falsamente a Cassius.
“Ya estaba preocupada por ti, madre”. La palabra madre fue pronunciada con sarcasmo, era obvio a quien apoyaba Cassius.
“Presento la siguiente acusación a la lista de delitos de la emperatriz en este juicio, el intento de homicidio a su majestad el emperador”. La sala quedó en silencio mientras los nobles susurraban entre ellos, era momento de coger partido. Ya era evidente quien perdería esta vez.
La emperatriz estaba estupefacta. Realmente no se la creía.
“Objeción, su señoría. Lo que dice el príncipe heredero no tiene sentido”. Cassius miro al juez esperando respuesta, solamente suspiró.
Ya era el momento del verdadero juicio.
“Denegado, no podemos ignorar el intento de homicidio hacia el emperador. Presenten la evidencia correspondiente y le tomaremos seguimiento después de la acusación del primer caso”.
La emperatriz estaba sin palabras, el juez no la miró en ningún momento. Había sido abandonada.