En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo I Ilusión
Valeria Ruiz, una joven de 19 años con una belleza dulce y natural. Su cabello largo y ondulado cae suavemente sobre sus hombros, enmarcando un rostro que irradia frescura. Sus ojos, grandes y brillantes, tienen un brillo especial que refleja su curiosidad por el mundo que la rodea. A menudo, se la puede ver observando a su alrededor, como si estuviera descubriendo cada pequeño detalle por primera vez.
Valeria tiene una personalidad alegre y soñadora. Le encanta leer novelas románticas y perderse en historias de amor perfectas, lo que alimenta su visión idealizada del amor. Su inocencia se manifiesta en su risa despreocupada y en la forma en que confía fácilmente en las personas, creyendo en lo mejor de cada uno.
Sin embargo, detrás de esa apariencia inocente hay una mente inquisitiva. Valeria siempre tiene preguntas sobre lo que la rodea; le fascinan las historias de vida de las personas y busca entender los matices de las relaciones humanas. Su curiosidad a veces la lleva a situaciones inesperadas, pero también le permite aprender rápidamente de sus experiencias.
Con un corazón lleno de sueños y esperanzas, Valeria se enfrenta al mundo con una mezcla de entusiasmo e ingenuidad, sin saber que su vida está a punto de dar un giro inesperado.
Punto de vista de Valeria
“Al fin llegó el día, hoy vendrá Andrés a hablar con mi papá y pedir mi mano”. Le dije a mi mejor amiga Sofía, mostrando con una sonrisa mi felicidad.
“Me alegra mucho por ti, sé lo importante que es Andrés para ti y que tu amor es sincero”. Respondió Sofía con una pizca de inseguridad en su voz.
“¿Qué pasa Sofía?, te noto preocupada”. Pregunte confundida.
“No es nada amiga, es solo que estoy cansada, anoche trabaje hasta tarde y está mañana me tocó madrugar para ayudar a mis padres en la granja”. La respuesta de Sofía tenía sentido, así que no quise seguir indagando.
“Siento mucho haberte sacado de tu descanso, pero ya estoy lista, ve y descansa y más tarde me escribes para ver cómo salieron las cosas”. Le dije a Sofía mirándola con empatía.
“Ok amiga, nos vemos más tarde, aunque creo que no tendrás tiempo para mí”. Dijo Sofía saliendo de mi habitación.
Sofía era mi única amiga en aquel lugar, en ese pueblo solo contaba con ella y se podría decir que con mi padre, quien a veces parecía que me odiaba y es que siempre me ha culpado del abandono de mi mamá, quien se marchó cuando yo tenía cinco años. Aleje esos pensamientos tristes de mi mente, en este momento lo importante era que el amor de mi vida iría por mí, nos casaríamos y seríamos felices por siempre.
Al quedar sola, me vi al espejo, llevaba un vestido floreado, ceñido al cuerpo en la parte de arriba, un cinturón que se ajustaba a mi cintura y la falda caía libremente a la altura de mis rodillas. Llevaba puestas unas zapatillas de tacón bajo. Mi cabello suelto caía sobre mis hombros. No acostumbraba a utilizar maquillaje, siempre andaba al natural, así que mi rostro se veía limpio y fresco.
Escuche que llamaban a la puerta de mi casa, salí a ver de quién se trataba, ilusionada pensando que era Andrés camine hasta la sala, encontrándome con mi padre hablando con un sujeto extraño. Este hombre apenas me vio se quedó mirándome de arriba abajo, eso me puso muy nerviosa, pues ese sujeto tenía una mirada intensa y oscura, se veía por encima que era un hombre de ciudad por la forma en la que iba vestido.
“¿Qué haces aquí?”. Me pregunto mi papá bastante molesto.
“Lo siento padre, pensé que era Andrés”. Respondí bajando la mirada. En mi pueblo las mujeres no podíamos contestar de manera altanera y mucho menos podíamos llevarle la contraria a nuestros padres. En pocas palabras era un pueblo de machistas, el único diferente era mi novio Andrés, él siempre me trataba bien y nunca quiso imponer sus pensamientos sobre mí.
“Lo siento señor Rizzo, por favor pase adelante”. Mi papá se veía muy amable con ese sujeto, el cual no dejaba de mirarme.
“No es una visita de cortesía, sabes a lo que vine”. Dijo el hombre con un aura fría a su alrededor.
“Lo sé señor, solo le pido que me dé algo más tiempo, le prometo que conseguiré su dinero”. Lorenzo mi papá se veía angustiado, yo no estaba entendiendo nada.
“Sabe que no suelo ir yo mismo por lo que es mío, está medida solo la tomo cuando siento que me están viendo la cara. Así que como sabe no me iré sin lo que me pertenece”. Respondió el tal señor Rizzo volteando a verme de nuevo.
Yo no me atrevía a irme de la sala, ya que estaba esperando a Andrés, pero ese sujeto me daba mucho miedo, su mira inquisitiva me estaba haciendo sentir terror.
Voltee la mirada y me senté cerca de la ventana, desde ese punto podía ver si mi novio llegaba, el corazón me latía con la ilusión de mi primer amor, de mi primera ilusión, soñando con una vida junto a él. El tiempo seguía pasando y no había señas de Andrés. Empecé a preocuparme por su tardanza, pues él siempre era puntual cuando se trataba de mí. Perdida en mis pensamientos no prestaba atención mi padre y al hombre desconocido que estaba con él.
Una voz fuerte me trajo de nuevo a la realidad, mi papá estaba de rodillas suplicando, mientras ese sujeto estaba de pie con un aire de suficiencia mirando con desprecio a mi papá.
Corrí a su ayuda, aunque Lorenzo nunca fue el mejor padre del mundo, era mi papá y lo único que tenía en el mundo.
“¿Qué cree que está haciendo?”. Mire al ese sujeto fríamente.
“Valeria vete a tu habitación, no compliques más las cosas”. Ordeno, mi papá, dándome una mirada de advertencia.
“Asi es niña, vete a tu habitación. No querrás que esto se ponga peor”. Dijo el extraño mirándome fijamente.
“Señor Rizzo, mire a su alrededor. Aquí no hay nada de valor. Soy un hombre sin riquezas, que perdió el dinero que usted le prestó”. Explico mi padre dejándome sorprendida ante aquella revelación.
“Yo si veo algo muy valioso aquí”. Dijo el hombre mirándome fijamente. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y en este momento me arrepenti de haber intervenido en esa discusión.
Perdón es mi punto de vista.