tendrá que enfrentar su pasado para forjarse un
futuro de felicidad junto a ella sin sentarse frustrado…
NovelToon tiene autorización de Dailexys para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAP 2
Madison se sentía como una mariposa que acababa de emerger de su capullo
dentro de un tarro de cristal al que por fin le habían quitado la tapa.
«¡Oh, gracias, señor! ¡Gracias porque la semana que viene seré libre! Gracias por
permitirme comprar algunas cosas bonitas para mi habitación en casa de los Cristaldi
Ayúdame a encontrar tiempo para pasar por la biblioteca. Y, por favor, ayuda a que
Sebastia encuentre una buena esposa».
Madison cerró los ojos y sonrió con el corazón
Madison apenas podía contener su excitación a la mañana siguiente. Tarareaba
una alegre canción mientras recogía flores del pequeño jardín y las colocaba en un
jarrón que colocó frente al pulpito; luego tomó su libro de bolsillo y su Biblia. Sebastian
abrió la puerta trasera y ella lo miró al pasar por su lado.
—He visto la casa del médico —susurró su hermano—. Es grande. ¿Tienes tu
propia habitación?
—Sí. La cama fue unos de los regalos de boda de la señora Cristaldi
Es muy comoda, Sebastián. Lleva vestidos de colores y se ríe, y juega con los niños. El
médico les lee cuentos a la hora de dormir de los libros de fábulas de un hombre
llamado Esopo. Ojalá pudieras verlo. Ojalá pudiera llevarte conmigo.
Se colocó junto a su hermano mientras atravesaban su jardín, detrás de su
padre, hacia la iglesia congregacionista, situada en la puerta de al lado.
—¿De verdad son gente buena?
—De verdad —le aseguró ella.
—No te preocupes por mí, Madison. Éste es mi último año en la escuela y luego
planeo ser aprendiz de uno de los comerciantes del pueblo.
Era un joven muy considerado, y Madison apreciaba su esfuerzo por
tranquilizarla con respecto a su bienestar.
Aquella mañana no le importó llegar una hora antes a la iglesia, ni tener que
enderezar los himnarios de los bancos, o limpiar el órgano.
Su padre le entregó una hoja de papel en la que figuraban los himnos que
cantarían aquella mañana, de modo que se sentó frente al órgano y practicó las notas
que podía tocar sin música. Miraba las páginas de todas formas, pues su padre
consideraba que era pretencioso y despreocupado memorizar la música
Cuando la gente comenzó a llenar el edificio, buscó a los Cristaldi entre los
asistentes. El hermano pequeño de Eli leonardo, de diecisiete años, fue el primer
miembro de la familia al que vio, y llevaba en brazos a la pequeña fara, de tres
años.
Madison observó que su padre estaba inmerso en una conversación antes de
correr hacia el pasillo donde la familia Cristaldi había comenzado a sentarse. Zoe,
de cinco años, la saludó con un abrazo, de modo que fara se inclinó en brazos de su
tío para hacer lo mismo. nicolas, Antoni de diez y ocho años, tenían las cabezas juntas,
como si estuviesen tramando algo, pero Antoni levantó la cabeza y ambos sonrieron
de oreja a oreja al verla. Nicolas tenía el mismo pelo castaño que su padre, mientras que
Antoni poseía los ojos azules de Eli y su barbilla delicada.
Finalmente llegó hasta Eli. Caleb la llevaba del brazo para conducirla hacia el
banco. Madison tuvo que correr hasta el banco de delante e inclinarse sobre el
respaldo para hablar con su jefa.
—¡Eli! No, no te levantes.
—Buenos días, Madison —Eli se puso en pie para abrazarla de todos modos,
tarea ardua debido a su avanzado estado de gestación. Sus amigos predecían que
serían gemelos. Su vestido de color lila hacía que sus ojos parecieran casi púrpuras.
Su delicada apariencia disimulaba un carácter fuerte que Madison había llegado a
apreciar—. Esta mañana estás absolutamente radiante.
—Tengo noticias maravillosas —explicó ella—. Mi padre me ha dado su
bendición para quedarme con ustedes permanentemente. Podré estar allí incluso los
sábados y domingos desde ahora.
La sonrisa de Eli disminuyó ligeramente y Lorabeth sintió un vuelco en el
corazón.
—Es una gran sorpresa —dijo Eli—. No sé qué pensar. Madison había depositado todas sus esperanzas en que Elizabeth
aceptara la oferta.
Se había enfrentado a su padre y había ganado su aprobación. Si Eli no la quería la
jornada entera, su sueño quedaría hecho pedazos. Había estado tan segura. Había
sido tan… impulsiva.
—¿Estás segura de querer hacer eso? —preguntó Eli—. Eres joven, Madison.
Te mereces tiempo para ti. No puedo esperar que trabajes siete días a la semana. Ya
haces bastante por mí, no puedo permitirme pagarte lo que te mereces.
—Lo que gano es suficiente, eso no es problema. Y no trabajaré siete días. Si te
parece bien, me tomaré un par de mañanas libres durante la semana.
—Claro que me parece bien —dijo Eli agarrándole la mano—. No sé lo que
haría sin ti. Eres el mejor regalo que me han hecho nunca.
—No más de lo que mereces, querida —Caleb Cristaldi había escuchado la
conversación y le pasó el brazo por los hombros a su mujer.
—Si estás segura de que es lo que deseas, entonces será un placer —dijo Elizabeth
No tenía ninguna duda. Madre le había prometido a su madre que no
abandonaría sus sueños, y aquél era un paso importante para cumplir esa promesa.
—Estoy segura dijo Madison con una sonrisa
La sala estaba en silencio. Madison se dio la vuelta y vio que la gente se había
sentado en los bancos y su padre la miraba con severidad desde el pulpito. Le dirigió
a Eli una última sonrisa de agradecimiento y corrió hacia el órgano. Tocó la
introducción al primer himno y la gente se puso en pie.
Un hombre alto entró en ese momento, proyectando una
larga sombra en el camino del sol sobre el suelo de madera, antes de cerrar la puerta
tras él. Se quitó el sombrero, dejando ver su pelo rubio, y caminó por el pasillo para
reunirse con su familia. ismael Cristaldi, el joven veterinario prodigio de Newton, se sentó junto a su hermano,
leonardo, al final del banco de los Cristaldi, y la pequeña fara se encaramó hacia él.
leonardo y él no eran auténticamente Cristaldi, por lo que Madison había oído. Poco
después de que Caleb y Eli se casaran, el médico había adoptado a sus dos
hermanos.
Ismael tenía su propia casa y seguía resultándole a Madison un misterio.
Aunque había establecido su clínica hacía un año, lo único que sabía de él era lo que
había observado los domingos y eso era que formaba parte de una familia unida
nada parecida a lo que ella había vivido en su casa.
Madison no sabía mucho sobre la vida de Eli antes de casarse con Caleb. Los
únicos parientes que iban de visita eran los de Caleb, y los de ella ni se mencionaban.
Por lo que había observado, los Cristaldi eran una familia cariñosa y unida.
Y eran la llave para la libertad que siempre había deseado. Madison tocó con
determinación, levantando la cabeza de vez en cuando para mirar a la familia en la
que se había integrado. Formar parte de la casa permanentemente sería un sueño
hecho realidad. Los últimos dos años habían sido los mejores de su vida, pero para
satisfacer plenamente sus deseos tendría que trabajar duro y hacerse valer. Rezó para
estar a la altura.
—ismael, deberías vender la casa del pueblo y vivir en la otra —le dijo su
hermana Eli mientras colocaba un cuenco de puré de patata sobre la mesa—.
¿Cómo puedes mantener ambos lugares estando tan ocupado?
Era la típica cena de domingo en casa de su hermana. ismael aún no estaba
acostumbrado a esa casa. No vivía con ellos cuando se habían mudado allí. Se había
marchado a la universidad pocos años después de que Caleb y Eli se casaran y,
durante ese tiempo, habían tenido más hijos. Según iba creciendo la familia, Caleb y
Eli habían necesitado más espacio. La casa de siete habitaciones había pertenecido a
un magnate ferroviario y llevaba vacía un año antes de que Caleb la comprara.
—Sólo es una casa —estaba diciendo su hermana—. Sé práctico. Véndela.
La casa a la que se refería era en la que habían vivido todos juntos. Ben se la
estaba comprando a Caleb a plazos mensuales, pero también había adquirido una
propiedad en las afueras del pueblo para su consultorio. Necesitaba espacio y
un lugar en el que hacer sus estudios. El nuevo lugar había sido una necesidad, pero
no podía deshacerse del antiguo. Había demasiados recuerdos en esas habitaciones.
—Es como hablar con la pared —le dijo Caleb a su esposa.
Eli miró a ismael
—No me estás escuchando, ¿verdad?
Él negó con la cabeza
—Siéntate, Eli —dijo Caleb ofreciéndole una silla—. Yo traeré el resto de la
comida de la cocina. Leonardo me ayudará.
El hermano de ismael se levantó para ayudar. Caleb era más como un padre para
él que un cuñado. Leonardo caminaría sobre carbones encendidos sólo para complacerlo.
Aunque leonardo tenía dieciocho años, aún estaba terminando la escuela. Sólo
había ido uno o dos años antes de ir a vivir con Caleb y Eli. No se había puesto al
día tan rápido como ismael, aunque había hecho un gran esfuerzo y conseguiría el título
ese mismo año.
Ben estuvo hablando sobre la escuela con Nate y David hasta que la comida
estuvo servida.
Caleb se detuvo detrás de Eli, colocándole la mano en el hombro, y se apoyó
para hablarle al oído. Ella se giró para mirar a su marido con tal ternura, que
ismael sintió un intenso dolor en el pecho. Ellie le acarició la barbilla a Caleb y sus
labios se rozaron brevemente.
Ninguno de los chicos había advertido aquellas muestras de afecto. ismael miró
hacia otro lado y sirvió con el cucharón un poco de puré de patata en el plato de Zoe
(ESPERO QUE LES GUSTE ESTA HISTORIA)
FIN.👻