Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPÍTULO 4
Santiago no podía creerlo, habían sido los diez años más felices y tranquilos de su vida, pero en el fondo de su corazón siempre existió ese vacío insoportable que había dejado su amada Camila. Cuando después de tres años de noviazgo lo dejó plantado en la iglesia.
Y ahora, después de tantos años, ella regresó a su vida, se mostró arrepentida y le pidió perdón. Camila le mostró unos exámenes, donde se evidenciaba que ella difícilmente podría embarazarse y le expresó que no quería atarlo a una mujer infértil como ella, porque lo amaba demasiado. Con esas estúpidas palabras el idiota cayó redondito en sus redes.
Cuando el motivo real, era que Santiago la había estado presionando para casarse y ella aceptó, porque de verdad lo amaba, pero él solo estaba enfocado en su deseo de tener una gran familia y no quería esperar más tiempo.
Por eso, se comprometieron, para casarse en tres meses, pero al acercarse los días, Camila se sintió agobiada. Una vida de ama de casa y llena de hijos, no era lo que quería para su futuro. Camila era una abogada recién graduada y con un futuro brillante. Por eso decidió huir de él y sus planes machistas y egoístas.
Pero ahora era diferente. Santiago ya había logrado sus sueños, tenía ocho hijos con otra mujer y Camila planeaba vivir a su lado sin tanta presión y disfrutar de toda la fruta madura que ese árbol tan sensual y masculino podía ofrecerle. Sonaba muy egoísta, pero Santiago estaba en su mejor momento, ahora estaba más guapo, maduro, millonario y era un CEO reconocido, el hombre perfecto para cualquier mujer.
Camila planeó un encuentro “casual” con Santiago, en complicidad con la secretaria del mismo y después de saludarlo efusivamente, lo invitó a cenar y entre copas y recuerdos de los viejos tiempos, terminaron en la habitación de un lujoso Hotel.
Al día siguiente, Santiago se mostró arrepentido y le pidió a Camila no volver a buscarlo, ella se mostró triste, pero aceptó su decisión y se despidió de él para siempre.
Hasta que “casualmente” se encontró con él otra vez y ocurrió lo mismo, pasaron la noche juntos, amándose el uno al otro. Al día siguiente, después de esa magnífica noche, no hubo palabras de arrepentimientos, todo lo contrario, ellos volvieron a amarse y Santiago le llevó el desayuno a la cama. A está relación clandestina la llamaron "amigos con derechos".
Camila se sentía feliz y complacida con su relación clandestina “por ahora”.
Pero por capricho del destino, Camila que, en realidad tenía problemas para quedar embarazada, cayó en la trampa de la fertilidad de Santiago y con las pocas veces que estuvieron juntos, Santiago la embarazó y lo peor de todo, es que sus síntomas aparecieron, cuando ella tenía casi cuatro meses sin presentar ningún síntoma. Ella solo se desmayó estando con Santiago y al despertarse en la clínica, recibir la noticia y ver la cara de felicidad de Santiago casi se muere de un infarto.
Cuando Santiago salió a contestar una llamada, Camila conversó con el doctor en privado y le preguntó si era posible interrumpir el embarazo, pero para su mala suerte, el doctor le explicó que a esta altura es muy arriesgado interrumpir el embarazo.
Entonces ella acordó con él manipular a Santiago con la bastarda a través de su embarazo.
Santiago regresó a la habitación y el doctor dejó sola a la feliz pareja. Camila supuestamente lloraba de alegría, cuando maldecía con todas sus fuerzas su mala suerte. Mientras que Santiago estaba muy feliz, una princesa más llegaría a su vida
Santiago se acercó a ella y la besó en los labios.
— Camila ¿Cómo no te habías dado cuenta? — le preguntó Santiago besando sus manos.
— Si he notado que subí algo de peso, pero amor, ¿entonces ese diagnóstico?, debemos preguntarle al doctor — dijo Camila, comenzando a sollozar y a llorar.
— ¿Te sientes mal?, ¿te duele algo? — preguntó el preocupado
— Si amor. Me duele aquí — le respondió Camila, señalando su pecho
— ¿Te duele el pecho?
— No, Santiago, siento destrozado mi corazón, no te imaginas como me siento. Al fin estoy embarazada del hombre que he amado toda mi vida y ahora él está casado con otra. No soy más que tu amante y mi precioso bebé será un bastardo, señalado por todos — termino de decir Camila sollozando.
Santiago sintió un vacío en el pecho. Estaba entre la espada y la pared. Por un lado, tenía a su leal esposa con sus ocho hijos y por el otro lado al amor de su vida con un nuevo bebé creciendo en su vientre y para empeorar todo, el doctor le dijo que el embarazo era de alto riesgo, lo que se resumía en que Camila no podía tener emociones fuertes y debía estar en reposo absoluto.
Camila continuó llorando hasta que el doctor vino con la orden de salida, el doctor le aconsejo a Santiago cuidar el estado emocional de Camila si quería llevar a término su embarazo.
— Está bien, doctor lo haré — respondió Santiago desanimado.
Camila sonrió a sus adentros y salió en una silla de ruedas, empujada por su marido hasta el auto. Santiago la escuchaba todo el camino llorar y quejarse de que la dejaría sola, que sabía que ella y su hija estaban de últimas en sus listas de prioridades, que él se arrepentía de ellas y que las veía como un error y otras tantas quejas. Que en ese momento únicamente deseaba despertar en su casa, abrazar, besar a su esposa y darse cuenta de que todo este asunto de Camila había sido una horrible pesadilla.
Santiago necesitaba respirar por eso le informó a su esposa que saldría dos meses de viaje y usaría este tiempo para resolver este asunto de la mejor manera.
Santiago amaba a Camila, pero no estaba acostumbrado a las quejas ni a los reclamos.
Genoveva era una mujer capaz, se hacía cargo de sus hijos, de tener su casa al día, para cuando su marido llegara del trabajo, disfrutara solo de los besos y abrazos de sus pequeños, hasta que se iban a dormir, para darle comienzo a las noches apasionadas con su esposa.
Ahora volviendo al presente...
Habían pasado más de una hora que Santiago había salido de su casa. Aquel hogar cálido y armonioso, dónde fue feliz por muchos años. Había roto el corazón de su esposa. Había tirado a la basura un matrimonio de diez años, finalmente había cumplido con su objetivo del día, pero había algo que no le permitía marcharse, sus manos le sudaban y sus piernas le temblaban.
Tal vez eran esas duras palabras de su esposa " al salir por esa puerta estás muerto para mí"...