Liz, una joven de 22 años, quedó embarazada muy pronto y fue expulsada de su casa por sus padres, viéndose obligada a vivir con el padre de su hijo en la comunidad de La Chapa.
Tras el nacimiento de su hijo, empezó a sufrir todo tipo de abusos y humillaciones por parte de su marido.
Hasta que, inesperadamente, será salvada por quien menos imagina y vivirá una historia de amor llena de pasión, altibajos y mucha emoción.
NovelToon tiene autorización de Maria Flora para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 20
LIZ
Al entrar en casa, Gael babeaba de deseo y yo aún más.
Se sentó en el sofá y me llamó todo autoritario.
— Liz, ven aquí y súbete a la mesa
Me pidió que subiera a una gran mesa de mármol que hay en el centro de la sala.
Obedecí y subí a la mesa.
Puso una música y un vaso de whisky.
— Quiero que perrees para mí igual que en el baile.
Empecé a bailar muy sexy.
Me di la vuelta y fui abriendo la cremallera del vestido. Dejé que cayera de mi cuerpo dejándome solo con una braguita roja minúscula de encaje y algunos detalles en pedrería, las sandalias de tacón y las joyas.
Me di la vuelta y miré a Gael, que ya se había quitado la camisa y tenía la polla fuera. Los ojos brillantes.
Me bajé de la mesa y empecé a perrear cerca de él, mi trasero casi le daba en la cara.
En el baile vi un montón de mujeres lindas tirándose encima de mi hombre y hoy voy a hacer que no se arrepienta de haberme elegido.
Me senté en la mesa frente a él y abrí bien las piernas. Me quedé moviéndome al ritmo de la música.
— Hoy quien manda es mi macho, ¿qué quieres que haga?
Él entró en el juego y ya asumió un tono autoritario.
— Abre las piernas.
Abrí lo máximo que pude.
— Ahora tócate para mí.
Nunca me había tocado antes, pero hice lo que me mandó.
Lamí los dedos, puse la braguita de lado y empecé a masajear mi clítoris, al principio estaba un poco tímida, pero fui tomada por la sensación de placer. Gael empezó a masturbarse mirándome.
— Abre bien el coño para mí, abre.
Cogí las dos manos y tiré de los labios dejando mi intimidad totalmente abierta y expuesta.
Gael se sentó en el suelo y empezó a chuparme, tiró de mi braguita con los dientes que rasgó entera. Enrolló lo que sobró de mi braguita en la polla y continuó chupándome.
— Continúa que voy a correrme... Ahhh ahhhhh
— Córrete en la boca de tu macho, ¿quién es mi puta?
— Yo... Ahhhh yo soy tu puta, solo tuya, mi coño es solo tuyo ahhhhh, no pares que ya me estoy corriendo, me estoy corriendo amor, no pares.
Me corrí, y qué corrida deliciosa, mis piernas quedaron bamboleantes.
— A cuatro patas. Me quedé a cuatro patas encima de la mesa con el trasero bien empinado.
Él dio dos palmadas en mi trasero y entró con la polla con todo.
Yo empecé a perrear mientras él embestía fuerte, yo gemía alto.
— Gime, sabrosa.
Él se corrió, pero no paró de meter, me giró de frente, se sentó en el sofá y empecé a galopar.
— Voy a correrme de nuevo.
Me corrí y él enseguida.
— Qué coño maravilloso, encaje perfecto en mi polla. Este coño fue hecho para mí.
— ¿Cómo puedes ser tan príncipe y tan canalla?
— Tú eres la que me deja así.
Fuimos al baño y follamos de nuevo en la ducha, después en la bañera antes de dormir.
Nos acostamos abrazados ya casi amaneciendo.
Me acosté en su pecho y empecé a contornear sus tatuajes con el dedo, es surrealista lo mucho que me siento amada y protegida con este hombre.
— ¿En qué estás pensando?
— En cómo te amo.
— También te amo, y es mucho.