Un matrimonio entre amigos. ¿Qué podría salir mal?
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Capítulo 19 - Los límites se desvanecen
Una semana después
La "actuación" se había vuelto una rutina diaria. Marcus les enviaba un itinerario cada mañana: almuerzo en el restaurante de moda, caminata "casual" por el parque donde sabía que habría paparazzi, aparición en la galería de arte donde se veía romántico y sofisticado.
Esa mañana, Valerie se encontró eligiendo su ropa con más cuidado del usual. Se dijo a sí misma que era porque tenían una sesión de fotos "espontáneas" para la revista Vogue, pero la verdad era que había comenzado a notar cómo la miraba Sebastián cuando se vestía bien, y esa mirada le gustaba más de lo que debería.
-Buenos días- dijo Sebastián al entrar al comedor, y como había sido su costumbre durante esta semana, se acercó a darle un beso en la mejilla antes de sentarse.
Era parte de la actuación, por si algún empleado comentaba después. Pero Valerie había comenzado a esperar ese pequeño gesto matutino.
-Buenos días- respondió, notando que él se veía particularmente bien con esa camisa azul. -¿Qué tenemos hoy?
Sebastián consultó su teléfono. -Marcus quiere que vayamos a almorzar al nuevo restaurante italiano, luego una "caminata romántica" por el puerto. Al parecer, hay rumores de que Charlotte va a dar una entrevista y quiere contrarrestarlo con más imágenes de nosotros "felizmente enamorados".
-¿Charlotte va a dar una entrevista?- Valerie sintió una punzada de algo que no quería identificar como celos.
-Eso parece- Sebastián la miró con curiosidad. -¿Te molesta?
-No- mintió Valerie. -Solo me pregunto qué dirá.
Durante el almuerzo en el restaurante italiano, se sentaron en la terraza donde sabían que serían vistos. Sebastián había pedido que los sentaran en la mesa más romántica, con vista al jardín, y había insistido en sentarse junto a Valerie en lugar de frente a ella.
-Es más íntimo así- había dicho, y técnicamente era cierto. Pero también significaba que estaban constantemente tocándose: su brazo contra el de ella, su mano ocasionalmente en su espalda, sus rodillas rozándose bajo la mesa.
-¿Has visto las fotos del brunch?- preguntó Valerie, mostrándole su teléfono. -Salieron en cinco revistas diferentes.
Sebastián miró la pantalla y se quedó callado por un momento. En la foto, él estaba limpiando la mermelada de su mejilla mientras ella lo miraba con una expresión que definitivamente no parecía actuación.
-Se ve... real- comentó finalmente.
-Sí- Valerie estudió la foto con él. -Somos buenos actores, supongo.
Pero ninguno de los dos sonaba muy convencido.
-Señor Cross- un paparazzi se había acercado discretamente a su mesa. -¿Podrían decirnos algo sobre los rumores de la entrevista de Charlotte Ashford?
Valerie sintió a Sebastián tensarse, pero él mantuvo su compostura. -No tengo comentarios sobre la señorita Ashford- dijo educadamente. -Estoy aquí disfrutando de un almuerzo hermoso con mi esposa.
Como para enfatizar el punto, tomó la mano de Valerie y la llevó a sus labios, besando suavemente sus nudillos. Era un gesto perfecto para las cámaras: elegante, romántico, posesivo.
Pero Valerie sintió el beso como una corriente eléctrica que subió por su brazo. Su respiración se entrecortó ligeramente, y cuando Sebastián la miró después del beso, vio algo en sus ojos que la hizo olvidar por completo que había cámaras presentes.
El paparazzi se fue, satisfecho con las fotos que había conseguido.
-Bien hecho- murmuró Valerie, tratando de sonar casual a pesar de que su corazón estaba corriendo.
-Gracias- respondió Sebastián, pero no soltó su mano inmediatamente. -Tú también.
Durante la caminata por el puerto, las cosas se sintieron aún más confusas. Sebastián había pasado su brazo alrededor de su cintura, y Valerie se había acercado naturalmente a él, encajando perfectamente contra su costado.
-¿Sabes qué es raro?- dijo Valerie mientras caminaban lentamente, fingiendo admirar los yates.
-¿Qué?
-Esta semana... ha sido la más que hemos hablado desde que nos casamos. Todas estas "actuaciones" nos han hecho pasar más tiempo juntos que en los dos meses anteriores.
Sebastián se quedó pensativo. -Es verdad. Y ha sido... agradable. No esperaba eso.
-¿El qué?
-Disfrutar tu compañía tanto- admitió. -Siempre pensé que eras inteligente y elegante, pero no sabía que también eras divertida. O que tienes opiniones fascinantes sobre arte. O que haces esa cara cuando estás concentrada en algo.
Valerie se detuvo de caminar. -¿Qué cara?
-Esta- Sebastián se volvió hacia ella y gentilmente frunció el ceño, imitando su expresión de concentración. -Como si estuvieras resolviendo un rompecabezas muy importante.
Valerie se rió. -No hago esa cara.
-Sí la haces- insistió él, sonriendo. -Y es encantadora.
Se quedaron ahí parados, mirándose, y por un momento ninguno de los dos recordó que se suponía que estaban actuando. Sebastián se acercó un poco más, y Valerie no se alejó.
-¡Ahí están!- La voz de Marcus los sacó del momento abruptamente. Se acercaba con su asistente y un fotógrafo profesional. -¡Perfecto! Manténganse exactamente así. Esta luz es ideal para las fotos.
La magia del momento se rompió instantáneamente. Recordaron que cada gesto, cada mirada, cada sonrisa estaba siendo calculada para el consumo público.
Posaron para las fotos con sonrisas profesionales, pero algo había cambiado. La espontaneidad se había perdido, reemplazada por la consciencia de que estaban siendo observados, juzgados, documentados.
Durante el viaje de regreso a casa, ambos estaban más callados que usual.
-¿Crees que está funcionando?- preguntó finalmente Valerie. -Todo esto.
-Los números sugieren que sí- respondió Sebastián. -Las acciones están subiendo, las críticas online han disminuido, los medios están escribiendo historias positivas sobre nosotros.
-Eso no era lo que preguntaba.
Sebastián la miró de reojo. -¿Entonces qué preguntabas?
Valerie tardó un momento en responder. -Preguntaba si crees que nos está funcionando a nosotros. Como... personas.
-¿Qué quieres decir?
-Esta semana ha sido extraña- admitió Valerie. -A veces, cuando estamos actuando, se siente tan real que olvido que es actuación. Y otras veces, como hoy con el fotógrafo, me recuerdo brutalmente que nada de esto es genuino.
Sebastián guardó silencio por un largo momento. -Sé exactamente lo que quieres decir.
-¿Sí?
-Sí- su voz era suave. -A veces, especialmente en los momentos tranquilos cuando no hay cámaras, me encuentro deseando que... que no fuera solo actuación.
Las palabras colgaron en el aire entre ellos, más honestas de lo que cualquiera de los dos había pretendido ser.
-Pero lo es- dijo finalmente Valerie, aunque no sonaba muy convincente.
-Sí- concordó Sebastián. -Lo es.
Pero mientras se estacionaba frente a su casa, ambos sabían que la línea entre actuación y realidad se estaba volviendo cada vez más diminuta, y ninguno de los dos estaba seguro de qué hacer al respecto.