Keren Lombardi, un hombre apuesto, rico y poderoso, cuya vida cambia drásticamente cuando es abandonado en el altar por su prometida. Traicionado y con el corazón endurecido, Keren jura no volver a creer en el amor. Su único objetivo ahora es satisfacer el último deseo de su abuelo moribundo: encontrar una esposa y asegurar el legado de la familia Lombardi.
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capítulo 18 Un escape al club
Un escape al club
Mientras tanto, Keren estaba conduciendo hacia su club favorito. Al llegar, el ambiente era el habitual: luces tenues, música suave y la gente hablando en pequeñas mesas. Caminó directo hacia el bar, donde lo esperaba una mujer alta y rubia, con una sonrisa encantadora.
—Pensé que no ibas a venir —dijo ella, poniéndose de pie y dándole un beso en la mejilla.
Keren sonrió ligeramente.
—Lo siento, tuve que lidiar con unos problemas familiares.
—Ya sabes que siempre puedes contar conmigo para relajarte un poco —respondió ella, coquetamente, mientras le acariciaba el brazo.
Keren tomó un sorbo de su bebida, mirándola a los ojos.
—Eso espero.
La noche continuó, y aunque el recuerdo de la confrontación con la madre de Emma seguía fresco en su mente, Keren decidió dejarlo a un lado por esa noche.
Decisiones impulsivas
El ambiente en el club se había vuelto cada vez más íntimo entre Keren y Vanesa. Después de varias copas, la risa de Vanesa sonaba más fuerte, y Keren comenzaba a sentir la familiar y tentadora sensación de desinhibición.
—¿Sabes? —dijo Vanesa, mientras acariciaba el brazo de Keren—. Siempre he pensado que tu vida es mucho más complicada de lo que parece.
Keren sonrió, tomando otro sorbo de su whisky, mientras sus ojos se fijaban en los labios de Vanesa.
—No tienes idea de lo complicada que puede ser —respondió él, con un tono profundo y cansado—. A veces me gustaría escapar de todo... aunque sea por una noche.
Vanesa inclinó la cabeza, acercándose aún más a él.
—¿Y qué te detiene? —susurró, rozando sus labios con los de Keren—. Escápate conmigo, aunque solo sea por esta noche.
La sugerencia quedó flotando en el aire, y Keren, bajo el efecto del alcohol y el deseo, sintió cómo su autocontrol se desvanecía. Necesitaba escapar de todo: de las expectativas, del compromiso con Emma, de la presión de su abuelo... Vanesa parecía ser la solución temporal perfecta.
—Vamos a mi apartamento —dijo Keren de repente, su voz más baja pero con una firme determinación—. Quiero que vengas conmigo.
Vanesa sonrió de manera seductora y se levantó, tomando su bolso. Sin decir una palabra más, Keren la tomó de la mano y la guió hacia la salida del club.
En el apartamento de soltero de Keren
Cuando llegaron al apartamento de Keren, el silencio en el lugar era absoluto, rompiendo por completo con el bullicio del club. Él abrió la puerta, permitiendo que Vanesa entrara primero. El ambiente estaba cargado de tensión y deseo. Vanesa dejó su bolso sobre una mesa cercana y se volvió hacia Keren, sus ojos llenos de intención.
—Me gusta tu apartamento —dijo ella, con una sonrisa juguetona, mientras caminaba hacia él—. Aunque, siendo honesta, me gusta más estar aquí contigo.
Keren cerró la puerta y caminó lentamente hacia ella, sin apartar la vista de sus labios.
—No vinimos a hablar de mi apartamento, ¿verdad? —murmuró, mientras la rodeaba con sus brazos, atrayéndola hacia él.
Vanesa soltó una risa suave, acariciando el cuello de Keren.
—No, definitivamente no —respondió antes de inclinarse hacia adelante y besarlo con intensidad.
El beso rápidamente se tornó en algo más profundo, más voraz. Ambos sabían lo que estaban buscando esa noche: una forma de escapar, aunque solo fuera por unas horas. Keren la guió hacia su dormitorio, donde las luces eran más tenues, y la noche avanzó entre besos y caricias.
El deseo entre ambos creció con rapidez, y pronto se dejaron llevar por la pasión que los envolvía. Keren, que había estado luchando contra tantas emociones y decisiones, encontró en Vanesa una vía de escape, sin pensar en las consecuencias.
Después de consumar su encuentro, ambos se quedaron tumbados en la cama, la respiración aún agitada. Vanesa se giró hacia él, apoyando la cabeza sobre su pecho.
—¿Te sientes mejor? —preguntó con una risa ligera, mientras trazaba círculos en su piel.
Keren no respondió inmediatamente, mirando al techo, con la mente aún un poco nublada por el alcohol y la adrenalina.
—Por esta noche, sí —dijo finalmente, aunque en el fondo sabía que las complicaciones de su vida no se habían esfumado.
El silencio cayó de nuevo entre ellos, y aunque Vanesa parecía satisfecha, Keren sabía que en algún momento tendría que enfrentar la realidad que había dejado atrás. Emma, su abuelo, y el compromiso que había adquirido, aún lo esperaban.