Liora reencarna en un mundo mágico con una nueva oportunidad para vivir y solo busca ser feliz.
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El mundo mágico tiene muchas historias, todas conectadas pero independientes.
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Renacer
Liora Vega habia nacido para los escenarios. Su voz tenia esa cualidad imposible de fingir.. cálida, poderosa y llena de verdad. Con apenas veintisiete años, ya era considerada el corazón musical de su generación. Cada álbum suyo rompia récords, y sus conciertos agotaban entradas en minutos. Aun asi, seguia siendo humilde, amable y profundamente conectada con sus fans.
De hecho, les debia todo, como solia decir.
Desde hacia años, la acompañaba un club de admiradores llamado “Guardia Estelar”, una comunidad creada para protegerla, compartir su música y organizar eventos benéficos. Entre todos los miembros, habia uno que destacaba.. Dariel Rhoades, un joven que desde fuera parecia el seguidor perfecto. Organizado, leal, siempre dispuesto a colaborar. La propia Liora lo habia felicitado varias veces por su esfuerzo.
Pero nadie sabia la verdad.. Dariel no solo la admiraba. estaba obsesionado.
Con el tiempo, dejó de verla como una artista y comenzó a verla como “suya”.. un simbolo que debia controlar, una estrella que solo debia brillar para él. Cuando el equipo de Liora empezó a reducir la participación de los fans en actividades internas para proteger su privacidad, Dariel sintió que lo estaban “arrancando de su vida”.
La situación explotó meses después, durante una gira que Liora realizaba por Latinoamérica. Aunque estaba exhausta, aceptó una reunión privada con algunos lideres del club de fans, porque realmente los apreciaba. Dariel llegó con un regalo envuelto en una caja plateada, temblando de emoción. Liora lo saludó con una sonrisa, sin notar la mirada desbordada de posesividad que él ya no ocultaba.
—Siento que ya no me dejas entrar en tu mundo —le dijo Dariel cuando quedaron a solas unos segundos—. Tú y yo… siempre hemos sido especiales. ¿Por qué te alejas de mi?
Liora, sorprendida, trató de explicarle con calma que ella no tenia una relación personal con ningún fan, que era imposible, que necesitaba limites para su bienestar. Pero Dariel escuchó sus palabras como si fueran una traición.
Y en un acto desesperado, ciego por su obsesión, sacó lo que llevaba oculto en la caja.
La tragedia ocurrió en segundos.
Los gritos del equipo resonaron por todo el salón. Liora cayó al suelo entre llantos, manos extendidas, como queriendo agarrarse de la vida que aún vibraba dentro de ella. Fue trasladada de urgencia al hospital, donde cientos de fans se reunieron cantando sus canciones, como si su voz pudiera devolverle el aliento.
Horas después, el mundo recibió la noticia que nadie queria escuchar.
Liora Vega, la estrella más luminosa de la década, habia partido.
La conmoción fue global. Millones lloraron su muerte.. artistas, niños, abuelas, paises enteros. Sus canciones subieron a los primeros lugares de todas las plataformas. Su última publicación en redes, un simple “Gracias por estar siempre conmigo”, se transformó en un santuario digital.
Pero el dolor más grande lo sintió su familia, su equipo… y también sus verdaderos fans. Aquellos que la amaban sin pedir nada a cambio.
Aquel ataque provocó una revolución en la industria musical....medidas más estrictas, controles de seguridad reforzados, campañas de salud mental para prevenir obsesiones dañinas. Liora, aun en su ausencia, cambió el mundo.
Un año después, se inauguró el “Faro Liora Vega”, un anfiteatro construido a la orilla del mar, lleno de luces que brillaban como estrellas. Alli, cada 24 de noviembre, miles de personas se reunian para escuchar su música, compartir recuerdos y llorarla con gratitud.
La última sensación de Liora Vega antes de que su mundo se desvaneciera fue un dolor agudo, una luz blanca y un murmullo lejano como de miles de voces llamándola al mismo tiempo. No hubo oscuridad… solo silencio.
Hasta que abrió los ojos.
El olor del aire era fresco, perfumado con algo que nunca había sentido. Liora se incorporó lentamente, confundida, y notó que ya no estaba en un vestuario, ni en un hospital, ni en nada que se pareciera a su mundo.
Y lo más desconcertante.. Sus manos no eran sus manos.
Eran más delgadas, elegantes, adornadas por tatuajes sutiles que parecían brillar cuando respiraba. Su cabello, antes negro, ahora caía sobre sus hombros en ondas castañas, suaves como seda. Y cuando alcanzó el agua de un pequeño estanque cercano para mirar su reflejo… vio otro rostro.
El rostro de Liora Verlaine.. Una joven de ojos celestes intensos, casi sobrenaturales, con una belleza etérea y peligrosa. Al tocar su piel, flashes de recuerdos ajenos inundaron su mente..
Una niña corriendo entre ruinas antiguas.
Un hombre encapuchado enseñándole a lanzar cuchillos.
Un juramento frente a un estandarte azul.. “Sirvo a Mercia hasta mi último aliento.”
Sombras. Misiones. Mentiras. Sangre.
Una caída desde una torre.
Y luego… nada.
Liora Vega.. la artista.. gimió y se llevó las manos a la cabeza. Las memorias chocaban dentro de ella como dos vidas que intentaban ocupar el mismo espacio.
[¿Quién soy yo…?]
El pensamiento se perdió entre los árboles, pero dentro de Liora una tormenta de memorias ajenas comenzó a desatarse.
No eran fragmentos sueltos esta vez.
Eran escenas completas, emociones intensas, secretos que Liora Verlaine había guardado en lo más profundo de su alma.
Liora se llevó una mano al pecho, sintiendo cómo la vida de otra mujer se entrelazaba con la suya como dos melodías luchando por armonizar.
Y entonces lo vio.
Un salón de mármol blanco.
Un trono de plata.
Un joven de cabello oscuro y ojos azules como glaciares, vestido con la armadura real de Mercia.
El rey Adrián Valerius.
Su rey.
Su jefe directo.
Y el amor que Liora Verlaine jamás se permitió desear.
La memoria se desplegó con una claridad tan nítida que Liora sintió que estaba allí de nuevo.
Rey : “Verlaine, tu misión es proteger a la corona desde las sombras. Tu lealtad será recompensada.”
Su voz… grave, firme, generosa. Una voz que podía calmar tormentas.
Liora recordó la reverencia que ella había hecho.
La forma en que su corazón había latido con fuerza.
La manera en que, incluso sabiendo que él nunca la vería como algo más que una herramienta valiosa, había guardado ese amor silencioso como un tesoro prohibido.
Otra imagen la golpeó.
Ella, herida, regresando de una misión.
El rey Adrián sosteniéndola por los brazos, con preocupación genuina.
Rey: “No vuelvas a arriesgar tu vida así. Mercia no puede permitirse perderte.”
Aquellas palabras habían sido suficientes para alimentar una esperanza pequeña, peligrosa, imposible.
Pero Liora Verlaine era hija de nadie.
Una mujer sin apellido noble, criada entre ruinas, adoptada por la Orden Secreta de Mercia.
Una espía sin derecho a soñar con un rey.
Y así, año tras año, misión tras misión, guardó ese amor en silencio.
Se convirtió en su secreto más doloroso… y más hermoso.
Liora Vega sintió un nudo en la garganta.
Ese amor era tan puro, tan desesperado, que dolía.
[Entonces… soy una mujer que murió amando en silencio.]
Ojalá en el ducado encuentre alguien de otro reino que la invite a conocerlo 😏
😂🤣😂🤣😂 Estos dos hombres ya tienen canas verdes /Grievance//Grievance/