Una historia de amor marcada por el dolor.
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Capítulo 14
...Kimberly Miller ...
Ocho semanas atrás
Estaba tan bien, corría como hace años. No quería verlo, pero fue más fuerte que yo. Aunque hayan pasado dos años desde que nos divorciamos, todavía lo amo demasiado.
Odiaba verlo correr, pero no pude evitarlo. Mi cuerpo clama por él. Tenía que venir a verlo. Incluso porque acepté una invitación de un inversor.
Ganó la carrera y antes de que viera cualquier rastro mío en ese lugar, huí con Avery. Ella dio la idea de ir a un club nocturno. Y fue bueno, pero pronto me iba para el hotel, y ella se fue a otro lugar con un hombre guapo que habíamos conocido en el club.
Antes que nada, él le pasó la dirección de su casa y su número de teléfono.
Nunca la dejaría ir sin tener la certeza de que estaba segura.
Avery sabía vivir la vida. Y a veces la envidiaba. Quería estar con algún hombre lindo aprovechándome de su cuerpo como él podría estar aprovechando el mío también.
Pero lo único en lo que consigo pensar es en lo lindo que estaba con ese mono. Quería tanto estar junto a su equipo, esperándolo. Abrazarlo, besarlo…
- ¡Maldición, Johnny! ¡Sal de mi cabeza!
Gruñí frustrada. Y cuando estaba lista para dormir, alguien tocó a la puerta. Reí al imaginar que el hombre con el que estaba no la satisfizo lo suficiente como para quedarse.
- ¡Vaya, doña Avery! ¡No hace ni dos horas!
Dije yendo hacia la puerta, pero cuando la abrí mi corazón se disparó en el pecho.
Era él.
Johnny Lance.
El famoso piloto de Fórmula 1.
El hombre que amo.
El único hombre que he amado, hasta hoy.
Lo invoqué.
- ¿Johnny?
Conseguí susurrar aún sorprendida de que estuviera allí, justo frente a mí.
- ¡Hola, Kim! - esa voz - Le pedí a Bruno (su agente) que consiguiera el lugar en el que te estabas hospedando. ¡Te vi en la carrera! ¡Fue una de las pocas veces que me viste correr!
Asentí y él colocó las manos en el bolsillo del pantalón de vestir negro.
- Ah… ¿necesitas algo? - pregunté
- Yo… quería verte! Hace tiempo, ¿no?
Parecía nervioso, vulnerable… ansioso. Pero no sabía por qué.
- ¡Sí! ¡Mucho tiempo! - y lo era. Hacía casi dos años. La última vez que me vio fue el día en que firmamos nuestro divorcio. Pero yo lo veía, todo el tiempo. Cuando lo acosaba en sus redes sociales.
- Yo… ¿estás bien? ¿Cómo has estado? - preguntó tartamudeando
- John, ¿qué viniste a hacer aquí? ¡Me odias y creo que no te importa cómo estoy!
Hablé ásperamente y él me miró a los ojos.
- ¡No lo sé, Kim! ¡Sólo sentí nostalgia! Desafortunadamente no consigo luchar contra eso.
Se acercó y pasó los dedos por mi rostro. Incapaz de alejarme, sólo cerré mis ojos sintiendo la familiaridad de su toque.
- John…
Susurré y luego sentí sus labios en los míos. Y fue como recibir una bocanada de aire fresco. Cuánto lo extrañaba. De besar su boca siempre que pudiera.
Me suspendió en sus brazos y enlacé mis piernas alrededor de su cadera. Con el pie cerró la puerta y me apoyó en ella. Nuestro beso se fue volviendo cada vez más desesperado.
Después de tanto tiempo… me estaba sintiendo más viva que nunca. Y fue tan intenso como antes. Me arriesgo a decir que fue hasta más intenso que antes
Después de lo que parecieron horas, respiré profundamente, totalmente satisfecha. Johnny salía del baño ya vestido con su ropa. Lo miré confusa y él se calzó los zapatos rápidamente.
- ¡Johnny! - lo llamé y él me miró, con aquella mirada totalmente fría dirigida a mí.
Y allí lo supe. Fue sólo un polvo para él. Fue sólo para matar las ganas, un polvo fácil, porque él sabía que me tenía en las manos. ¿Cómo pude ser tan idiota? Cerré mis ojos con fuerza y después de algunos segundos, abrí los ojos y él me miraba fijamente.
Toda satisfacción salió de mi cuerpo, dando lugar a la tristeza y desolación.
- Bueno… ¡charla Kimberly! - nunca me llamaba así y dolió.
- ¿Podemos conversar?
- ¡No! ¡Fue sólo sexo, Kim! ¡Nada cambió! Fue sólo un antojo pasajero, y ya pasó. Vive feliz.
Y así salió por la puerta, dejándome desnuda y destrozada.