Dalila Rosales sargento ejemplar del ejército, madre protectora y esposa de uno de los hombres más poderosos del país, su vida parecía dividida entre dos mundos imposibles de conciliar.
Julio Mars, CEO implacable, heredero de un imperio y temido por muchos, jamás imaginó que el amor verdadero llegaría en forma de una mujer que no se doblega ante el poder, ni siquiera ante el suyo. Juntos comparten un hijo extraordinario, Aron, cuyo corazón inocente se convierte en el ancla que los mantiene unidos cuando todo amenaza con destruirlos.
Una historia de amor y poder...
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CAPITULO 13
Aron y Marcos terminaron de almorzar entre bromas, justo entonces, el teléfono de Marcos vibró: era Julio.
"Tu papá ya llegó" anunció el tío con una sonrisa "Ve, campeón, seguro te está esperando"
Aron bajó del regazo de su tio y salió corriendo por el pasillo. La emoción lo impulsaba, hasta que se detuvo en seco, frente a él, a pocos metros, estaba su padre… conversando con una mujer.
La misma que días atrás había visto en el restaurante. El ceño del niño se frunció con rabia.
Mi papá no cambia, ahora trae a sus mujeres a trabajar "¡Papá!" llamó con fuerza, atrayendo la atención de Julio.
El CEO se giró, su rostro frío y distante en medio de la conversación con Ema, apenas vio a su hijo, cambió "Mi pequeño… ven aquí" dijo, abriendo los brazos.
Aron caminó hacia él con pasos firmes, aún enojado, pero decidido a marcar territorio.
Julio lo cargó en brazos, ignorando a Ema, que seguía lanzándole preguntas sin dejarlo respirar.
"Con permiso, señorita Rosales. Me retiro" dijo Julio en tono cortés, pero tajante.
Ema apretó los labios, molesta, mientras veía cómo se marchaba con el niño en brazos.
Aron, aún frunciendo el ceño, lo miró con sospecha "Papá… ¿la conoces? ¿Por qué tiene el mismo apellido que mamá?"
Julio suspiró, pesando cada palabra antes de responder "Hijo, ella es hermana de tu madre. No puedo darte más detalles ahora, cuando mamá regrese, le preguntaremos juntos"
Aron guardó silencio, abrazando más fuerte el cuello de su padre. No le gustaba esa mujer ni la forma en que lo miraba.
De regreso en la oficina, Julio cerró la puerta con firmeza. Aún tenía a Aron en brazos, pero lo sentó con cuidado sobre su escritorio, justo al lado de los documentos que había dejado pendientes.
El niño lo miraba con el ceño fruncido, cruzando los brazos como un adulto en miniatura "Papá… no quiero que esa mujer se acerque a nosotros"
Julio lo observó en silencio unos segundos, sorprendido por la seriedad en sus palabras "Aron, ella es tu tía. No tienes que verla como alguien malo"
"¡Sí es mala!" insistió el niño con vehemencia "Te miraba raro, como si quisiera quitarte de mí… y de mamá"
El CEO suspiró, pasando una mano por el cabello de su hijo para calmarlo "Pequeño, eso no va a suceder. Tú eres mi prioridad. Y respecto a tu mamá…" hizo una pausa, cuidando su tono "Nadie podrá ocupar su lugar. Ustedes son mi mundo"
Aron lo miró fijo, aún desconfiado "¿Lo prometes, papá?"
Julio sonrió con ternura, inclinándose para besarlo en la frente "Te lo prometo, hijo. Pase lo que pase, siempre vamos a estar juntos"
El niño finalmente relajó los hombros, apoyando su cabeza contra el pecho de su padre.
Julio lo abrazó fuerte, mirando por la ventana con el pensamiento enredado.
Después de calmar los celos de Aron, Julio lo acomodó en una silla frente a su escritorio y le pidió con suavidad "Haz tus tareas mientras papá revisa unos documentos, ¿de acuerdo?"
El niño asintió y abrió su cuaderno con seriedad. Durante varios minutos, el despacho se llenó de un silencio productivo, apenas interrumpido por el sonido de las hojas y el tecleo constante de Julio.
Cada vez que Aron no entendía algo, levantaba la vista y preguntaba "Papá, ¿esto cómo se hace?"
Julio dejaba los papeles a un lado y, con paciencia infinita, le explicaba paso a paso. La ternura con la que el CEO se inclinaba sobre el cuaderno contrastaba con la imagen fría y autoritaria que mostraba al mundo.
Para Aron, no había un hombre más atento y dedicado que su padre.
Al terminar las tareas, el niño cerró su cuaderno con satisfacción y sonrió "Papá, ya terminé. Voy a buscar a mi tío Isaías"
Julio levantó la vista, lo miró con calma y asintió.
"Está bien, campeón. Pero no te alejes mucho y no hagas travesuras" advirtió, aunque sabia que no le haría caso, con Marcos en la empresa, ese par hacían de las suyas.
"No te preocupes papá" respondió el niño con orgullo "Todos aquí me cuidan y me adoran, soy el niño mas guapo y adorable" dijo mientras se cogía las mejillas haciendo muecas.
Y no exageraba. Desde el personal de limpieza hasta los directores, todos sabían ya quién era Aron. No solo por ser hijo del CEO, sino porque el travieso se había ganado el cariño de cada uno con su espontaneidad y simpatía.
Julio suspiro y vio a su hijo salir de oficina, pero inmediatamente aviso a Isaías, no entendía porque su hijo prefería estar en la empresa y no en la mansión con las nanas.
En la mansión había espacio para jugar, juegos como si fuese un parque y muchos juguetes.
Ema mientras disimulaba hacer algo deambulaba por los pasillos, ojos a la puerta de la oficina del CEO. Observó que el niño salía de la oficina, en su mente era sobrino de Julio.
Aprovechando la ocasión, sacó un caramelo de su bolsillo y se acercó con una sonrisa fingida "Hola, niño. ¿Quieres un caramelo?" preguntó, mostrándoselo con la mano extendida.
Aron la miró con suspicacia, ladeando la cabeza, pero decidió seguirle el juego "¿Sabías que cada persona tiene un nombre?" preguntó con aparente inocencia, aunque detrás de sus palabras dejaba claro que ella era poca inteligente.
Ema, poco acostumbrada a conversaciones inteligentes, respondió con simpleza "Ajá… ¿y cómo te llamas?"
El niño sonrió con picardía "Me llamo Aron Mars. Por cierto… ¿eres pobre?"
El comentario le encendió la sangre y escandalizada respondió "¡Claro que no!" replicó con brusquedad "No necesito trabajar, tengo suficiente dinero. ¿Por qué lo dices?"
Aron cruzó los brazos, lanzando su contraataque.
"Umm… si no necesitas trabajar, ¿por qué estás aquí quitándole la oportunidad a alguien más?"
La examinó de arriba abajo, antes de añadir con una risita traviesa "Además, tu ropa es muy chiquita… me imagino que no alcanzó el dinero para comprar más tela"
La sonrisa de Ema se borró de golpe. Antes de que pudiera reaccionar, el niño remató "Y, además, mi mamá y papá me dijeron que no recibiera nada de brujas… porque podría estar envenenado"
"¡Niño malcriado!" estalló Ema, perdiendo toda compostura "¿Quiénes son tus padres, que no te enseñan educación?"
Aron, divertido, soltó una carcajada "Soy hijo de Julio Mars y de Dalila Rosales, la mujer más hermosa… que tiene a papá loco de amor y una sargento honorable"
Le sacó la lengua, giro hacia la oficina de su tío Marcos y se despidió con burla "Adiós, vieja hueca. Y le voy a decir a papá que no sabe educar y que me lo dijiste tú"
Se fue corriendo, riéndose de su propia ocurrencia.
Ema quedó petrificada, con el rostro rojo de rabia. Pataleó como una niña haciendo un berrinche, pero luego su expresión cambió a incredulidad "¿Julio… tiene un hijo con mi hermanastra?" susurró para sí misma.
Recordó lo que su madre siempre le había dicho que Dalila solo era “esposa de papel”, que se había ido a malgastar la fortuna y que Julio había quedado solo.
"Tienen… un hijo" repitió, con los ojos abiertos de sorpresa, mientras la idea de un secreto bien guardado comenzaba a taladrarle la mente.
Después de dejar atrás a Ema en el pasillo, Aron fue directo a la oficina de su tío " Hola, tío. Por cierto… la mujer hueca que anda con ropa chiquita es la que quieres que se vaya" dijo mientras se acercaba.
Marcos dio un salto del susto "¡Aron! Deja de aparecerte así, pareces un duende"
El niño frunció la nariz y replicó sin dudar "Y tú pareces una mariposa con esa ropa que usas"
Marcos balbuceó, sin encontrar réplica, ese mocoso lo había dejado sin palabras. Finalmente se echó a reír.
"No sé cómo te aguanto. Ademas este estilo es moda hijo" dijo mientras lo cargo sentándolo en su regazo
El niño se encogió de hombros, como si fuera evidente.
Marcos suspiró y añadió "Si hablas de tu tía, sí es esa. No la soporto, esa voz chillona y el perfume barato que usa. Así que, hora del plan"
Marcos llamo a Ema, la mujer de mala gana contesto y tuvo que dejar de vigilar la puerta de la oficina de Julio y fue a la oficina de su jefe directo.
La mujer entró altiva, ajustándose el vestido.
Marcos apenas levantó la vista de unos documentos "Señorita Rosales, me imagino que terminó lo encargado. Los necesito en diez minutos sobre mi escritorio, luego podrá retirarse a su casa"
Ema parpadeó nerviosa "Señor… aún no termino. Estuve… revisando algunos detalles ¿Podemos dejarlo para mañana?"
Marcos arqueó una ceja "Lo siento, señorita, los necesito urgente, no se va hasta que termine" El tono era formal y seco, pero por dentro Marcos estaba riéndose.
Ema apretó los labios y salió enojada. Lo que no sabía era que esos minutos que había pasado en la oficina se convertirían en horas de castigo: su trabajo había sido saboteado por un pequeño celoso.
Aron, sigiloso salió de la oficina de su tío y fue hasta el ambiente de trabajo de la Ema, después de sabotear el trabajo salió rumbo a la oficina de su padre, satisfecho.
"Esa mujer hueca no sabe hacer nada. Solo tenía un pequeño montón de papeles ordenados" pensó.
Mientras tanto, Ema llegó dispuesta a recuperar tiempo perdido, pero al llegar a su escritorio, su rostro perdió color.
Los documentos que estaba organizados, ahora estaban esparcidos por el suelo y sobre el teclado de la computadora.
El monitor estaba manchado de labial y su cartera llena de crema de manos, todo estaba regado, su maquillaje totalmente destruido.
Se llevó las manos a la cabeza, sintiendo unas ganas terribles de llorar "¡No puede ser!" susurró entre dientes.
Fue hacia las otras secretarias a culpar histéricamente tratando de averiguar quien hizo eso, pero nadie le dio respuesta. Solo le dijeron loca y la corrieron, nadie le hizo caso.
Volvió hacia su escritorio a limpiar y a empezar nuevamente el poco avance que tenía, sino Marcos sin duda la echara de la empresa.
Mientras la pobre mujer que codicia el lugar de su hermanastra sufre las consecuencias, un pequeño diablillo entra a la oficina de su padre con una sonrisa que demuestra su gran hazaña.
Julio lo mira tratando de averiguar que hizo esta vez su hijo, pero Aron con unas palabras dulces y en abrazo desvió la atención de su padre.
Todos los empleados desfilaban rumbo a su casa, solo Ema seguía sentada tratando de terminar su trabajo, pero por estar renegando de la vida, no se concentraba y no avanzaba nada.
Marcos se acerco arrogantemente a Ema, con las manos en el bolsillo dijo "Veo que la señorita Rosales no cumplió con la tarea encargada"
Ema alzo la mirada tratando de dar una explicación de lo sucedido, pero Marcos alzo la mano "No quiero excusas señorita Rosales. En consideración, mañana a primera hora esos documentos ya deben estar listos. Con su permiso" se fue dejándola con la palabra en la boca.
Detrás de Marcos, Julio salió con Aron a la mansión, Ema los vio salir y aprovecho para generar lastima y se empezó a quejarse "Julio he sido victima de una injusticia…"
Julio molesto por la interrupción de la mujer, estaba conversando con su hijo sobre como le fue en la escuela "Señorita Rosales, su jefe directo es el vicepresidente Marcos Beltrán, con el puede hablarlo y él me lo reportara. Sino esta apta para trabajar en mi empresa, puede irse" dijo marcando a su hijo en sus brazos y dejo sola a la mujer.
Ema lloro histéricamente por espantosa ignorada, fue a su escritorio y comenzó a trabajar. No podía permitirse perder la única oportunidad de estar cerca de Julio y poder conquistarlo.
Después de mucho tiempo Ema salió del consorcio arrastrando los pies. Sus tacones ya no tenían la misma elegancia con la que había llegado en la mañana; apenas podía sostenerse.
El maquillaje se había corrido y su cabello estaba despeinado.
Tan enojada estaba, que ni se detuvo a despedirse del personal de seguridad. Pasó de largo con el ceño fruncido como si el mundo entero fuera culpable de su desastre.
Rocío de tu noche loca con Samuel hubo consecuencia porque así estarían que no se cuidaron y hasta se te olvidó la pastilla de emergencia no te preocupes hoy verás al padre de la criatura como reaccionarán los dos cuando se vean 🤔🤔🤔🤔❓❓❓
Se acordarán de lo que hicieron 🤔🤔🤔❓❓❓