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La Protegida Del Don Greco

La Protegida Del Don Greco

Status: Terminada
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Mafia / Amor a primera vista / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:38.4k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Rosana C. Lyra

Theo Greco es uno de los mafiosos más temidos de Canadá. Griego de nacimiento, frío como el acero de sus armas y con cuarenta años de una vida marcada por sangre y traiciones, nunca creyó que algo pudiera sacudir su alma endurecida. Hasta encontrar a una joven encadenada en el sótano de una fábrica abandonada.

Herida, asustada y sin voz, ella es la prueba viviente de una pesadilla. Pero en sus ojos, Greco ve algo que jamás pensó volver a encontrar: el recuerdo de que aún existe humanidad dentro de él.

Entre armas, secretos y enemigos, nace un vínculo improbable entre un hombre que juró no ser capaz de amar y una mujer que lo perdió todo, menos el valor de sobrevivir.

¿Podrá una rosa hecha pedazos florecer en los brazos del Don más temido de Toronto?

NovelToon tiene autorización de Rosana C. Lyra para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18 – El Ataque al Puerto

La mañana se calentaba cuando Nikos irrumpió en el despacho de Theo sin llamar. El Don ya estaba despierto, como siempre, un cigarro encendido entre los dedos y la mirada fija en los informes esparcidos sobre la mesa. El sonido de la puerta empujada sin permiso no le agradó, pero la expresión en el rostro de Nikos advertía: había urgencia.

—Don… —dijo, jadeante— El puerto.

Theo alzó lentamente los ojos, el brillo ámbar de la brasa reflejándose en el despacho.

—Hable.

—Volkov atacó.

El silencio que siguió fue como el preludio de una tormenta.

Nikos tragó saliva.

—El cargamento de armas. Destruido. Solo quedaron cenizas y cuerpos. Dejó un mensaje en la pared del almacén, pintado con sangre: “Puedes matar a un hombre, pero no matas a una sombra.”

El cristal de la copa de whisky que Theo sostenía se partió en su mano. El líquido se derramó sobre la mesa, escurriéndose como sangre sobre los papeles.

—La sombra… —repitió, en un susurro grave— Entonces Volkov quiere jugar al fantasma.

Se levantó, dejó el cigarro en el cenicero y caminó hasta la ventana. Desde lo alto, la ciudad aún dormía en sus barrios nobles, pero en el submundo ya estaba en guerra.

—Organice todo. —dijo sin mirar a Nikos— Vamos a devolver el mensaje.

El contraataque fue rápido. Theo nunca dejaba espacio para que el enemigo respirara. Horas después, tres furgonetas rodearon un almacén conocido como punto de encuentro de los rusos. Dentro, los hombres bebían, confiados en la victoria de la noche anterior.

La puerta explotó antes de que cualquiera pudiera sacar un arma. La primera ráfaga de ametralladora derribó a cuatro de una vez. El resto entró en pánico. En medio del caos, la figura de Theo avanzó como una sombra viva, los ojos fríos, la puntería certera. Ningún disparo desperdiciado. Cada tiro era un cadáver en el suelo.

—¿Volkov mandó recuerdos? —preguntó, antes de disparar contra un hombre arrodillado, la sangre salpicando las paredes— Pues lleva los míos de vuelta.

Nikos observaba, acostumbrado a la brutalidad del Don, pero aún impresionado por su calma letal. No había prisa, no había emoción. Solo la precisión de un verdugo experimentado.

Al final, silencio. Solo cuerpos y pólvora. Theo limpió la mano en el saco de uno de los muertos, tomó el teléfono de otro y dijo:

—Difundan. Que todos sepan: Greco responde. Siempre.

Pero mientras Volkov era golpeado, surgía un nuevo enemigo… la policía. El ataque en el puerto había sido demasiado brutal, demasiado ruidoso. Las autoridades empezaron a husmear en las rutas de armas, interrogando a esbirros, cercando almacenes. Theo lo sabía, Volkov quería exactamente eso. Forzar al imperio griego a luchar en dos frentes.

De regreso a la mansión, el peso de la sangre aún estaba en sus ojos. Theo entró en el pasillo del segundo piso y se detuvo frente a la habitación de ella. Naya. La única cosa que, de algún modo, le recordaba que aún existía humanidad en el mundo.

Empujó la puerta despacio.

Ella estaba sentada junto a la ventana, el cabello aún húmedo tras el baño, el rostro pálido bajo la luz de la luna. Al verlo, no retrocedió como antes. Solo apretó el tejido de la ropa entre los dedos, nerviosa.

—Usted… está manchado de sangre. —dijo, casi sin voz.

Theo se detuvo, sorprendido por la claridad de la observación. Ella lo miraba, y él sintió la extraña necesidad de explicar, cosa que jamás hacía.

—A veces… es el precio para mantener esta casa en pie. —dijo, bajo.

Naya desvió la mirada, pero no guardó silencio. Su voz salió vacilante, como quien arrastra cadenas internas:

—Recuerdo… puertas rojas. —confesó, los ojos vagos— Y sonidos metálicos. Siempre el mismo sonido, como hierro golpeando hierro.

Theo se acercó, los ojos atentos.

—¿Puertas rojas? —repitió.

Ella asintió, las manos temblorosas.

—Sí… y hombres riendo… era antes del almacén. No sé dónde… pero… estuve allí.

Theo respiró hondo. Aquello no era solo recuerdo, era pista. Su mirada se endureció, pero por dentro la llama se encendió… Volkov. Solo podía ser él.

Se sentó en la butaca frente a ella, el rostro serio.

—Escucha, Naya. —la llamó por su nombre, firme— Lo que recuerdas puede ser la clave para destruir a ese gusano de una vez.

Ella alzó los ojos, llenos de lágrimas.

—Yo… no quiero volver.

—No lo harás. —dijo, categórico— Iré yo. Pero necesito que me muestres cada detalle que logres recordar.

El silencio se extendió, pesado. Luego, por primera vez, Naya asintió. No por obediencia. Sino por confianza.

Y en ese instante, Theo supo que el pasado de ella no era solo una carga. Era la clave para aplastar a Volkov, el fantasma que respira.

A la mañana siguiente, el cielo de Toronto se abrió de manera inusual. El invierno solía ser gris, un velo pesado sobre la ciudad, pero ese día el sol atravesaba las nubes con insistencia. Desde la terraza de la mansión, la nieve reflejaba la claridad como si fuera cristal.

Theo aprovechó la ocasión. Mandó preparar una mesa sencilla, pero elegante, en la terraza. Servilletas blancas, platos de porcelana, una botella de vino discreta. Cuando Naya apareció, vacilante, fue escoltada hasta él.

Theo se levantó al verla, en un gesto que sorprendió hasta a sí mismo. Le corrió la silla para que se sentara. Ella se acomodó despacio, los ojos entrecerrados contra la luz, como alguien que hacía mucho no veía el sol de verdad.

—No es común tener días así en invierno. —dijo él, sirviéndole agua en su copa— Pensé que… podríamos aprovecharlo.

Naya no respondió de inmediato. Miró a su alrededor, como si le resultara extraño estar en un lugar abierto, sin paredes, sin puertas cerradas con llave. Respiró hondo y, por primera vez desde que llegó a la mansión, parecía respirar de verdad.

El silencio se prolongó hasta que Theo, apoyando los codos en la mesa, rompió la barrera:

—Naya… ¿de dónde vienes? —preguntó, la voz grave, pero sin dureza— ¿Quién era tu familia?

Ella permaneció inmóvil unos segundos. Los dedos temblorosos sostuvieron la copa, pero no la llevaron a la boca. Sus ojos se humedecieron antes de que saliera la primera palabra:

—De donde yo vengo… —dijo, con voz ronca, como si hasta el pensamiento fuese una cuerda en la garganta— Soy de Belgrado, en Serbia.

Theo solo escuchó.

—Mis padres… —continuó ella, la respiración agitada— eran personas sencillas. Trabajaban en el comercio local, nada grandioso, nada que pudiera llamar la atención. Pero un día llegó Vladimir. Dijo que mi padre le debía dinero. No le debía. No había deuda. Pero para él, bastaba con querer.

Sus manos empezaron a temblar con más fuerza.

—Nos llevó. A mí, a mis padres, a mi hermano. Nos encerró en un sótano como ganado. —Su voz fallaba, pero no se detenía— Y cuando quiso llevarme… se aseguró de matar a todos delante de mí. A mi padre, a mi madre, a mi hermano menor. Uno por uno. Para que nunca olvidara que estaba sola.

Theo sintió que la mandíbula se contraía. No interrumpió, solo apretó la copa de vino con tanta fuerza que el cristal casi cedió.

—Después… —Naya cerró los ojos, y lágrimas calientes rodaron— vinieron los meses de dolor. Golpes… abusos. Él decía que yo era su propiedad. Que nunca más tendría nombre, solo número. Mercancía. —La palabra salió como ácido— 717. Eso era yo. Un objeto.

Las lágrimas caían, pero ella continuaba, como si el corazón exigiera vaciar aquella pena guardada.

—A veces deseaba morir. Otras veces, deseaba matarlo. Pero nunca pude. Entonces, sobreviví. Solo eso. Sobreviví.

Un silencio pesado cayó sobre la terraza. El viento frío le golpeaba el rostro, pero las lágrimas eran más calientes que cualquier infierno.

Theo la observaba. Y, por dentro, algo ardía como un volcán a punto de estallar. No era compasión. Era furia. Era la certeza de que cada palabra que Naya decía era una marca que él mismo cargaría desde ese momento.

Se inclinó hacia adelante, la voz baja, pero cargada como un arma:

—Naya… te lo juro. Ese hombre ya está muerto. Pero el infierno en el que intentó meterte… se lo devolveré diez veces peor a todos los que sigan el mismo camino.

Ella levantó los ojos, enrojecidos por las lágrimas, y lo miró como si fuera la primera vez que creía en algo dicho por otro ser humano.

Theo sostuvo la copa, pero no bebió. Solo dejó que la promesa flotara en el aire, como una sentencia escrita con su propia sangre.

Y en aquella terraza, bajo el raro sol de invierno, Naya no solo compartió su dolor. Se devolvió a sí misma el derecho de ser alguien de carne, sangre y recuerdos. No mercancía. No número. Naya Eleni Markovic.

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Letty Santaella de Samaniego
hermosa novela
Tamara
Hermoso
Beatriz Mas
excelente historia!!
Chali Ortiz
muy linda historia me atrapó desde el principio,
me gustó como se fue desenvolviendo la protagonista
un pequeño detalle, cuando atraparon a Stefano no hubo concordancia, ya que al principio decías que estaba de rodillas amarrado a la silla y al final escribiste que estaba atado a una columna
te deseo muchos éxitos y gracias por compartir tu talento
👏👏👏👏👏👏👏👏💐💐💐💐💐💐
Maria Rojas
felicidades autora una excelente novela muy buena la trama los personajes y tuvo un gran final éxitos bendiciones
JZulay
una historia que me mantuvo en vilo .....viendo al hombre rudo e implacable que fue transformado por un amor que no esperó.

💯 recomendada 😉👌🏼
🇧🇷Rosana Lyra🇧🇷: Gracias mi querida, la historia de Nikos está completa en el perfil ❤️
total 1 replies
JZulay
😔🙏🏼🥺😍.... increíble Greco..... transformación total ☺️
JZulay
ohhh muchacha....te la pasarás en cama y criando 🤭😋
JZulay
🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️
JZulay
quién lo diría...el mafioso férreo....pero tan tierno ..🥰
JZulay
tú la creaste ...!!!!....ella se reconstruye ...😍❤️
JZulay
atrevido Morozov.....venir amedrentar en la puerta de su casa 😤.....
De lo que llevas ....traes.... 🤜🏼🤛🏼
JZulay
hermoso...🥰..ver un hombre que no se quiebra por nada, pero cuando el amor ❤️ toca a su puerta no tiene cómo resistirla 😍
JZulay
ya era hora.../CoolGuy/....todos estábamos languideciendo...!!!!!..../Hey//Smug//Proud//Tongue//Drool/
JZulay
mi reina.....qué haces nadando contra la corriente ...,🤔....sí no quieres ver sangre , entonces abandona ese lugar....pero ten por seguro, que tú serás la próxima con un tiro en la cabeza o peor ..../CoolGuy/
JZulay
Theo encontraste lo que no estabas buscando !!!??...,❤️💔
JZulay
mucha larga a ese silencio !!!!! 🤦🏼‍♀️
JZulay
qué osado Vladimir.....🤦🏼‍♀️.....sí ... definitivamente...
estás muerto !!??!!!
JZulay
esto es un duelo en el infierno ⚒️
JZulay
me tiene en suspenso /Blush/
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