Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPÍTULO 16
__ ¿Está bien? Señor Santoro _ le preguntó su asistente a su jefe. Que aún no se recuperaba de ser atropellado, por un hermoso y sexy huracán.
La atrevida mujer le había tumbado el portafolio de sus manos y sus lentes de sol.
Pero lo peor, es que ella solo emitió una pequeña disculpa y se alejó, sin importarle todo lo que había ocasionado.
__ Sí, si no te preocupes Deborah —le respondió el hombre sin quitar la mirada de la sexy figura que desaparecía a lo lejos.
__ Ja, ja, ja. Amigo, deberías volver al jet y regresar a Italia. Esto es un mal augurio. El gran CEO Cristiano Santoro atropellado e ignorado por una sexy mujer, en las primeras dos horas en este país. _ Se burló Milano que es su hombre de confianza.
__ Ja, ja, ja Idiota _ dijo Cristiano, tratando de recordar el hermoso rostro de su agresora.
__ Señor. Lo llama su esposa _ lo interrumpió su asistente al ver la pantalla de su celular.
__ Oh, por Dios, otro mal augurio. Amigo tu día no puede estar peor _ dijo Milano
__ Ignórala Deborah. Seguro te está llamando, porque no he querido contestarle. Y ya vamos, que mi amigo Santiago debe estar esperando.
El hombre entró al ascensor y marcó el último piso
Mientras tanto, Genoveva caminaba hacia su camioneta. Apenas cerró la puerta soltó el llanto que tenía retenido.
__ Maldito seas, Santiago Santibáñez. Maldito seas, te juro que te arrancaré de mi corazón y te olvidaré _ decía Genoveva, mientras golpeaba el volante descargando toda su furia.
Después de desahogarse aún dentro del estacionamiento, ella limpió sus lágrimas y encendió su auto. Ya era hora de buscar a sus pequeños en el colegio.
Era hora de convertirse en la super mamá y dejar a la mujer sufrida escondida dentro de ella.
Santiago la llamó en la noche para invitarla a cenar y ella lo mandó al diablo, pero inmediatamente se arrepintió.
Los días pasaron y Santiago seguía cumpliendo todas sus obligaciones con sus hijos. Incluyendo las visitas.
El abogado llamó a Genoveva para informarle que ya su tarjeta no era ilimitada. Su esposo había fijado para ella, una jugosa mensualidad para todos sus gastos.
Genoveva entendió que ya estaba perdiendo sus privilegios. Por lo que tomó una agenda y comenzó a organizar sus gastos.
Afortunadamente, la colegiatura de los niños era responsabilidad de Santiago, al igual que el sueldo de la niñera. Pero igual ella debía ser más prudente con los gastos de ahora en adelante.
Genoveva, pasaba el día en su divertida rutina con sus pequeños, pero en las noches vivía su tormento, un tormento privado que solo ella conocía.
Genoveva apenas se dormía unos minutos, comenzaba a tener sueños húmedos con su marido y a sentir su cuerpo encendido de pasión. Definitivamente, la abstinencia la estaba afectando más de lo que ella quería aceptar.
Pero era lógico. Su cuerpo estaba acostumbrado a tener largas y extenuantes sesiones sexo, por lo menos cinco veces a la semana. Lo más impresionante es que desde un principio, Genoveva fue insaciable en la intimidad.
Santiago los primeros meses, se sentía frustrado. No lograba complacerla. Para lograrlo tenía que tomar estimulantes, para complacerla totalmente y después con el tiempo, Santiago con ejercicios y entrenamientos mejoró su condición física y fue cuando logró llevarle el ritmo. Por eso Camila no recordaba a Santiago tan libidinoso y apasionado.
Pero ahora ella estaba sola y su cuerpo le exigía placer y aunque ella se había comprado varios amiguitos. Ninguno la satisfacía, le hacía falta el calor corporal, las caricias y los besos.
Esta situación hacía que Genoveva en momentos se sintiera acalorada o atraída, por algunos hombres con los que coincidía en su rutina. Ella había estado tentada a llamar a Santiago para darse un revolcón. Pero su orgullo, era mayor que su deseo.
Incluso había estado visitando páginas de servicios de gigoló, pero siempre terminaba arrepintiéndose, le daba temor ser descubierta por Santiago o por algún periodista indiscreto, sobre todo, los de la Revista “El Contraataque de la Esposa” que la han estado llamando para la exclusiva.
Por eso, ella se abstenía de cometer algún error que pusiera en tela de juicio su reputación. Sobre todo, por su pequeño Máximo, que leía los portales más famosos de noticias.
Ese día los niños estaban cenando y contándole a su madre algunos de los planes que tenían para el fin de semana con su padre.
Genoveva los escuchaba con atención, cuando el sonido de su teléfono los interrumpió.
Genoveva frunció el ceño. En la pantalla se leía el nombre del responsable de sus sueños y sus pensamientos pecaminosos.
Ella estaba negada a responderle. Esa sexy y masculina voz. Era lo último que ella necesitaba oír a esta hora de la noche.
__ MAMI, _ la llamó Máximo y ella le extendió el teléfono, para que él hablara con su padre.