Sr. Dominante

POV ALEJANDRO.

Dios.

Mi primera cita con Liliana salió muy mal, literal es la mejor y peor cita que he tenido en mi vida. Realmente deseaba salir con ella de manera desesperada, necesitaba hacer las cosas bien, Pero todo se fue al carajo haciendo que está fuera la cita más desastrosa que he tenido.

Puedo decir que al final todo valió la pena porque ahora esa mujer hermosa se encuentra a mi lado durmiendo plácidamente en mis brazos.

Por otro lado, tampoco dejo de pensar en cómo Amara, una vez más, me dio otro dolor de cabeza y arruino lo que para mí era perfecto. La ira se hace presente en mí, aunque he pasado por muchas cosas a causa de ella nada de esto me sorprende. Ella viene siendo para mi vida ese desastre esperando a suceder y sé que cuando lo haga, no sé si sea capaz de proteger a Liliana.

Mirándola fijamente mientras duerme por mi mente pasa muchas cosas, una de ellas es que no puedo permitir que nada ni nadie le haga daño. Todo lo que quiero y necesito Está frente a mi justo en este momento.

Se ve tan hermosa e inocente, que hasta a mí me da miedo lastimarla sin intención. Con mi dedo, trazo cada rasgo de su rostro, bajando por su cuello y recorriendo todo su esbelto y hermoso cuerpo desnudo.

Saber que prácticamente he sido el primero en hacerla sentir mujer y en darle un orgasmo en toda su vida, me hace querer golpearme el pecho con el puño como tarzán de orgullo y matar al tipo que tuvo sus asquerosas manos sobre ella y no lo supo cuidar.

Ahora solo me interesa el que la tengo yo, y nadie me la quitará.

Sigo cruzando mi dedo por ella y tan pronto como mi dedo alcanza nuevamente sus pechos firmes, juguete con su pezón amando la forma en que se endureció instantáneamente. Incluso dormida, su cuerpo respondía a mí. Solo a mí.

Su respiración se volvió más profunda y detuve de inmediato mi toque. Mis nervios se instalaron de inmediato porque este mismo ruido hizo la primera noche cuando parecía estar entre la espada y la pared en una pesadilla despiadada.

Nunca en mi vida he odiado ni querido asesinar a una persona, como a la que le hizo daño a mi mujer.

Todos esos sentimientos que me inundaron hace un momento desaparecieron al ver sus hermosos ojos cafés abrirse. Apenas me ve, emboza una sonrisa llenando mi corazón con un sentimiento que no puedo describir. Jadea cuando vuelvo a tocarla y está jadeo es de placer.

—Buenos días, hermosa— mi voz estaba ronca.

Se estiró un poco con pereza y pude apreciar aún más su belleza.

Estaba tan distraído viendo su rostro que no noté cuando su mano baja y tomo mi hombría de manera posesiva.

—Mmmm. ¿Qué haces?— gemí, mientras sentí como mi erección se ponía más dura.

—Te estoy buscando— En un movimiento sensual y rápido me empujó haciéndome recostar y ella se subió sobre mí. Me besó con fuerza y nuestras lenguas luchaban por ver quién ganaría, y fue ella. Siempre será ella.

Sus labios descendieron hacia mi cuello, chupando y mordiendo. —Te necesito de inmediato, Liliana—

Trate de ser yo quien iniciará, pero ella de inmediato me detuvo. Movió su dedo índice de lado a lado en señal para que me detuviera.

Mordió el lóbulo de mi oreja juguetonamente.

No pude hacer nada más que dejar que ella hiciera lo que quería.

Tomo mi V***a erecta y empezó a masajearlo, y esto se sentía jodidamente bien.

—Estás haciendo que me desespere de placer, necesito sentirte dentro de mí— y era realmente cierto, la necesitaba con urgencia.

En lugar de adentrarse en mí, su cara se acercó a mi hombría. —¿Liliana?— me levanté quedando apoyado en mis codos para poder apreciar más la escena delante de mí. —Mírame Liliana— le pedí cuando noté que su expresión cambio un poco. Me miró y en sus ojos pude ver: lujuria, tristeza, vergüenza, pero sobre todo un miedo, uno que me hizo arder de coraje. Odio ver esa expresión en sus hermosos ojos, ella no merecía nada que pudiera causar ese sentimiento, y yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para borrar eso de su rostro y de su vida de una maldita vez.

La atraje hasta que estuvimos cara a cara.

—Conmigo nunca tendrás que hacer algo que no quieras ¿Me entiendes?— deslice mis manos hasta llegar a sus mejillas y sostuve su rostro con ambas manos cuando intento evitar mi mirada. —Tú decides que quieres hacer, soy todo tuyo, y tú serás mía hasta donde me lo permitas—

Una lágrima salió de sus ojos rodando por su mejilla y cayendo en mi mano. Eso hizo que mi pecho se apretara.

—Yo no... no quería parar, lo siento— ¿Por qué se estaba disculpando por detenerse? Joder Liliana. ¿Qué carajos te hicieron?.

—No, hermosa, no lo hagas. No permitiré que te disculpes por algo que no quieres hacer. No lo hagas por favor—

—Quería hacerlo, me nació contigo. Pero nunca he hecho algo así— su voz era tan suave y en un susurro que tuve que esforzarme para poder meterle. —No al menos voluntariamente—

Me quedé quieto y sin saber qué decir ante su declaración y ella también. Su rostro avergonzado me decía a gritos que ella no quería decir eso en voz alta.

Me senté y al menos agradecí para mí mismo que ella está vez no huyó y se estaba abriendo a mí poco a poco.

Cuando vi que se intentó levantar y la tomé de la muñeca. —Liliana, espera—

—No, déjame un momento. Déjame ir— sus lágrimas salieron aún más.

—¡Espera!— mi voz salió fuerte y con una orden, una que necesitaba para captar su atención. Ella se detuvo instantáneamente y me miró con ese maldito miedo que tanto odio.

Volví a tomar su rostro un poco más fuerte, pegue mi frente a la de ella.

Necesitaba hacerle entender de todas las maneras posibles que yo solo quería cosas bonitas con ella. Que estaba dispuesta a ayudarla a que olvidara esos miedos...