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Mil Años De Metamorfosis

Mil Años De Metamorfosis

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Fantasía épica / Superhombre / Espadas y magia
Popularitas:517
Nilai: 5
nombre de autor: zack storytime

Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.

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Capítulo 15: El Guardián de la Cueva

Zen avanzaba lentamente por la cueva, sus pasos resonaban en el silencio húmedo y opresivo. La oscuridad se hacía más densa a medida que se adentraba más en las entrañas de la tierra. Su aguda visión le permitía ver a través de la penumbra, revelando un paisaje de rocas y estalagmitas que parecían haber sido esculpidas por siglos de erosión.

Después de un tiempo de caminar, algo llamó su atención. Una entrada se perfilaba en la distancia, pero no parecía natural. Sus bordes eran demasiado regulares y las paredes mostraban signos de haber sido talladas por manos humanas o, al menos, por alguna fuerza inteligente. *Esto no es obra de la naturaleza,* pensó Zen mientras se acercaba cautelosamente.

Al entrar por la entrada artificial, se encontró rodeado de símbolos y grabados que cubrían las paredes. Los símbolos eran antiguos, sus formas se entrelazaban en patrones intrincados y complejos que sugerían una civilización avanzada y posiblemente mucho más antigua que Mecaget. Mientras avanzaba, el aire se volvía más pesado y el olor a humedad se intensificaba, mezclado con un aroma metálico que no podía identificar. Las paredes estaban llenas de símbolos arcaicos, algunos de los cuales parecían brillar débilmente con una luz propia.

Zen observaba los símbolos con creciente interés, tratando de descifrar su significado. *Estos símbolos deben contener algún tipo de conocimiento perdido,* pensó, mientras sus garras rozaban suavemente las inscripciones antiguas. Aunque no podía entender completamente lo que decían, sentía una conexión extraña con las antiguas civilizaciones que los habían creado.

A medida que avanzaba, se dio cuenta de que muchas de las trampas que debían haber en el lugar no estaban funcionando correctamente. Algunos mecanismos se activaban pero no lograban cumplir su propósito, lanzando chispas y fragmentos de metal al suelo sin causar ningún daño. Zen se sintió un poco decepcionado por la falta de desafío. *Es una lástima que el tiempo haya destruido las trampas. Podría haber sido más interesante,* pensó mientras esquivaba fácilmente los restos de mecanismos inactivos.

El túnel continuaba por varios cientos de metros, y Zen se encontró con más trampas fallidas y símbolos que parecían contar la historia de una civilización antigua. A pesar de su curiosidad, la falta de actividad y la monotonía de los pasillos comenzaron a aburrirlo. *Espero que haya algo más al final de esto,* pensó, deseando encontrar algo que valiera la pena.

Al final del largo pasillo, Zen vio algo que captó su atención. Un cofre grande y antiguo estaba colocado al pie de una estatua imponente. La estatua, de un material oscuro y brillante, representaba a una figura grotesca con un rostro distorsionado y una postura amenazante. Sin embargo, lo que más destacaba era la forma en que el cofre parecía estar protegido por la estatua.

Justo cuando Zen extendía la mano para tomar el cofre, un golpe poderoso lo lanzó volando hacia atrás, impactándolo contra la pared de piedra con una fuerza que hizo temblar la cueva. Aturdido y confundido, Zen se levantó rápidamente, observando la estatua con desconfianza. *¿Qué acaba de pasar?* se preguntó, mientras sus ojos escudriñaban la figura inerte.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que la estatua no era lo que parecía. Comenzó a moverse, sus extremidades de piedra crujían y rechinaban mientras cobraba vida. La estatua era en realidad un troll, un guardián que había estado esperando en letargo durante siglos. *Los trolls tienen la capacidad de volverse estatuas y atacar por sorpresa,* recordó Zen, una sonrisa se extendía por su rostro mientras se preparaba para el combate. Era la primera vez desde su despertar que un enemigo lograba hacerlo retroceder. *Esto va a ser interesante,* pensó con una mezcla de emoción y anticipación.

El troll, que había estado fingiendo ser una estatua, se lanzó hacia Zen con una velocidad y fuerza sorprendentes. Sus golpes eran rápidos y precisos, y sus movimientos demostraban una habilidad que no se esperaba de una criatura de su tamaño. Zen contraatacó, sus garras chocaban contra la piel rocosa del troll, que parecía casi invulnerable a sus ataques.

El combate se intensificó rápidamente, con ambos contendientes intercambiando golpes poderosos. Zen notó que el troll tenía símbolos tallados en su cuerpo, los cuales comenzaron a brillar intensamente a medida que la batalla continuaba. *¿Qué significan estos símbolos?* se preguntó mientras esquivaba otro ataque.

De repente, los símbolos emitieron una luz cegadora y, ante los ojos sorprendidos de Zen, varios golems comenzaron a formarse a partir del suelo rocoso de la cueva. Los golems, con sus cuerpos masivos y formas toscas, se movían con una intención letal, avanzando hacia Zen con una determinación implacable.

Zen se sintió una mezcla de emoción y desafío. Era la primera vez que se veía obligado a utilizar tanta fuerza desde su transformación. *Finalmente, algo que vale la pena,* pensó mientras se preparaba para enfrentar a sus nuevos adversarios. Decidió utilizar solo la mitad de su fuerza, queriendo medir la resistencia de estos enemigos antes de desatar todo su poder.

El combate fue feroz, con Zen moviéndose con una velocidad y agilidad que desmentían su enorme tamaño. Sus garras se movían como relámpagos, derribando a los golems uno tras otro. El troll, viendo cómo sus aliados eran destruidos, lanzó un rugido de furia y se abalanzó sobre Zen con renovada ferocidad.

A pesar de sus esfuerzos, los golems y el troll no pudieron resistir mucho tiempo. Con un golpe poderoso, Zen destruyó a los golems, reduciéndolos a pilas de escombros inertes. El troll, aunque mostró una resistencia impresionante, finalmente cayó bajo los embates implacables de Zen. El combate, que había comenzado con tanta promesa, terminó rápidamente, dejando a Zen sintiéndose un poco decepcionado.

—Esperaba más de ti,—murmuró Zen mientras se acercaba al cofre. Con cuidado, levantó la tapa, revelando su contenido. Dentro, encontró un collar antiguo y elaborado, decorado con runas que brillaban con una luz mágica. Aunque Zen no podía identificar el hechizo exacto, podía sentir el poder que emanaba del artefacto. *¿Qué tipo de hechizo tendrá?* se preguntó, intrigado por las posibilidades que ofrecía el collar.

Satisfecho con su hallazgo, pero consciente de que aún había muchas preguntas sin respuesta, Zen guardó el collar y se dispuso a regresar a la superficie. Sabía que su tiempo en esta región estaba llegando a su fin, y que pronto tendría que enfrentarse a nuevos desafíos y descubrir más secretos sobre su propia existencia.

Con un último vistazo al troll caído y al cofre vacío, Zen comenzó a caminar de regreso por el túnel, su mente llena de pensamientos sobre el futuro y los desafíos que le esperaban. Sabía que no podía quedarse mucho tiempo en su base actual, ya que los humanos seguramente estarían buscándolo. *Es hora de dirigirse a la capital,* pensó, decidido a descubrir más sobre su pasado y a encontrar su lugar en este nuevo y extraño mundo.

El regreso por el túnel fue más rápido de lo que había anticipado, con la mente ocupada en sus descubrimientos y el deseo de avanzar hacia la siguiente etapa de su viaje. Mientras se acercaba a la salida de la cueva, el aire se volvía más fresco y la luz del día comenzaba a filtrarse débilmente a través de la abertura.

Sin embargo, justo cuando salió de la cueva, una explosión de energía lo golpeó, lanzándolo hacia atrás y haciéndolo rodar por el suelo. Aturdido, Zen se levantó rápidamente y observó a su alrededor, buscando la fuente del ataque. Frente a él, con la mirada llena de determinación, estaba Elara, la maga que había visto en la torre. Su postura era desafiante y sus manos brillaban con una luz mágica.

—¡Tú!—gritó Elara, su voz resonaba con furia y resolución. —No permitiré que sigas destruyendo y causando caos. Hoy enfrentarás la justicia.

Zen observó a la maga con una mezcla de curiosidad y desdén. *Así que me has estado siguiendo,* pensó mientras evaluaba la situación. Sabía que el combate sería inevitable y que tendría que enfrentarse a ella para continuar su viaje.

La maga, con su magia resonando en el aire y su determinación clara, se preparó para atacar nuevamente. Zen, consciente de que este sería un combate diferente a cualquier otro que había enfrentado desde su despertar, se preparó para la batalla, sus sentidos estaban alerta y su mente enfocada en el desafío que se avecinaba.

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