JAZMÍN: El Dulce Caramelo Del Boss.

❤️ JAZMÍN LOBO🍬

El sol apenas comienza a asomarse por el horizonte cuando salgo de la clínica, iluminando los hermosos edificios de piedra y las calles llenas de vida. Mis pasos resonando en el pavimento todavía fresco de la mañana. Después de una larga noche de turnos, la poca calma de Florencia me envuelve como un abrigo suave. La ciudad despierta lentamente, con los aromas del café recién hecho y el pan horneado que se filtran por los callejones. A pesar de haber nacido en la mafia y de pertenecer a una familia adinerada, siempre he encontrado belleza en las cosas simples: un croissant dorado, el murmullo de las hojas en el viento.

Mi seguridad, viene discretamente detrás de mí, sigue cada uno de mis movimientos. Aunque sé que están ahí, me gusta pensar que tengo libertad, aunque sea por unos instantes. Camino hacia una panadería que siempre me ha encantado. El pequeño local tiene un encanto rústico, y el calor que emana del horno me envuelve al abrir la puerta.

—Buenos días, señorita Jazmín. ¿Hoy un poco de todo? —me sonríe la panadera, mientras empaqueta un par de panes.

—Sí, por favor. Y un par de esos croissants que huelen delicioso —respondo, sonriendo.

Salgo de la panadería con la bolsa de pan en la mano, el aroma aún más tentador. Mi vehículo de seguridad espera en la esquina. Con la ayuda de una de mis guardaespaldas, subo al auto, el motor ronronea suavemente mientras comienza a avanzar por las calles de la ciudad.

Abro mi teléfono y entro al chat grupal familiar. Los mensajes ya están llegando.

Emiliano: "¡Buenos días, familia! ¿Quién ya está despierto? Mis príncipes ya están con ganas de desayunar"

Alessandro: "Ojalá sigan así hasta grandes. Yo me estoy preparando para salir al gimnasio y luego a la universidad. ¿Y ustedes?"

Yo: "Yo voy camino a casa. Buen día para todos".

Emiliano: "Pulga"

Yo: "Cabeza de incendio"

Abigail: "Los mellizos ya están comiendo sus papillas. ¡No puedo creer cuánto han crecido! ¡Les debo fotos!

Las imágenes de mis sobrinos aparecen en el chat, dos pequeños traviesos con sonrisas que iluminan la pantalla y sus cabellos rojos.

Yo: "¡Qué hermosos están! ¡No puedo esperar a verlos en persona! Les voy a morder los cachetes.

Abigail: "Si no es que ellos te muerde a tí primero".

Papá: "Hoy tenemos que hablar sobre la reunión mensual, Jazmín. No te olvides, por favor.

Yo: "No lo haré, papito".

Mamá: "Espero que estén bien, mis amores, les deseo un lindo día. Les prepararé lasaña.

Emiliano: "Uy qué rico, a mí me guardas doble porción".

Alessandro: "Mamá yo quiero pasta a la boloñesa"

Mamá: "Les prepararé algo rico a todos"

Papá: "Yo quiero un beso"

Mamá: "Si amore, lo que quieras"

Alessandro: Ah, no empiecen.

Yo: "Deja que los demás vivan su amor, Alessandro".

Alessandro: "Como digas pulga"

Sigo leyendo los mensajes mientras el auto avanza, sintiendo el calor del amor familiar envolviéndome. No puedo evitar sonreír al pensar en la locura de mi vida, entre la mafia y el amor. Sin darme cuenta, ya hemos llegado a mi edificio, y el vehículo se detiene en el estacionamiento privado. Una de mis guardaespaldas abre la puerta para mí, y juntas nos dirigimos al ascensor.

Al llegar al penthouse, las tres guardias realizan una inspección rápida antes de darme el visto bueno. Una vez adentro, me siento aliviada de poder estar sola.

—Buenos días, Clari —saludo a mi empleada del servicio, quien ordena el espacio con esmero.

—Buenos días, señorita Jazmín. ¿Quiere que le prepare el desayuno? —pregunta, mirando la bolsa de pan en mis manos.

—Sí, por favor. Haz algo delicioso, como siempre para todas —le respondo, entregándole la bolsa.

Subo a mi habitación, donde me quito la ropa de trabajo y me meto en la ducha. El agua caliente me reconforta, y me permite dejar atrás el cansancio del turno nocturno. Después de vestirme con un conjunto cómodo y amarrar mi cabello en una coleta baja, salgo al comedor, donde el aroma del desayuno recién hecho me recibe.

Clara me informa que todo está listo, y me siento a la mesa, ansiosa por el primer bocado. Mientras desayuno, decido hacer una videollamada a Aurora. Espero que se conecte pronto.

—¡Jazmín! —su voz llena de energía resuena a través de la pantalla.

—¡Aurora! ¡Buenos días! —respondo, sintiéndome feliz de verla —¿Cómo estás? ¿Y mis trillizos favoritos? — le pregunto.

—Aún duermen, gracias a Dios. Y Bastian está trabajando y yo terminando algunos diseños. Pero, ¡tengo noticias geniales!

—¿Qué pasó? —pregunto, intrigada.

—Aidan se casa con su amor — me dice, con su rostro iluminándose con una sonrisa.

Sonrío, sintiéndome emocionada por ella.

—¡Eso es maravilloso! ¡Me alegra tanto por él! Aidan se lo merece, ha tenido tantas malas experiencias.

—¡Sí! Y no puedo esperar para comenzar a crear su traje y el del novio —responde, con alegría en su voz.

La conversación fluye con naturalidad, llenándonos de risas y anécdotas. Pero luego, siento que es tiempo de compartir algo importante con mi mejor amiga.

—Aurora, debo contarte algo… —digo, sintiendo millones de mariposas en el estómago.

—Soy toda oídos, bella flor —responde, curiosa.

—Damir y yo… somos novios. —Las palabras fluyen, y su reacción es instantánea.

—¡¿Qué?! ¡Sí! ¡Al fin! —chilla emocionada. — Ya se habían tardado ¿Cuándo pasó esto?

—Fue en la boda de Yulia. Fue mágico, Aurora. Todo fue tan dulce, tan lindo… —le cuento, recordando cada momento.

—¡No puedo creer que no me lo dijiste antes! —se queja, pero su voz está llena de alegría.

_¡Lo siento! Creo que aún lo estaba procesando. Todo ha sido tan lindo que a veces temo que solo sea un sueño.

_Es la plena realidad, disfruta de tu noviazgo y de tu amor a plenitud. Por favor no olvides que yo soy quien diseñará tu vestido de novia.

_No lo olvido. Damir me invitó a viajar a San Petersburgo muy pronto y me siento muy nerviosa _le cuento.

_¡Oh, me suena a sexo!

_¡Aurora, por favor!

_Por favor, nada, ya es hora de que te quiten las telarañas _ ambas estallamos en una carcajada.

_Sí, no te lo niego, quiero hacer el amor con Damir, ser suya.

_Yo quiero todos los detalles sucios, por favor _ une sus manos en señal de súplica.

La verdad es que mi piel se eriza y mi centro palpita de solo imaginar un momento lleno de pasión entre mi apuesto ruso y yo.

Continuamos hablando, compartiendo sueños, secretos, buenas noticias y esperanzas mientras el desayuno se convierte en risas y complicidad. En ese momento, el mundo exterior se siente lejos, y solo existe nuestra conexión, tan fuerte como siempre.