Ava Becker nunca imaginó que cumplir su sueño de ser modelo la llevaría a un mundo de luces y sombras. Dulce, hermosa y con una figura curvy que desafía los cánones de la moda, logró convertirse en la musa de Aurora Lobo, la diseñadora más influyente de Italia. Sin embargo, detrás de las pasarelas y los reflectores, Ava sigue luchando contra sus inseguridades y el eco de las voces que siempre le dijeron que no era suficiente.
Massimo Di Matteo, miembro de la mafia italiana, jamás creyó en el amor a primera vista. Rodeado de mujeres perfectamente delgadas y dispuestas a todo por tenerlo, su vida parecía marcada por el poder, el control y el deseo superficial. Hasta que la ve a ella. Una mirada basta para romper todos sus estándares y derrumbar cada una de sus certezas: Ava no es como las demás… y justamente por eso, la quiere para sí.
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Lanzamiento.
Ava Becker 💖
El gran día ha llegado.
Estoy en Milán, en el corazón de la moda, y no puedo dejar de sentir que mi corazón late tan fuerte que cualquiera podría escucharlo. Todo este tiempo, cada ensayo, cada lágrima, cada palabra de Aurora y Camille, me ha traído hasta aquí. El lanzamiento de la nueva colección para mujeres curvys. Y yo soy la protagonista.
El ambiente tras bambalinas es eléctrico. Las modelos se mueven de un lado a otro, los maquilladores hacen retoques, los fotógrafos preparan sus cámaras. Yo respiro profundo y me miro al espejo: un vestido de seda me envuelve con suavidad, abrazando cada curva. No sé si es el vestido, la magia de Aurora o la confianza que estoy empezando a descubrir en mí… pero me siento más que hermosa hermosa.
Aurora pasa a mi lado y me sonríe con esa calma que me transmite seguridad.
—Hoy es tu noche, Ava. Vas a brillar.
—Estoy nerviosa —admito, jugando con mis dedos.
—Perfecto —responde con naturalidad—. Eso significa que te importa.
_Me importa mucho.
Camille aparece detrás y ajusta un pliegue del vestido.
—Recuerda: postura, mirada al frente, paso firme. Y sonríe, porque hoy eres la musa de todo esto.
_Eres mi musa, querida Ava _dice Aurora sonriendo.
Respiro profundo. Sí, soy la musa. Soy la inspiración. Y mi familia está ahí afuera, en primera fila. Puedo casi verlos: mamá, con su sonrisa orgullosa, Cedric observando con atención, Bastian con su eterna seriedad, y el tío Leonel, que seguro está murmurando comentarios sarcásticos pero en el fondo feliz.
El escenario se abre ante mí. Las luces iluminan el salón, decorado con tonos suaves y detalles dorados. Es un lugar de ensueño: elegante, majestuoso, perfecto para lo que Aurora ha creado. Las sillas están llenas de críticos, periodistas, diseñadores, empresarios… todos esperando. El murmullo de la multitud se mezcla con la música suave que anuncia el inicio.
Y entonces llega mi turno.
Cuando pongo un pie en la pasarela, el silencio inicial se transforma en un murmullo de expectación. Camino con paso seguro, el vestido se desliza conmigo como si fuera una extensión de mi piel. Los flashes comienzan a dispararse, cegándome por momentos, pero no me detienen. Al contrario, me dan más fuerza.
El público reacciona, y escucho los aplausos. Me tiembla el estómago, pero sonrío. Es mi sueño y estoy segura que desde el lugar en el que se encuentra el alma de mi padre debe estar orgulloso de mí.
Y es ahí, en medio de la multitud, cuando lo veo.
Un hombre.
No sé quién es, pero su presencia me atrapa de inmediato. Está en la primera fila, en un traje negro perfectamente a la medida, que resalta la anchura de sus hombros y su porte imponente. Su piel ligeramente dorada brilla bajo las luces, y sus ojos… sus ojos son dos abismos negros que parecen atravesarme. No me mira como los demás. No hay crítica ni lástima ni simple admiración. Me mira como si quisiera devorarme y al mismo tiempo adorar cada parte de mi ser, él cabello negro perfectamente peinado hacia atrás le da un toque enigmático.
Mi corazón late aún más fuerte que antes. No me siento incómoda bajo su mirada; por primera vez, me siento deseada. Realmente deseada, pero no de una forma indecorosamente morbosa.
Intento concentrarme en la pasarela, pero mis ojos terminan buscándolo una y otra vez. Y él no aparta la mirada. Ni un segundo.
—Vamos, Ava, más fuerte —escucho la voz de Camille resonar en mi cabeza.
Y lo hago. Camino con más seguridad, con más fuego en la sangre. Siento que cada paso es una declaración: “Estoy aquí, soy Ava Becker, soy hermosa, y merezco estar en este lugar”.
El público estalla en aplausos. Los flashes no cesan. Siento la ovación como una ola que me empuja a seguir. Pero mi mirada, siempre, siempre, termina en él. Ese hombre desconocido de traje negro que me observa como si el resto del mundo no existiera.
Cuando termino mi primera pasada y me retiro tras bambalinas, mis piernas tiemblan. Me apoyo contra la pared y sonrío sin poder evitarlo. Camille me aprieta el brazo.
—Lo hiciste perfecto —me dice.
Aurora aparece con ojos brillantes.
—Estás dejando todo en la pasarela, Ava. Estoy orgullosa.
Yo asiento, pero en mi mente solo repito la imagen de esos ojos negros. ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué su mirada me quemó más que los reflectores?
Es el turno de mis compañeras y mientras tanto me cambian con otra prendas y otro maquillaje. Regreso a la pasarela con otro conjunto: un top y una falda larga de colores vibrantes. Y el público vuelve a estallar. Esta vez no tiemblo, no dudo. Sé que lo estoy haciendo bien, sé que estoy brillando. Y sé que él está ahí, mirándome.
Camino segura, como si la pasarela fuera solo para mí y para él. Y cuando llego al final, cuando sus ojos se encuentran otra vez con los míos, me invade una certeza: esta noche no solo ha cambiado mi carrera. Algo más ha comenzado.
El desfile termina con todas las modelos en la pasarela, la ovación es ensordecedora, y yo sonrío a Aurora desde el escenario. Ella me devuelve la sonrisa, orgullosa, pero yo siento que mi corazón late con un ritmo distinto.
Porque en medio de la multitud, un hombre desconocido me ha hecho sentir, por primera vez, perfecta con tan solo mirarme.
Yo pienso que Bastian necesita un empujoncito, para que se decida por Aurora 🤔
Me encantó 💕