Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 14
Tras ponerse de acuerdo en que habilitarían una oficina para que Olivia trabajara en el mismo edificio, y que llegado el momneto ella podría visitar el lugar de la construcción. Olivia salió de la oficina con una sonrisa en el rostro, todavía emocionada por la reunión y el proyecto que había presentado. Nicolás se despidió apresuradamente de Sebastián, alegando una urgencia que dejó al arquitecto ligeramente desconcertado.
-¿Qué urgencia es esa, Nico?- le preguntó Sebastián, frunciendo el ceño mientras observaba a su socio salir apresuradamente de la oficina.
Nicolás titubeó por un momento, sin saber qué excusa dar.
-Es solo un asunto personal, Sebas. Te veo mañana- respondió antes de desaparecer por la puerta.
Sebastián quedó inconforme por la respuesta de su amigo, preguntándose qué asunto urgente podría tener él, ya que Nicolás siempre lo mantenía al tanto de todos sus asuntos personales. Sin embargo, antes de que pudiera seguir con sus cavilaciones, vio a Nicolás correr al ascensor.
Cuando las puertas del aparato metálico se abrieron, Nicolás salió al lobby y corrió hacia afuera dirigió su mirada a la acera, donde divisó a Olivia esperando.
-¡Olivia!- la llamó Nicolás, atrayendo la atención de la joven.
-Sí- dijo ella girándose hacia el joven- ¿Qué necesitas?
- Yooo, me preguntaba si ¿Te gustaría tomar algo conmigo?- respondió él- Hay un café genial en la esquina.
Olivia se sintió halagada por la invitación, pero su conciencia la hizo vacilar. Después de todo ella era una mujer casada, su esposo era un hombre reconocido y no se vería bien que fuera a tomar algo, sin importar lo que fuera con otro hombre.
-Oh, Nicolás, gracias por la invitación, pero creo que debo volver a casa. Luciano podría estar esperándome- respondió con amabilidad, intentando rechazar cortésmente la oferta.
Justo en ese momento, Sebastián bajó al lobby, decidido a detener a su amigo antes de que hiciera algo imprudente. Sin embargo, antes de que pudiera intervenir, el teléfono móvil de Olivia sonó, interrumpiendo el momento.
Olivia miró la pantalla de su teléfono y vio que era su esposo.
-Es Luciano- dijo en voz baja, antes de contestar la llamada-Hola, cariño... Sí, la reunión ya terminó... Claro, estaré esperando. Gracias.
Con una sonrisa de alivio, Olivia miró a Nicolás y Sebastián.
-Luciano enviará a su chofer a buscarme. Creo que será mejor que regrese a casa- anunció, agradeciendo a Nicolás por la invitación mientras se despedía y se alejaba de la acera. Mientras tanto, Sebastián se acercó a su amigo, respirando aliviado por el giro de los acontecimientos.
Sebastián se acercó a Nicolás con una expresión de curiosidad mezclada con preocupación.
-¿Qué le dijiste a Olivia? ¿ella era el asunto personal que tenía?- preguntó, buscando aclarar la situación.
Nicolás se encogió de hombros, tratando de restar importancia al asunto.
-Solo la invité a tomar un café, nada más- respondió con un tono despreocupado.
Sin embargo, Sebastián negó con la cabeza.
-No lo creo, Nicolás. Te conozco lo suficiente como para saber que tus intenciones van más allá de eso- replicó con firmeza- Te repito, no veas ahí, no vayas por ese camino.
Nicolás se sintió incómodo ante la acusación de su amigo, pero antes de que pudiera responder, decidió dar por terminada la conversación.
-Bueno, lo que sea que pienses, no tienes derecho a juzgarme. Nos vemos mañana- dijo antes de despedirse y alejarse rápidamente.
Mientras tanto, Sebastián quien habia quedado desconcertado por el atrevimiento de su amigo, se acercó a Olivia con una mirada comprensiva en los ojos.
-Lo siento mucho, Olivia. Mi amigo es bueno, pero a veces se deja llevar por su impulsividad cuando se trata de una mujer hermosa como tú- se disculpó sinceramente.
Al darse cuenta de lo que acababa de decir, Sebastián se ruborizó ligeramente y se apresuró a disculparse por su comentario.
-Lo siento, no debería haber dicho eso. Me disculpo si te he hecho sentir incómoda- agregó apresuradamente, notando el sonrojo en las mejillas de la muchacha, quien por causa del nerviosismo se mordió la comisura del labio inferior.
Sin embargo, en lugar de sentirse ofendida, Olivia sonrió tímidamente, sintiéndose halagada por las palabras de Sebastián. Después de todo, nunca nadie más que Luciano le había dicho que era hermosa.
-No te preocupes, Sebastián. Está todo bien, te agradezco el cumplido- respondió ella con amabilidad, agradeciendo las disculpas del socio de su esposo.
Sebastián le sonrió, ella se encogió de hombros mientras movía sus manos con nerviosismo a la espera del coche que Luciano había enviado, en un determinado momento pasó la lengua por sus labios y eso al joven no le pasó desapercibido, entonces su mente que se estaba portando demasiado mal le dijo...
-《¿Cómo será el sabor de esos labios?》
Pesé a eso el joven arquitecto se mantuvo a una distancia prudencial de la joven escoltándola hasta que su transporte llegara. Mientras cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, una suave brisa sopló y a Olivia le llegó el aroma de almizcle y madera del perfume de Sebastián, sin que ella se lo propusiera y sin esperarlo, su cuerpo tuvo una reacción algo extraña como si aquel aroma le fuera familiar.
Por su parte, Sebastián la miraba disimuladamente, y su mente que al parecer había decidido revelarse...
-《Es verdaderamente hermosa, ¿Quién pudiera ser su esposo?》
Y allí la magia se terminó, el joven reaccionó, recordando que la mujer frente a él era intocable, prohibida, pues era la esposa de su socio.
Finalmente, un automóvil lujoso se detuvo en la calle, la muchacha se dirigió hacia él para subirse, pero antes se giró sobre sus pies, mirando a Sebastián
-Muchas gracias por acompañarme, Sebastián- le dijo y le regaló una sonrisa que aunque él no quería hizo que su corazón se acelerara unos latidos.
-Ha sido un placer- respondió él- Nos mantenemos en contacto, te avisaremos cuando tu oficina esté lista- agregó intentando salir de ese letargo al que se había sumido luego de verla sonreír.
De esa manera, la joven se marchó y él regresó a su oficina a seguir trabajando, mientras la muchacha llevaba impregnado en sus fosas nasales el aroma del joven arquitecto.