El Sonido De Silencio

Cuando al final se duerme, salgo de la cama y vuelvo a la sala. Tomo mi celular y reviso los mensajes. El primero que abro es el de mi abogado en que consta que ya han apresado al idiota del fisioterapeuta acosador de mi mujer. Luego veo nuevos mensajes de Franco donde me notifica que mañana por la tarde se dará una vuelta para ver a su hija. Aprovecho para llamarlo y ponerlo al tanto de lo ocurrido.

—¿Como esta ella? —pregunta Franco.

—Ahora duerme, pero le cayó mal la noticia —suspiro sintiendo el peso en mi estomago—. Se echa la culpa y se enojó porque no desmentí la relación.

—¿Porque no lo hiciste? Seguro que perdiste tu trabajo —pregunta y alejo el teléfono para confirmar que estoy hablando con él y no con otra persona.

—¡Como que por qué! No tengo nada que enconder, además de que amo a tu hija, nunca la negaría —quiero gritarle en la cara.

—Menos mal —suspira y resopla—. Ten paciencia ya se le pasara.

—Espero que tengas razón, puede ser obstinada tu hija —murmuro dirigiéndome a la cocina.

—Prepara algo rico para comer y luego haz eso que seguro que le gusta y ya verás como se le pasa —aconseja y nuevamente miro el teléfono.

—¿Lo dices como mi suegro o como mi amigo? —pregunto con duda.

—Solo quiero la felicidad de mi hija y sé que puede tomar una decisión estúpida en este momento —murmura—. Trata de hacerle entender que la quieres ¿Porque la quieres? ¿No?

—Claro que la quiero.

—Bien, entonces solo haz una comida rica y bueno luego... ya sabes... no necesito detalles de eso —se ríe y no puedo creer que mi suegro me esté aconsejando que me folle a su hija para calmar sus pensamientos locos.

Corto la llamada y me meto directo en la preparación de una buena cena, después de todo no creo que sea mala idea.

Como sé que a mi chica le da miedo la oscuridad, no apago las luces, solo las bajo un poco para que el efecto de las velas le dé un toque romántico a la instancia y voy a la habitación para despertarla. Al entrar la encuentro acurrucada en su cama, pero despierta.

—Gatita ¿Tienes hambre? —pregunto luego de llamar su atención.

Me mira, asiente y sale de la cama, se mueve como fantasma por la habitación y se dirige al baño. Espero un rato y la veo salir envuelta en una toalla. Se cambia. No hago nada por miedo a que reaccione mal y solo espero a que esté lista, cuando me vuelve a ver le sonrío tendiendo mi mano para que la tome.

Cuando lo hace suelto el aire contenido, la acerco a mí y beso sus labios.

—Te amo —susurro sobre sus labios perfectos y busco sus manos para conducirla al comedor donde tengo todo listo para nuestra cena romántica.

Entramos a la sala, estudia todo el entorno y me mira, pero no dice nada. Se suelta de mi mano y se sienta en la silla que corro para ella. Preparé mucha comida por lo que le sirvo de todo un poco y lo dejo frente a ella, me sirvo en un plato para mí y me acomodo en la silla que está a un lado de la suya. Comienzo a comer, pero enseguida me percato que ella no se ha movido.

—¿Gatita? —toco su brazo para llamar su atención, cuando me ve sus ojos están llenos de lágrimas—. No llores por favor, me mata verte así —pido mientras me muevo para colocarme de cuclillas frente a ella y abrazar sus caderas.

—¿Que voy a hacer? —escucho que dice y levanto la mirada.

—Por ahora cálmate, ya veremos —pido, ella solo llora y me mata verla así.

Muevo mi silla para tenerla justo al lado de la de ella y me acomodo para darle de comer, sé que esta angustiada, pero aun así necesita comer. Insisto hasta que toma un bocado, trato de distraerla, pero no logro llamar su atención, está perdida en sus pensamientos.

No termina todo lo que le había servido para comer, pero gran parte de lo que le serví lo ha comido. Levanto la mesa y llevo todo al lavavajillas que casi no se usa en esta casa. Lo coloco en marcha y vuelvo junto a la mesa, tomo la cara de mi gatita y beso sus labios.

—Mi pesar más grande es que no puedas seguir estudiando —comienzo diciendo—, pero en cuanto a mi trabajo no te preocupes soy ingeniero y tengo muchos proyectos con propuestas favorables que podría volver a meterme en ello.

—¿Ingeniero? —pregunta.

—Si, lo dejé porque realmente estaba agotado y quería tomarme un respiro —admito, vuelvo a sentarme en la silla a su lado—. Es agotador pero el trabajo nunca me falta en ese rubro.

—Aun así, arruiné tu reputación —dice cabizbaja.

—Mi reputación no me importa —devuelvo levantando su mentón para que lea mis labios—, solo quiero que estes bien, feliz. Odio verte llorar —digo y beso su nariz.

—Quiero dormir —pide y no me opongo a su pedido.

La ayudo a incorporarse y juntos vamos a su habitación. La ayudo con la ropa, se coloca un camisón que comienzo a odiar porque aparta su deliciosa piel de mí, pero sé que no está bien por lo que me conformo con estar a su lado.

Saco mi ropa y me meto a la cama junto a ella, la abrazo por la espalda y beso el hueco de su cuello para así sentir algo de paz y dormir.