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EL DESTINO ES LA MUERTE.

EL DESTINO ES LA MUERTE.

Status: Terminada
Genre:Completas / Escena del crimen / Leyenda sangrienta / Casos sin resolver
Popularitas:2.9k
Nilai: 5
nombre de autor: José Luis González Ochoa

Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️

¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.

Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈

NovelToon tiene autorización de José Luis González Ochoa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

(CAPITULO 13) 3 HERMANOS HUERFANOS

Monserrat se sentó frente a su computadora, con una taza de café en la mano, lista para iniciar su investigación. El día 6 había comenzado y sabía que el tiempo se agotaba.

"Necesito encontrar la conexión entre Lilith, Amón y Lucifer", se dijo.

Comenzó a buscar información sobre la familia Foster, específicamente sobre la casa donde habían vivido Harrison Foster y sus hijos, Caleb y Olivia, en Miami.

Después de unos minutos de búsqueda, encontró una dirección en un barrio exclusivo de Miami, en la zona de Coral Gables. La mansión Foster era famosa por su arquitectura impresionante y su ubicación privilegiada.

Monserrat anotó la dirección y decidió visitar el lugar. Quería saber más sobre la vida de la familia Foster y encontrar pistas que la llevaran a Lucifer.

Se levantó de su silla y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, se detuvo un momento y miró alrededor de su casa.

"¿Estoy siendo vigilada?", se preguntó.

Sacudió la cabeza, desechando la idea. No tenía tiempo para paranoias.

Salió de su casa y se subió a su auto. La dirección de la mansión Foster estaba grabada en su mente.

"Voy a descubrir la verdad", se dijo, arrancando el motor.

Monserrat condujo su auto por las calles de Miami, rumbo a la mansión Foster. El sol brillaba intensamente en el cielo, pero su mente estaba nublada por pensamientos sombríos.

"Ya han pasado seis días", se dijo, sintiendo la presión del tiempo. "Solo me quedan dos días para descubrir quién es Lucifer."

Pensó en todo lo que había sucedido desde el inicio del juego macabro. El suicidio del señor Alessandro, el asesinato de su segundo cliente, el suicidio de su tercer cliente... La lista de muertes parecía no tener fin.

Y luego estaba el incendio de su bufete, donde todos sus colegas y compañeros habían perdido la vida. La imagen de los cuerpos quemados stillaba en su mente.

"¿Cómo puede alguien ser tan cruel?", se preguntó.

Pensó en Juan, su chofer, que había muerto solo porque no había contestado la llamada de Lilith. La culpa y la rabia se mezclaban en su interior.

"Debo encontrar a Lucifer", se repitió. "Debo detener esto antes de que más personas salgan lastimadas."

La mansión Foster apareció en el horizonte, su arquitectura impresionante y su jardín perfectamente cuidado. Monserrat se estremeció al pensar en lo que podría encontrar dentro.

"¿Qué secretos esconden estas paredes?", se preguntó.

Aparcó su auto frente a la mansión y se bajó, su corazón latiendo con anticipación y miedo. Sabía que estaba cerca de la verdad, pero también sabía que Lucifer no se rendiría sin luchar.

"Voy a descubrir la verdad", se dijo, tomando una profunda respiración. "Voy a detener esto."

Monserrat tocó la puerta de la mansión Foster y esperó. Un hombre desconocido abrió la puerta y la miró con curiosidad.

"¿En qué puedo ayudarla?", preguntó.

Monserrat sonrió.

"Estoy haciendo una investigación", explicó. "Según mis informes, esta casa perteneció a la familia Foster."

El hombre asintió.

"Sí, tiene razón", dijo. "Pero ahora me pertenece a mí. La compré hace unos años."

Monserrat intentó sacar más información.

"¿Sabe quién vivía aquí aparte del señor Foster y sus dos hijos?", preguntó.

El hombre se puso nervioso.

"Eso creo que es información privada", dijo. "No creo que debería dártela a ti. No te conozco y no quiero meterme en problemas."

Monserrat trató de convencerlo.

"Entiendo su preocupación", dijo. "Pero esta investigación es muy importante. Estoy tratando de proteger a personas que están en peligro. Si me da la información, podría ayudar a salvar vidas."

Sacó su identificación de abogada y se la mostró.

"Como abogada, puedo asegurarle que esta información será confidencial."

El hombre dudó un momento antes de responder.

"Está bien", dijo. "Pero no es aquí donde quiero hablar de esto. Es mejor que nos veamos en un lugar más... cómodo."

Monserrat se frustró al escuchar que no podría obtener la información de inmediato.

"¿Dónde y cuándo?", preguntó.

"En la cafetería 'El Rincón' a las 8 de la noche", respondió el hombre. "Allí podremos hablar con más tranquilidad."

Monserrat anotó la dirección y la hora.

"Gracias", dijo. "Estaré allí."

Se retiró, sintiendo que el tiempo se le estaba acabando. Solo le quedaban un día y medio para encontrar a Lucifer. ¿Sería suficiente?

Monserrat tocó la puerta de la mansión Foster y esperó. Un hombre desconocido abrió la puerta y la miró con curiosidad.

"¿En qué puedo ayudarla?", preguntó.

Monserrat sonrió.

"Estoy haciendo una investigación", explicó. "Según mis informes, esta casa perteneció a la familia Foster."

El hombre asintió.

"Sí, tiene razón", dijo. "Pero ahora me pertenece a mí. La compré hace unos años."

Monserrat intentó sacar más información.

"¿Sabe quién vivía aquí aparte del señor Foster y sus dos hijos?", preguntó.

El hombre se puso nervioso.

"Eso creo que es información privada", dijo. "No creo que debería dártela a ti. No te conozco y no quiero meterme en problemas."

Monserrat trató de convencerlo.

"Entiendo su preocupación", dijo. "Pero esta investigación es muy importante. Estoy tratando de proteger a personas que están en peligro. Si me da la información, podría ayudar a salvar vidas."

Sacó su identificación de abogada y se la mostró.

"Como abogada, puedo asegurarle que esta información será confidencial."

El hombre dudó un momento antes de responder.

"Está bien", dijo. "Pero no es aquí donde quiero hablar de esto. Es mejor que nos veamos en un lugar más... cómodo."

Monserrat se frustró al escuchar que no podría obtener la información de inmediato.

"¿Dónde y cuándo?", preguntó.

"En la cafetería 'El Rincón' a las 8 de la noche", respondió el hombre. "Allí podremos hablar con más tranquilidad."

Monserrat anotó la dirección y la hora.

"Gracias", dijo. "Estaré allí."

Se retiró, sintiendo que el tiempo se le estaba acabando. Solo le quedaban un día y medio para encontrar a Lucifer. ¿Sería suficiente?

Monserrat regresó a su casa con más preguntas que respuestas. La cita con el hombre que había comprado la mansión Foster la tenía intrigada. ¿Qué información podría revelarle? ¿Sería la clave para encontrar a Lucifer?

Se sentó en su sofá, intentando organizar sus pensamientos. Tenía tantas preguntas sin respuesta. ¿Quién era el hombre que había comprado la mansión? ¿Qué relación tenía con la familia Foster? ¿Sabía algo sobre Lilith y Amón?

Pasó horas planeando posibles respuestas a las preguntas que el hombre podría hacerle. ¿Cómo explicar su investigación sin revelar demasiado? ¿Cómo convencerlo de que compartiera información sin ponerse nervioso?

Se levantó del sofá y comenzó a caminar por la habitación, ensayando sus respuestas. "Soy abogada, estoy investigando un caso...", "Necesito saber más sobre la familia Foster...", "¿Sabes algo sobre Lilith y Amón?".

Finalmente, después de horas de preparación, miró el reloj. Eran las 7 de la noche. Faltaba una hora para la cita.

Se dirigió hacia la puerta, tomó su bolso y salió de la casa. La ciudad estaba transformándose con el anochecer, los edificios iluminados por luces tenues y las calles llenas de gente que salía a disfrutar de la noche.

El tráfico era intenso, pero Monserrat conocía bien la ciudad y sabía cómo evitar los embotellamientos. Condujo con tranquilidad, su mente enfocada en la cita que estaba a punto de tener.

La cafetería "El Rincón" estaba ubicada en un barrio tranquilo, lejos del bullicio del centro de la ciudad. Monserrat llegó allí a las 7:45 pm y aparció su auto en una calle lateral.

Se bajó del auto y miró alrededor, observando la cafetería. Era un lugar acogedor, con una fachada de piedra y ventanas de madera. La iluminación era cálida y invitadora.

Monserrat tomó una profunda respiración y se dirigió hacia la cafetería. La puerta se abrió con un sonido suave y ella entró, buscando al hombre que la había citado.

Monserrat se sentó frente al hombre en la cafetería "El Rincón". La mesera se acercó y tomó su pedido: dos tazas de café.

Una vez que la mesera se retiró, el hombre comenzó a hablar.

"En la casa vivían tres niños", dijo. "Los dos que usted ya conoce, Caleb y Olivia, y un tercero..."

Monserrat se inclinó hacia adelante, ansiosa por saber más.

"Un tercero que el señor Foster había dejado huérfano al ser asesinado por... Samanta", continuó el hombre.

Monserrat sintió un escalofrío al escuchar el nombre de Samanta.

"Entiendo", dijo. "Y ese tercer hermano... ¿cómo se llama?"

La mesera llegó con las tazas de café y se retiró.

El hombre sonrió, una sonrisa sarcástica.

"Sí, lo sé", dijo. "Pero no te lo diré."

Tomó un sorbo de su café y continuó.

"Creíste que podías llegar aquí y averiguar realmente quién es Lucifer, ¿verdad? Estás totalmente equivocada, señora Hernández. Mejor haga lo que le pidieron: dese un tiro y acabe con esto."

Monserrat se sintió frustrada y confundida.

"¿Qué quieres decir?", preguntó.

Pero el hombre ya se había levantado de su silla.

"Adiós, señora Hernández", dijo. "Que tenga suerte."

Y con eso, se fue, dejando a Monserrat sola y confundida en la cafetería.

Monserrat se quedó sentada, su mente racionalizando lo que había escuchado. Lucifer era el tercer hermano, pero ¿por qué el hombre no quería decirle su nombre?

Monserrat sintió una frustración enorme y le dio un golpe a la mesa con su puño cerrado. La gente que estaba alrededor se le quedó mirando extrañamente, sorprendidos por su reacción.

La mesera se acercó, preocupada.

"¿Se encuentra bien, señora?", preguntó.

Monserrat no respondió. Simplemente dejó un billete para pagar los dos cafés y se levantó de su silla.

"¡Espere!", dijo la mesera. "¿Quiere que le ponga la cambio?"

Pero Monserrat ya había salido de la cafetería, frustrada y desesperada.

Camino hacia su auto, sintiendo que todo se había ido al traste. Solo le quedaba un día y no creía que fuera capaz de encontrar la identidad de Lucifer.

Se sentó en su auto y se quedó allí, inmóvil, pensando en su situación. La opción de acabar con su propia vida parecía cada vez más real.

"¿Es esto el fin?", se preguntó. "¿No hay otra forma de salir de esto?"

Pero no encontraba respuestas. La oscuridad parecía cerrarse sobre ella.

Arrancó el motor y se dirigió hacia su casa, sin saber qué hacer a continuación. La desesperación la consumía.

"Mañana es el último día", se dijo. "Mañana tengo que tomar una decisión."

La noche se cerró sobre ella, llena de incertidumbre y miedo. ¿Qué pasaría mañana?

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Luis Ochoa
Hola Alicia, muchas gracias por tu comentario. Ten por segura que se tiene contemplada la secuela.
Alicia Escobar
un libro interesante con detalles únicos y originales, espero que tenga una continuación 😃👍
Elsa Orivas
mucho miedo pero que val8e te
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