tendrá que enfrentar su pasado para forjarse un
futuro de felicidad junto a ella sin sentarse frustrado…
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CAP 13
—¿Cuánto le debo? —preguntó la señora Martinez cuando terminó.
—Con una moneda bastará.
—Tiene usted buena mano —dijo ella mientras le entregaba la moneda que
había sacado del bolso—. Es seguro y capaz.
—Se despertará aturdida. Quizá esté enfadada —dijo ismael envolviendo a la gata
en la manta y entregándose la como un bebé—. Le sugiero que la meta en la caja y la
mantenga ahí durante un tiempo para que no se haga daño al despertarse.
La señora asintió y metió al animal en la caja.
—Somos afortunados de que eligiera ejercer en Newton.
—Nunca pensé en ningún otro lugar —dijo él mientras salía al exterior—. La
familia está aquí.
—¿Sus padres también?
—No. Mi hermana y su familia, y mi hermano.
Ismael dejó la caja en la parte de atrás de la calesa, pero las preguntas de la mujer
continuaron.
—¿Ha vivido en Newton toda su vida?
—No, señora. Aunque crecimos cerca.
—Perdone, pero conozco al doctor Cristaldi, quiero decir al otro doctor Cristaldi;
y, si no es su hermano, ¿Cómo es que su apellido también es Cristaldi?
—Mi cuñado nos adoptó a mi hermano y a mí —contestó él.
—¿Así que su madre…?
—Murió, sí. Probablemente no la conocía.
La mirada de curiosidad que tanto odiaba ver en los ojos de la gente le ponía
furioso. Encontró una manta y envolvió con ella la caja para que la gata no se
despertase y se escapase.
—Debe de pensar que soy una maleducada —dijo la señora Martinez.
Sin comentarios, ismael se incorporó y la acompañó a su asiento.
—Es sólo que…
Ben aguardó.
—Me gustaría que conociera a mi marido —dijo ella finalmente.
—Será un placer, señora.
La mujer le dirigió una última mirada y agitó las riendas de los caballos.
Ismael observó cómo se alejaba, dejó a un lado su irritación y regresó dentro para
limpiar la consulta. Aún era suficientemente pronto para ir a la biblioteca.
—ismael, quiero que lleves a Madison h a la reunión social en casa de Samantha Payton el
sábado por la noche.
—¿Qué? —Ismael miró a su hermana. Era domingo por la noche y estaban
cenando. La familia de Caleb ya se había marchado a Florence.
Había sido el primer día de iglesia de la pequeña freya, y la familia estaba
de buen humor.
Madison había llevado los platos a la cocina.
—corni y yo lo hemos hablado. La gente joven tiene reuniones sociales los
sábados por la noche. Juegan a juegos y cosas así. Madison nunca se toma tiempo
para sí misma. Incluso me ayuda los fines de semana y por las noches. Y estoy
empezando a sospechar de sus supuestas mañanas libres.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que va a casa de su padre y les hace la limpieza.
ismael pensó en ello y recordó a Madison diciendo que no tenía tiempo de dar
paseos ni de ir a la biblioteca.
—Necesita salir y conocer gente de su edad —añadió Eliz—. Trabajar todo el
tiempo no es saludable. Por favor, hazlo por mí. Quiero que se divierta, y se sentirá
más cómoda si tú estás allí para presentarla.
—Yo no voy a esas cosas —dijo él.
—A ti tampoco te vendrá mal —insistió su hermana.
—liz, sabes que no soy como los demás.
—¿Eres demasiado especial para mezclarte con los demás?
Caleb le dirigió a Ismael una mirada que indicaba que más le valdría rendirse y
obedecer.
Eliz le pedía muy pocas cosas, y Madison era su mano derecha. Podría hacerlo.
—De acuerdo. *suspiro*
liz sonrió satisfecha y dijo:
—Ahora voy a preparar a las niñas para que se vayan a la cama.
—Nic y yo nos ocuparemos de los platos —dijo Caleb poniéndose en pie.
leo se había ido a visitar a unos amigos aquella noche.
—madison —dijo Eli cuando regresó—, quítate el delantal y ve a tomar el
aire.
Madison miró a sus jefes, se quitó el delantal inmediatamente y se dirigió hacia
la puerta.
Eli quedó mirando a Ismael descaradamente.
Éste se levantó y siguió a Madison al porche.
Estaba sentada en el último escalón, con los brazos cruzados sobre las rodillas.
Levantó la mirada cuando se acercó.
—La reunión social es en casa de Samantha Payton este sábado —dijo él apoyándose
en la columna.
—¿Qué es eso?
Ismael había asistido en un par de ocasiones en el pasado. Los que iban eran
compañeros de clase del poco tiempo que había ido al colegio en Newton, y lo
invitaban de vez en cuando.
—Beben ponche y juegan a juegos —contestó. A él no le gustaba participar
porque no conocía las canciones infantiles que los demás daban por hechas en
algunos juegos—. Es una tontería. Aunque puede que conozcas a algunas chicas del
colegio, y sería una buena oportunidad de hacer amigos.
Madison estaba mirándolo con una expresión que no lograba descifrar.
—¿Irás? —preguntó él.
—¿Una fiesta? ¿Me estás invitando a una fiesta? no lose . Dudo que tenga ropa apropiada. Tendría que ir de compras.
—Eliz te ayudará.
—¿Entonces vamos? tendremos que bailar?!
—Quizá baile —contestó él con una sonrisa.
—¿Y si mi padre lo descubre? Puede que me haga volver.
—Caleb y Eli lo aprueban, y ellos son ahora tus guardianes, ¿no?
—Supongo que sí.
—Estás a salvo conmigo, y siempre podría asegurárselo yo.
—mmm está bien supongo
Ben le dirigió una sonrisa.
—Aún hay otra cosa —dijo ella—. No sé bailar.
—No es difícil —contestó él—. Yo te enseñaré. Eli te enseñará. leo es un
buen bailarín.
—¿Ahora? ¿Me enseñarás? —preguntó Madison poniéndose en pie.
¿Sin música? ¿Allí fuera, en el porche? ismael sintió las señales de alarma en su
cabeza, pero las silenció y se enderezó. ¿Cómo iba a decirle que no y borrar la
excitación de sus ojos? Estaba ansiosa y no podía defraudarla. Podría soportar
cualquier cosa por Eli y por la joven que tanto cuidaba de su hermana y de su
familia.
Así que hizo algo que había evitado, algo que sabía que no era seguro: le tomó
la mano derecha con la izquierda y la colocó en su cintura. Le agarró la otra mano y
la apretó con fuerza mientras colocaba los dedos en su espalda.
Su cercanía desafiaba su dominio de sí, y no había un hombre en todo Kansas
más controlado que él. Tenía que conseguirlo.
Las chicharras proporcionaban la música de fondo mientras le explicaba a
Madison los pasos. Ella captó enseguida el ritmo y lo siguió sin esfuerzo. Cada vez
que giraban y pasaban frente a la luz de la ventana de la sala, la alegría en su rostro
le dejaba sin aliento.
—que divertido dijo ella
Se rió, y aquel sonido derribó las defensas que ismael había construido para
mantener a salvo su corazón y su cordura. Sintió un abrumador deseo de acercarla a
él y hundir la cara en su pelo.
Ben luchó por reconstruir ese muro, se reprendió mentalmente y dio un paso
atrás, soltándo la. ¿En qué estaba pensando liz?
—Me tengo que ir.
Madison se llevó las manos al pecho.
Ismael abrió la puerta y sacó su sombrero de dentro.
—Pero tengo algo en las alforjas para ti.
—¿Qué es? —preguntó ella.
Ismael se acercó al caballo y sacó los libros que había sacado de la biblioteca. Se los
colocó en las manos.
—Te has acordado —dijo ella.
—He elegido unos pocos que pensé que te gustarían.
—Gracias.
Ismael apartó la mirada.
—Te veré el sábado, entonces —añadió Madison.
—Sí.
Cuando llegó a su caballo, miró por encima del hombro y la vio apoyada en la
columna, en el mismo lugar en el que él había estado.
Colocó el pie en el estribo, se encaramó a la silla y se alejó al galope como si
huyera del diablo.
La distancia no le serviría de ayuda. No podría escapar de sus pensamientos.
(EL ME TENGO QUE IR YO SE CALENTÓ EL HOMBRE 🌝)
FIN.