El Azul De Tus Ojos

Viktor

No podía pensar racionalmente mientras iba en el avión, sentía la mirada de Mikhael, estaba casi seguro que si me llegaba a ofrecer ser el zar, no iba a dudar ni un segundo. Tenía ganas de acabar con todo a mi paso.

—Contrólate, la furia solo genera más furia. Piensa con la cabeza fría —Me dice, mientras no deja de mirarme fijamente.

—Es fácil para ti decirlo —Ivanov pone los ojos en blanco con una sonrisa de lado.

—Me dan ganas de proponerte que seas el zar, pero estoy seguro de que si te digo en este momento lleno de ira, me dirás que sí —Lo miro sorprendido, sabía qué estaba pensando —Pero no quiero a alguien que se deje llevar por las emociones, necesito a alguien que se mantenga sereno sin importar qué.

Una mirada que, entiendo el significado, debía concentrarme en rescatar a Liora, debía protegerla, porque es la persona que más aprecio. No podía dejarme llevar y hacer cualquier tontería.

Siguiendo ese consejo el viaje se hace menos pesado, cuando salimos del avión veo un helicóptero, cuando volteo a ver a Mikhael me mira con una sonrisa y un cigarrillo.

—Sé que te importa demasiado.

—Gracias —Sonrió y de verdad siento ese cariño que un hijo debería tener a su padre. Hubiera sido un papá perfecto, porque es un gran hombre y me había demostrado que yo era importante.

Me subo al helicóptero y dos de los guardaespaldas que tenía Mikhael me los manda a mí.

—En caso de emergencia ellos no van a dudar en dispara*r para protegerte —Asiento.

No sé cuanto tiempo pasa para llegar a la mansión Corleone. Sus hombres nos reciben, me van llevando a la sala. Me encuentro con Liora que tenía casi un morado en su mejilla, no le presto atención a la cabeza de los Corleone, soy voy a ella.

—¿Estás bien? —Ella asiente, pero cuando me dio la toco, se queja —Enana, ¿quién te hizo esto?

—Fue mi hijo, Drago —Le presto atención a ese hombre, por primera vez. Le hago una seña a uno de los hombres de Mikhael para que se pongan al lado de Liora.

—¿Qué harás sobre eso?

—No lo puedo quitar como sucesor.

—Tienes a alguien más.

—Es mujer, ella no me sirve —Pongo los ojos en blanco. Ya sabía su opinión sobre eso, entonces podría retirarme de la familia Corleone, ningún Drago volvería a recibir una orden.

—Bien, entonces oficialmente pido que los Drago se retiren de los Corleone —Sus hombres reaccionan a decir algo, el hombre que no protegía a Liora apunta de inmediato al jefe. Todos empiezan a sacar sus armas, yo suspiro. No quería mostrarle este mundo a la enana, pero aquí estamos.

—No puedo hacer eso, Viktor —Sonrió mientras acaricio el cabello de mi linda prometida.

—Sí, como tampoco podían agarrar a mi prometida, golpearla y sabrá Dios que más —Nuestros ojos chocan, eran tristes.

—No le hicieron más, no lo permití. Ángelo será castigado por su error.

—¿Qué mejor castigo que no tendrá abogado en el futuro? Ni siquiera sus futuras generaciones —Sonrió burlón, mientras le cubro los ojos a la enana —No quiero que veas, ni sientas nada, entonces toma —Le paso unos audífonos aislantes de ruido, le pongo música desde mi celular. Ya sabía cuál era su gusto musical.

—Bien, te daré todo menos eso. Los Drago han estado generaciones con los Corleone, no puedo permitir que por un idiota eso se termine.

—¿Tanto te importa? Tienes la opción de poner a tu hija o me tendrás que derecho a elegir qué casos tomar de ustedes, mientras inicio mi propio bufete, no tendré que rendir cuentas a ustedes. Mucho más tener que tomar en persona sus casos —Lo veo dudar, estaba dudando porque yo estaba pidiendo la independencia completa de los Drago, era otra forma de decirle que en la siguiente generación no habría abogado que quisiera trabajar para ellos.

—¿Qué harás si no lo hago? —Liora me mira, veo su mejilla lastimada y la toco suavemente. Debía llevarla a un hospital, no quería que en nuestra boda le pasará algo.

—Será el inicio de una guerra —Le doy un beso en la cabeza a mi enana.

—¿Sabes qué estás diciendo? —Corleone empieza a hablar en italiano.

—Sí, recuerda que yo no empiezo algo a menos que sepa que ganaré —Ganaría, porque yo sabía que el jefe que estaba frente a mí, era gay y no había tenido hijos porque su amante era un hombre. Si matab*a a sus dos hijos, la línea se acabaría y en ese momento podría tomar el poder como la siguiente línea.

—¿por qué harías eso? Podrías perder todo lo que quieres —Mira a Liora y se escucha el sonido del hombre que le apunta que se acerca para disparar.

—¿Crees que tu hijo sea capaz de liderar esta familia? Le queda demasiado grande y no tiene pantalones como tú —Sí, su hijo había salido igual a su papá, pero sabía que debía cumplir con tener un hijo.

—Te estás metiendo en un terreno muy peligroso, Viktor Drago.

—Sí, pero primero lo hizo Ángelo —Señalo a Liora —De ella depende que en el futuro no te haga la guerra, porque te juro que si le hubieran tocado un poco más, te habría matad*o.

—Mierda, maldito niño que no sabe hacer nada —Lo escucho susurrar.

—Tú ganas, inicia tu bufete, al mes tendrás que recibir al menos dos casos que tú debes manejar.

—Yo elijo cuáles escogeré —Se muerde el labio, furioso.

—Bien.

—Ahora tráeme a uno de los guardaespaldas más queridos de tu hijo —Ordeno, muchos se miran entre ellos y puedo identificar a uno. Corleone mayor le hace una seña para que de un paso al frente —Estabas con él desde la universidad, ¿cierto? —Quería ver su maldita expresión cuando viera lo que haría.

—Jódete —Me responde, le hago una seña al hombre que está cuidando a Liora para que le cubra los ojos, pongo el volumen al máximo de la música.

Saco mi arma cuando estoy seguro de que ella no va a mirar y dispar*o primero a la pierna, ya en el suelo le disparo en el brazo.

—¿Sabes por qué nadie te va a defender? Porque tocaron lo que debieron tocar y ahora, alguien lo debe pagar —Vuelvo a guardar el arma —Controla tu maldito hijo, porque yo también tengo gente que me respalda y te diste cuenta de que no son cualquier cosa.

No me iban a disparar aunque quisieran, si lo hacían, matarí*an a su líder y eso los condenaría por siempre.

Agarro a Liora para ponerla contra mi pecho, para que no vea nada. Le bajo el volumen a la música, le quito lo aislante y hablo.

—Jamás te volverán a tocar —Ella asiente contra mi pecho y solloza.