La Reencarnada Y Los Pegasos

Lira, mientras Arya aún comía, no podía dejar de observar al pegaso, que seguía tranquilo a pesar de tener al duque tan cerca.

Lira: Milady… sigo sin creerlo.

Silverwind nunca permite que alguien se acerque cuando usted está con él.

Pero hoy… está como si nada.

Arya se atragantó un poco.

Arya: No digas eso, Lira… por favor no digas eso delante de él.

Pero ya era tarde.

Muy cerca, dos figuras escucharon claramente los comentarios..

Kiran… y un noble visitante, Lord Harven, conocido por tener una lengua afilada y un ego aún más afilado.

Lord Harven se adelantó con una sonrisa arrogante.

Lord Harven: ¿De verdad? ¿Ese pegaso hoy permite que se le acerquen? Interesante… entonces debo probar mi suerte.

Arya abrió los ojos como platos.

Arya: ¡No… espere…!

Pero el noble ya estaba extendiendo la mano hacia Silverwind.

El pegaso lo miró un segundo, sus orejas se movieron… Y de pronto..

¡PRAFF!

Silverwind abrió las alas de golpe, soltando un fuerte resoplido, dando un paso ofensivo hacia adelante.

El noble dio un salto atrás tan rápido que casi se cayó al suelo.

Lord Harven: ¡¿Qué demonios…?!

Lira: ¡Se lo dije! ¡No le gusta que nadie se acerque!

Arya puso una mano sobre Silverwind para calmarlo.

Arya (susurrando): Tranquilo, tranquilo… Todo está bien…

Silverwind bufó, aún mirando al noble como a un enemigo mortal.

Harven, rojo de la humillación, se sacudió el polvo de la capa.

Lord Harven: Bueno… ya veo que no le simpatizo.

Kiran miró la escena con una diversión apenas contenida.

Duque Kiran Page: Es solo que Silverwind tiene buen instinto.

Harven entrecerró los ojos, molesto.

Lord Harven: Oh, sí. ¿Y su instinto lo deja acercarse a alguien más?

Kiran sonrió, suave como una daga envuelta en terciopelo.

Duque Kiran Page: Supongo que lo descubriremos.

Se acercó un poco… lento… dejando que los pasos resonaran en el suelo de piedra.

Silverwind lo observó. No agitó las alas. No retrocedió.

El noble Harven abrió los ojos sorprendido.

Lord Harven: No puede ser…

Y entonces Kiran hizo algo más atrevido.. extendió la mano hacia Silverwind.

Arya contuvo la respiración.

Lira se llevó ambas manos al pecho.

Harven contuvo una carcajada incrédula.

Kiran… acarició suavemente la frente del pegaso.

Y Silverwind… cerró los ojos y bajó la cabeza, aceptándolo sin mostrar la menor señal de rechazo.

Era como si dijera..

“Está bien. Él puede.”

Lord Harven se quedó boquiabierto.

Lira: ¡¿Pero… cómo…?!

Arya no sabía si quería gritar, desmayarse o correr.

Silverwind estaba aprobando al duque.. A él.. Justo a él.

Kiran retiró la mano con elegancia y se volvió hacia Arya.

Duque Kiran Page (susurro): Parece que tu pegaso confía en mí. Casi más de lo que tú lo haces.

Arya se quedó inmóvil.

Kiran logró separarla de la multitud con una excusa elegante.. una pregunta sobre los pegasos, algo que Lira creyó completamente inocente.. y la llevó a un lado del santuario, cerca de un arco de flores mágicas donde nadie podía escucharlos.

Arya cruzó los brazos, aún avergonzada por lo ocurrido delante del noble Harven.

Arya: No entiendo por qué Silverwind lo aceptó. Nunca hace eso con nadie. Especialmente cuando estoy cerca.

Kiran apoyó una mano en la pared de piedra, seguro de sí mismo, con esa sonrisa que siempre hacía que Arya perdiera el aliento.

Duque Kiran Page: ¿Quieres la verdad?

Arya lo miró, desconfiada.

Arya: Sí.

Kiran inclinó un poco la cabeza, acercándose con aire juguetón.

Duque Kiran Page: Creo que es por el beso.

Arya se puso roja al instante.

Arya: ¡Deje de decir eso! ¡No tiene nada que ver!

Kiran soltó una risa suave, profunda, peligrosa.

Duque Kiran Page: Entonces explícame esto.. Silverwind nunca deja que nadie más se acerque a ti… ni siquiera Lira… ni siquiera el mago Aldren… y a mí me deja acariciarlo.

Arya abrió la boca. Cerró la boca.

Miró a Silverwind, que los observaba como si disfrutara del drama.

Arya: Eso… no significa nada.

Kiran levantó una ceja.

Duque Kiran Page: ¿Ah, no? Entonces dame una razón mejor.

Ella pensó con fuerza… pero sus pensamientos se mezclaban con nervios, recuerdos del beso y el duque mirándola tan intensamente que era difícil concentrarse. Y sin quererlo… Sin planearlo…

Las palabras salieron como si las pensara en voz alta.

Arya: No lo sé… no he besado a nadie más. Quizás… tendría que besar a alguien más para probar eso…

El silencio cayó.

Kiran se quedó completamente inmóvil.

Su expresión, antes divertida, se transformó en algo tenso, serio, peligroso… celoso.

Duque Kiran Page: ¿Quieres… qué?

Arya parpadeó, dándose cuenta demasiado tarde de lo que acababa de decir.

Arya: ¡N-No! ¡Eso no quise decir! Yo solo… lo pensé… pero no lo pensé… ¡No era una idea real…!

Duque Kiran Page (voz baja, controlada): Arya… dime que no estás considerando besar a otro hombre.

Ella abrió y cerró los labios, nerviosa.

Arya: Y-Yo solo dije… que no sé por qué Silverwind reaccionó así. Nada más.

Kiran entrecerró los ojos, estudiando su cara como si pudiera leer su alma.

Duque Kiran Page: No vuelvas a decir eso.

Arya sintió electricidad recorrerle el cuerpo.

Arya: ¿D-Decir… qué?

Kiran se inclinó un poco, su voz un susurro profundo.

Duque Kiran Page: Eso de besar a otro. Solo escucharlo me molesta más de lo que debería.

Arya estaba demasiado consciente del espacio reducido entre ellos.

De su respiración.. De la manera en que su corazón se aceleraba.

Arya: ¿M-Molesta…?

Él sostuvo su mirada.

Duque Kiran Page: Mucho.

Un silencio cargado cayó entre ellos.

El comentario de Arya.. ingenuo, torpe, espontáneo.. seguía flotando en el aire como un hechizo que ninguno de los dos podía deshacer.

[¿Tendría que besar a alguien más para probar eso?]

Kiran no podía sacárselo de la cabeza.

No quería. No podía soportarlo.

Y la forma en que la miraba dejaba claro que había perdido completamente el control sobre su paciencia.

Arya dio un pequeño paso hacia atrás, confundida por el brillo intenso en sus ojos.

Arya: K-Kiran… ¿qué… te pasa?

El duque respiró hondo, intentando calmarse, pero sus palabras salieron bajas, profundas, cargadas de sentimiento y celos que ya no podía esconder.

Duque Kiran Page: No pienso dejar que otro hombre te bese.

Arya abrió los ojos sorprendida.

Duque Kiran Page: Ni un noble. Ni un mago. nadie..

Arya sintió su corazón acelerarse de forma peligrosa.

Arya: Yo… yo no dije que..

Duque Kiran Page (interrumpiéndola suavemente): Lo sé. Pero solo escucharte siquiera pensarlo… es suficiente para volverme loco.

La distancia entre ellos se acortó.

Arya respiró hondo.

Y esta vez no pareció querer escapar.

Kiran levantó una mano lentamente, dándole tiempo, dejándole espacio para apartarse si quería.

Pero Arya no se movió.

Su pulso tembló bajo la caricia apenas trazada en su mejilla.

Duque Kiran Page (voz ronca): Y si quieres comprobar algo sobre ese beso… entonces yo… seré el único con quien lo harás.

Arya sintió que las piernas le fallaban.. El calor subió a su rostro, a su garganta, a su pecho.

Arya (susurrando): Kiran…

Kiran inclinó la frente hacia la de ella.. Sus respiraciones se mezclaron.. Arya cerró los ojos sin darse cuenta.

Él no la besó aún. Esperó.. Le dio la oportunidad de decidir.

Y Arya… no retrocedió.. No lo rechazó.. No abrió los ojos para huir.

Sus labios temblaron, apenas rozando los de él.. Aceptando.

Kiran exhaló como si ese mínimo gesto fuera la respuesta que necesitaba.

Y entonces la besó.

Un beso firme.

Reivindicador.

Cargado de celos, deseo reprimido y algo más profundo que ninguno había dicho en voz alta.

Arya correspondió sin pensarlo, sus manos subiendo para aferrarse a su abrigo, como si él fuera lo único que la mantenía en pie.

Kiran la tomó por la cintura, sin apuro, sin fuerza, sosteniéndola como si temiera romperla.

El mundo se desvaneció.

El templo.

Los nobles.

Las reglas.

La prohibición.

Solo existían ellos dos.

Y un beso que, esta vez, no era robado por Arya… ni dado en secreto.

Cuando se separaron, los dos respiraban con dificultad.

Kiran apoyó su frente en la de ella.

Duque Kiran Page: No me pidas que te deje ir.. No después de esto.

Arya, temblorosa, no pudo decir nada.

Pero su silencio… fue la respuesta más peligrosa de todas.