En el siglo XV, Ángela, una joven noble, es enviada por Derya, la reina del Imperio Escocés, al Imperio Otomano para recibir una educación de élite. Tras años de instrucción financiera y cultural, regresa a su hogar solo para descubrir que sus padres han concertado su matrimonio con un joven aristócrata. La dulce joven que partió ha regresado transformada en una mujer valiente y decidida.
Derya no solo quería la mejor educación para Ángela, sino también que sanara su corazón roto por Niall, quien la había rechazado antes de su partida. Ahora, de regreso, Ángela se enfrenta a un mundo de intrigas políticas y expectativas familiares, mientras redescubre sentimientos por Niall.
El regreso de la guerrera, narra el viaje de Ángela en busca de su libertad, amor y lugar en una sociedad cambiante.
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¿Que pasa?
Los guerreros, junto a Angela, volvían de su lucha, satisfechos con los resultados obtenidos. El pueblo estaba agradecido, pero sabían que debían regresar a Stirling. Durante el camino, Angela permanecía en silencio, mientras que Niall conversaba con sus hombres sobre lo ocurrido, preguntándoles si alguna vez habían escuchado sobre una bestia en el bosque. Ninguno de ellos había oído hablar de un animal capaz de matar a alguien solo por diversión.
Al llegar al palacio, la reina Derya los recibió, felicitando a los guerreros por su trabajo. Tomó a Angela del brazo y se la llevó a un lado.
—¿Qué tal, quieres seguir este camino? —le preguntó Derya, notando que Angela estaba muy callada.
Angela sonrió.
—Fue emocionante, esto es lo que quiero.
Angela comenzó a charlar con Derya hasta que se hizo tarde. Sabía que debía volver al ducado, su padre debía estar esperándola. Al llegar, se encontró con su padre, quien le sonrió al verla bien.
—Debo reconocer que me preocupaste un poco —dijo su padre.
—Tranquilo, padre, todo salió bien —respondió Angela.
—Sabía que lo lograrías. Tu madre está que hierve de furia, pero ya se le pasará. Lo importante es que tú lo disfrutaste —el hombre se veía orgulloso.
Angela notó que su padre se veía un poco cansado.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Sí, es solo que tu padre ya está viejo. La edad ya está cobrando su deuda —dijo con una sonrisa para tranquilizar a su hija.
—No deberías trabajar tanto. Desde ahora me haré cargo del ducado, ya es hora de que todo esté en marcha —dijo Angela con determinación.
El hombre asintió. La verdad era que ya debía dejar de hacer lo que le ocasionaba tanto estrés.
Angela se encontraba en el despacho de su padre, llena de papeles, cuando su madre interrumpió.
—La señorita Débora envió una invitación para su fiesta de té. No puedes negarte esta vez. Por favor, por una sola vez haz lo que te digo —la mujer tenía la invitación en su mano, extendiéndola hacia Angela.
A regañadientes, Angela se encontraba en su habitación vistiéndose para la dichosa fiesta de té. No tenía ganas de ir y mucho menos de escuchar a esas mujeres chismear sobre todo el mundo.
En la fiesta de té, Angela se encontró con la baronesa Tyana, una mujer conocida por su lengua afilada.
—¡Vaya, vaya! Mira quién ha decidido honrarnos con su presencia —dijo Tyana con una sonrisa burlona—. La guerrera de la reina Derya.
Angela la miró con frialdad.
—Estoy aquí por invitación, igual que tú —respondió, tratando de mantener la compostura.
Tyana soltó una risa sarcástica.
—¿Sabes? He oído rumores muy interesantes. Dicen que Niall te rechazó hace años. ¿Es cierto? —preguntó con malicia—. Parece que sigues detrás de él como una niñita pequeña.
Angela sintió el golpe, pero se mantuvo firme.
—Mi relación con Niall no es asunto tuyo —replicó.
Tyana no se detuvo.
—De nada han servido tus años de estudios en el extranjero. Sigues siendo la misma nenita caprichosa. Me pregunto por qué la reina Derya ha perdido su tiempo contigo.
Angela sintió una punzada de dolor, pero no quería darle el gusto de verla afectada.
—Prefiero no discutir contigo, Tyana. Es una pérdida de tiempo.
Tyana rió, pero Angela se levantó y se marchó de la celebración, sintiéndose humillada. Las risas en el lugar no se hicieron esperar mientras Tyana continuaba charlando con sus amigas.
Esa noche, mientras Tyana regresaba a su mansión, una figura oscura la acechaba. Tyana caminaba con paso ligero, pero pronto sintió una presencia detrás de ella. Se giró, pero no vio nada. El miedo comenzó a apoderarse de ella. De repente, un rugido escalofriante rompió el silencio. Tyana empezó a correr, pero tropezó y cayó. Al levantar la vista, se encontró con unos ojos rojos brillando en la oscuridad. La criatura se lanzó sobre ella, y su grito desgarrador resonó en la noche.
Al día siguiente, la noticia de que se encontró el cuerpo sin vida de la baronesa Tyana fue la comidilla de toda la ciudad. Muchos aseguraban que fue un ataque de una bestia, pero nadie sabía con certeza lo que había ocurrido.
Angela se sentía inquieta. La baronesa había muerto, justo como habían muerto Layla y aquel bandido. ¿Por qué las tres muertes estaban relacionadas con ella? Esa mañana, Angela se levantó cansada. A pesar de haber llegado de la fiesta y haberse ido a dormir de inmediato, parecía que no había descansado nada. ¿Quizás se debía a tanto trabajo que tenía por delante? Los negocios de su padre iban bien; ella los mantenía a flote, pues era el trabajo de años de aquel buen hombre. Angela se vistió y bajó a comer con sus padres.
—La baronesa volvía de la fiesta cuando la atacó aquella bestia —la duquesa hablaba de lo sucedido—. Qué miedo que tengamos un animal así tan cerca.
La mujer negaba con la cabeza, mientras Angela pensaba: ¿Y si nosotros atraímos al animal? Los ataques habían sido en zonas diferentes.
Angela seguía rumiando esos pensamientos, inquieta por las coincidencias. ¿Qué conexión tenían esas muertes con ella? ¿Acaso había algo más oscuro en juego?
Niall, por su parte, también se veía un poco preocupado. Los ataques habían sido extraños, además de ocurrir muy lejos de Stirling. Luego de volver a su hogar, escuchó sobre un ataque similar, lo cual lo tenía intranquilo e intrigado. Henry lo miraba de manera extraña.
—¿Qué te pasa? —preguntó Henry.
—Nada, solo estaba pensativo —respondió Niall.
—¿Qué, Angela te tiene en las nubes? —bromeó Henry.
Niall lo miró mal por un momento, luego suspiró.
—No es eso. El ataque a la baronesa es un poco extraño.
—¿Por qué lo sería? Fue un ataque de lobos —dijo Henry, quitándole importancia.
—Los lobos devoran, no matan por diversión. Además, no te he contado que durante nuestro viaje tuvimos dos encuentros con casos iguales —Henry arrugó el entrecejo, eso sí era nuevo; no había escuchado nada de esos ataques.
—Entonces hay que investigar. Encárgate personalmente de eso —ordenó Henry.
Sin más, Henry salió del lugar. Tenía otras cosas en las que ocuparse, puesto que dentro de poco saldría junto con Derya hacia Noruega e Inglaterra.