Diana es una mujer que llegó a la gran ciudad cuando apenas era una adolescente, tuvo que trabajar en diversos oficios, hasta que conoció a Lucas, el hombre que la llevaría a conocer el mundo de las Damas de compañía...
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Vidas separadas.
Diana.
Voy caminando con mi exuberante figura por una de las grandes avenidas de la gran ciudad donde vivo hace años, las personas se voltean para mirarme, y cómo no, si soy una hermosa rubia con cuerpo de infarto, que brota seguridad mas sensualidad.
Con mi 1.75, me considero más alta que el promedio de las chicas, me encanta usar vestidos pequeños que realcen mis atributos, así vendo mi imagen proyectando lo que quiero. Detesto a las mojigatas que solo critican porque soy, eso que ellas no pueden ser.
Me presento; soy Diana Batista, tengo 26 años, soy de un pueblo chico donde viven mi madre y mi pequeña hermana, que está a punto de ingresar a la universidad, es por ella que me vine a la ciudad, para que tenga las oportunidades que yo no tuve.
¿En qué trabajo?, pues sencillo, soy dama de compañía, no necesariamente debo acostarme con mis clientes, pero si hay uno que me llame la atención, obvio no desaprovecho la oportunidad, no soy una santa, ni me interesa serlo ni parecerlo, además las santas son aburridas y a mí me gusta el color.
Susan me ha llamado para informarme que hay un nuevo cliente que necesita de mis servicios por tres semanas, según ella, la paga es excelente, así que tomo el trabajo pues mi hermana está por ingresar de poco a la universidad va a necesitar ropa, útiles y todas esas cosas.
¿Qué si alguna vez he pensado salir de esto? Muchas veces, pero primero debo darle una mejor vida a mi madre y a mi hermana, quiero que ella sea lo que yo no pude por falta de oportunidades.
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Soy Teodoro Montes, un alto ejecutivo, dueño de una de las mejores empresas del país, especializadas en seguridad. También soy el heredero de uno de los mayores imperios mercantiles del continente Europeo. Tengo 33 años, mi estatura es de 198 cms, soy un hombre adicto al trabajo, soy muy sagaz en los negocios, pero un sufrido en el amor.
Solía tener una novia, Constanza Juro, nuestra relación terminó porque ella pretendía que descuidara mi trabajo para pasar todo el tiempo entre sus piernas. Así que un día decidimos cortar por lo sano. Realmente no me malogró nuestra terminación, porque lo nuestro era más superficial que otra cosa.
Sin embargo, justo ahora me beneficiaría tenerla a mi lado, pues resulta que mi padre me anda amenazando con la absurda idea de que debo tener una relación, tratar de formar una familia como la que él y mi madre han formado a lo largo de los años, cosa que no me interesa.
Ahora debo buscar a una mujer para presentarla como mi novia y fingir una relación durante las tres semanas que van a estar mis padres y mi hermana Sarita en el país, ya que ellos viven hace 3 años en Londres.
- Dime Edgar, ¿de dónde carajos voy a sacar una novia a estas alturas cuando faltan menos de 24 horas para que mis padres lleguen a la ciudad? - le pregunto a mi asistente.
Sí, tengo un asistente, pues es tedioso tener que lidiar con locas ofrecidas que solo me buscan para beneficiarse con mi dinero y mis apellidos, de verdad que es lo que menos quiero para mí.
Nos quedamos un rato analizando las posibilidades, de dónde podríamos conseguir a una mujer dispuesta a hacerse pasar por mi novia.
- Una dama de compañía - dice Edgar, metido en su celular muy entretenido con lo que sea que está haciendo.
- ¿Y dónde puedo buscar una? - pregunto interesado.
- El primo del amigo de un amigo...
- Edgar, deja de fingir que no eres tú el que acude a ese tipo de agencias y búscame el contacto para solicitar a una de esas chicas,
- ¡Bien! ¿Cómo deseas que sea? - me pregunta.
- Como sea, no me interesa su apariencia... solo serán tres semanas, eso es todo.
Mi asistente hizo un par de llamadas, al cabo de unos minutos que ya tenía a la chica, que esperaba vernos esta misma noche en el bar de Ben, para hablar de la paga y los horarios.
De verdad espero que todo salga bien, porque sino, seré un mendigo más en este país.
NARRADORA.
Muy pronto la vida de ambos tendría un cambio; Diana aprenderá a tener un poco más de confianza en las personas, pero también conocerá que hay personas llenas de prejuicios y miramientos, que solo juzgan por lo que ven y no se ponen en los zapatos de los demás.
Para Teodoro también hay una lección, y es a luchar a cabalidad por lo que desea obtener. Pero también aprenderá que por amor se es capaz de dejar todo.
Diana y Teodoro, dos vidas, dos corazones que laten en la misma sintonía, pero a ritmos de diferentes.