Isabella Rossi tiene 21 años, es la hija de un famoso empresario y lleva una relación con su novio desde los diecisiete años, solo esperaba graduarse para completar el compromiso que ambas familias han convenido desde hace muchos años, pero los padres de Isabella le dieron a escoger si casarse o no. Ella está muy enamorada de Sebastián Greco un joven apuesto de 25 años que es hijo de otro poderoso empresario, y no tiene dudas de él, pero pronto conoce el engaño de su prometido y su mejor amiga por eso su compromiso quedará disuelto. Al encontrarlo con su amiga él le dice que lo hizo por qué ella no lo representa y es demasiado mojigata, entonces ella decide cambiar tanto su aspecto como sus principios.
Te invito a conocerla.
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Quieres ser mi novia.
Isabella.
Estaba terminando de ir a cambiarme con la ropa que el chófer de franco trajo y mis amigas me acompañaron, estaban más emocionadas que yo por lo de franco, saque de la maleta de ropa nueva unos shorts de rayas mostaza, negras y blancas, un top color mostaza y unas sandalias bajitas floreadas blancas.
Luego de estar lista bajé con las chicas, mis atributos salían a relucir mucho con esta ropa, Sebastián no perdió oportunidad para tratar de obtener mi perdón y reclamarme el hecho de estar en casa de Franco y en las fachas que estaba, lo ignoré y fui con Franco, él estaba en el patio, pero al acercarme esa mujer la tal Soraya que según lo que me contaron mis amigas era si novia.
Soraya lo besó y yo me quería desaparecer en ese momento, sentía algo peor que cuando Sebastián me engaño, pero por qué él y yo no éramos nada, fui hacia la habitación y puse la ropa que tenía puesta antes en mi cartera, tome mi celular y me dirigía a salir, pero al abrir la puerta Franco estaba allí parado al parecer iba entrando, pasé por su lado y me tomó de la mano atrayéndome a su cuerpo.
Franco: A donde vas.
Isabella: Debo irme Franco, no podre quedarme contigo, allí dejé la maleta con la ropa nueva esta que cargo puesta gracia, pero te la cancelo más tarde me mandas tu cuenta.
Franco: De que estás hablando no te puedes ir y por la ropa no te preocupes, es tuya. No te vayas.
Isabella: No puedo quedarme lo siento Franco y te libero del trato, tampoco puedo seguir con esto.
Me suele de su agarre y salí todos estaban, creo que en el patio yo abrí la puerta y salí, pero inmediatamente unos enormes brazos me rodearon.
Franco: No te vayas por favor que sucedió, dime, ¿es por Sebastián, quieres perdonarlo, es eso?. ¿Acaso te Molestó verlos juntos?
Salí del apartamento y llegué a un pasillo, allá me volvió a detener, pero esta vez me acorraló a la pared colocando ambas manos a los lados de mi cara.
Franco: Responde por qué ya no quieres seguir con el trato, tú misma lo dijiste, dejarías que yo fuera el primero, estaríamos juntos hasta que eso pase por qué te arrepientes.
Soltó un suspiro de frustración y me miro fijamente con esos maravillosos ojos que me desarman, no puede ser paso lo que no quería, pero como es posible apenas lo conozco.
Franco suspiró de nuevo, pero esta vez era un suspiro resignado.
Franco: Fue por lo que viste verdad, no pudiste soportar, ver al hombre que quieres con otra mujer, por eso no quieres que pase nada entre nosotros se sincera.
Isabella: ¡Sí, fue por lo que vi me dio rabia ver al hombre por el que siento cosas con otra.!
Franco quito sus manos de los lados de mi cara y su mirada era triste suspiro y antes de que dijera algo continué.
Isabella: Si es verdad no tolero quedarme y ver al hombre que quiero con otra, ver como para él yo no soy nada, solo soy sexo para él.
Tapé mi rostro con mis manos y me giré para irme, pero continué diciendo en voz baja.
Isabella: Me dio mucha rabia verte besando a esa tal Soraya, pero no tengo derecho, no somos nada.
Seguí caminando y llamé a un taxi para que viniera por mí.
Cuando me voltearon bruscamente la cara de Franco a tan escasos centímetros de la mía.
Franco: Dime que lo que dijiste es cierto, repite que no es por Sebastián, que estas celosas quiero escuchar que es por mí.
Isabella: Franco, dudo que haya sentido algo más que atracción por Sebastián, siempre lo vi rodeado de mujeres y nunca lo celé pero verte besándote con ella, me lleno de rabia, de... dolor.
Tomé sus mejillas con mis dos manos.
Isabella: Perdón por esa escena sé que no tengo derecho, esto solo iba a ser sexo, pero confundí las cosas, además mírala a ella y mírame a mí no puedo compararme.
Franco tomo mi rostro y me besó y valla que beso era tan demandante pero no era brusco, me soltó para poder recuperar el aliento y dijo.
Franco: Por supuesto que no hay comparación alguna, tú eres hermosa, dulce, noble, eres perfecta y ese beso ella me lo robó, yo la aparté porque no eran los tuyos.
Volvió a besarme pero fue corto.
Franco: Isabella nunca te vi como sexo, solo estaba dando tiempo a que sintieras algo por mí porque ya no puedo, ni quiero, ni voy a dejarte ir mi amor.
Se arrodilló y me dijo.
Franco: Quiero saber mi amor, si quieres ser mi novia princesa.
Decía esto arrodillado mientras me entregaba una cajita con dos anillos de promesa.
No podía creerlo, este hombre es un sueño y no es para nada el hombre frío de siempre.
Isabella: Sí... si quiero ser tu novia.
Cuando trataba de levantarlo llegaron Sebastián, Max, Jerry, Esteban y Rodrigo, al parecer iban a comprar algo o solo venían por nosotros, no lo sé, lo único que sabía era que mi cara estaba roja. Ellos empezaron a burlarse de Franco, bueno, solo los amigos de Franco lo hacían, los otros dos estaban serios.
Franco se levantó y me giro sin importarle nada y me besó al separarnos los vio con rabia.
Franco: No pueden ser más inoportunos, que pasa a dónde van, por fin se marchan que triste.
Dijo con ironía Franco.
Max: No, mi querido Romeo no te alegres, vinimos por ustedes, queríamos saber si había pasado algo malo.
Esteban: Y veo que si pasó que hiciste Franco que te tienen pidiendo cacao.
Franco: Nada solamente estaba formalizado mi noviazgo con bella, no se lo había pedido formalmente ni le había entregado su anillo de promesa.
Dijo Franco enseñándoles su mano.
Rodrigo: Muy bien, ya basta quién eres tú y donde tienes a Franco.
Dijo rodrigo riéndose a lo que franco le dio un golpe en el hombro.
Franco: Bueno, regresemos al apartamento.
Me tomó por la cintura y fuimos adentro, la cara de Sebastián daba tristeza pero ya no sentía nada por él solo quería estar con Franco.