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Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Status: Terminada
Genre:CEO / Amor-odio / Amor eterno / Enfermizo / Completas
Popularitas:801
Nilai: 5
nombre de autor: Luciara Saraiva

La puerta chirrió al abrirse, revelando a Serena y a la enfermera Sabrina Santos.

—Arthur, hijo —anunció Serena—, ha llegado tu nueva enfermera. Por favor, sé amable esta vez.

Una sonrisa cínica curvó los labios de Arthur. Sabrina era la duodécima enfermera en cuatro meses, desde el accidente que lo dejó ciego y con movilidad reducida.

Los pasos de las dos mujeres rompieron el silencio de la habitación semioscura. Acostado en la cama, Arthur apretó los puños bajo la sábana. Otra intrusa más. Otro par de ojos recordándole la oscuridad que lo atrapaba.

—Puedes irte, madre —su voz ronca cortó el aire, cargada de impaciencia—. No necesito a nadie aquí.

Serena suspiró, un sonido cansado que se había vuelto frecuente.

—Arthur, querido, necesitas cuidados. Sabrina es muy experta y viene con excelentes recomendaciones. Dale una oportunidad, por favor.

NovelToon tiene autorización de Luciara Saraiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

La curiosidad de Arthur por Sabrina y su destino crecía a cada minuto. ¿Por qué sentía esa necesidad de involucrarse en sus problemas? No lo sabía, pero algo en Sabrina, en su insolencia y, ahora, en su vulnerabilidad, lo intrigaba profundamente. Quería saber más, mucho más.

Mientras Arthur planeaba sus próximos pasos, Sabrina, aún llorando, luchaba por encontrar una salida. ¿Qué podía hacer para ayudar a su padre, Joseph, que estaba preso, acusado de un crimen que ella estaba segura de que no cometió?

La escena descrita, con Joseph al lado del cuerpo de Almeida, sosteniendo un cuchillo ensangrentado, era devastadora. Vivían uno al lado del otro, en estudios en los suburbios de la ciudad, amigos de mucho tiempo. La idea de que Joseph, que siempre valoró la honestidad, pudiera haber cometido tal acto, era impensable. Ella sentía que alguien malintencionado cometió el crimen y creó la situación perfecta para incriminar a Joseph.

El rechazo de Vitor, que no atendía sus llamadas, aumentó la sensación de abandono. Era en esos momentos de desesperación que ella esperaba apoyo, pero él estaba ausente. Y entonces, la llamada de Arthur. La indiferencia y el egocentrismo de él la habían irritado aún más, haciéndola colgarle al billonario. Pero ahora, con la cabeza más fría, se preguntaba si aquel hombre arrogante, que la irritaba tanto, podría ser una pieza clave, aunque sin querer, para desvelar el misterio que envolvía a su padre.

Sabrina respiró hondo. Necesitaba pensar con claridad. ¿Cómo podría investigar a fondo el caso de su padre, sin recursos y sin experiencia? ¿Arthur podría ayudarla? Sabrina se veía perdida sin saber qué hacer. Se dio un baño relajante y alguien apareció en la puerta, tocando el timbre.

Sabrina miró por el ojo mágico y vio que era Júlia, su vecina y amiga.

-- Hola, mi linda, vine a ver cómo estás. -- comentó Júlia al ver a Sabrina abrir la puerta. -- ¿Qué pasó, Sabrina? Lloraste, ¿verdad?

Sabrina forzó una sonrisa, incapaz de esconder la verdad de Júlia. Ella sabía que su amiga la conocía demasiado bien. -- Hola, Ju. Entra. No es nada fácil, en realidad.

Júlia entró, la preocupación estampada en su rostro. -- ¿Qué pasó? ¿Es Joseph? Me enteré de que fue arrestado. ¡No creo que mi amigo haría una cosa de esas!

Sabrina asintió, las lágrimas volviendo a inundar sus ojos. -- Sí. Lo acusaron de matar a Almeida. ¡Es una locura, Ju! Mi padre jamás haría algo así. Es incapaz de lastimar a una mosca.

Júlia la abrazó fuerte. -- Lo sé, mi amor. Lo sé. Pero la policía... ¿cómo fue que sucedió?

Sabrina se desahogó, contándole a Júlia todo lo que sabía, desde la escena descrita por los policías y las informaciones dichas por el abogado y comentó sobre el rechazo de Vitor y la frustrante llamada con Arthur.

-- Y lo peor es que no sé qué hacer, Ju. No tengo dinero para contratar investigadores particulares. Es como si estuviera atrapada en una pesadilla... Y ahora, más que nunca, necesito trabajar y mantener mi trabajo cuidando de Arthur Maldonado. Me van a pagar muy bien. Estoy contando con ese dinero para pagar al abogado.

Júlia se apartó, mirando a Sabrina con una expresión determinada. -- No estás sola, Sabrina. Vamos a descubrir lo que pasó. Joseph es como un padre para mí también. Vamos a encontrar una solución para esta situación.

Hizo una pausa, pensativa.

-- Y ese Arthur... ¿el billonario que dijiste? Por más irritante que sea, ¿no sería bueno tener a alguien con recursos de nuestro lado?

Sabrina vaciló. -- Le colgué, Ju. Es insoportable de tan arrogante.

-- ¿Y qué?, replicó Júlia. -- Ahora no es hora para orgullo. Si él puede ayudar, aunque sea solo con informaciones o contactos, deberías considerarlo. Piénsalo bien, Sabrina. Estamos hablando de la libertad de tu padre.

Sabrina se mordió el labio inferior, ponderando las palabras de Júlia. Por más que la idea de buscar a Arthur la angustiara, su amiga tenía razón. La situación era desesperante.

-- Tienes razón, Ju, suspiró Sabrina. -- Necesito intentarlo. ¿Pero cómo? Probablemente no me atenderá después de lo que hice y también cómo voy a llegar hasta él y pedir ayuda en algo para mi familia?

Júlia sonrió. -- Deja eso conmigo. Voy a pensar en algo. Pero antes, vamos a pensar en todo lo que puede haber sucedido. ¿Hay algo que hayas notado diferente últimamente? ¿Alguna pelea entre tu padre y Almeida? ¿Algún desafecto?

Sabrina cerró los ojos, intentando escudriñar sus memorias. -- No que yo sepa... Eran muy amigos. Siempre. Pero..., abrió los ojos, un recuerdo surgiendo. -- Recuerdo que hace algunas semanas, Almeida andaba medio extraño. Más callado, más distante. Y mi padre comentó una vez que él estaba preocupado con algo, pero no quiso decir qué.

Júlia anotó mentalmente. -- Eso es un comienzo. Ahora, vamos a tomar un café y después vamos a trazar un plan para que hables con ese tal Arthur. Y no te preocupes, Sabrina. Juntas, vamos a sacar a Joseph de esta.

Sabrina hizo un café recién hecho para ellas. La conversación con Julia la ayudó mucho. Sabrina dejó de llorar y sintió fuerzas para luchar por su padre.

-- Vitor no atendió mis llamadas. Hablé con él más temprano, pero ahora en la tarde llamé nuevamente y él no atendió. ¿Será que Vitor me está mintiendo? Nunca desconfié de él, pero mi jefe plantó una raíz de dudas en mí, y ahora estoy pensando que tal vez él tenga razón. ¿Será que Vitor me está traicionando?

Mientras ellas conversaban en la cocina, el celular de Sabrina suena en el cuarto.

-- Creo que puede ser Vitor retornando tus llamadas.

Sabrina bebió un sorbo de café y respondió: -- Ahora no tengo ganas de hablar con él. Después envío un mensaje.

-- ¿Pero si no es él? -- Júlia argumentó dejando a Sabrina preocupada. -- Es verdad, mejor voy a ver quién es.

Sabrina dejó la cocina y anduvo con pasos rápidos para el cuarto. El celular acababa de sonar nuevamente. Era una llamada del abogado.

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