En el mundo de los negocios, el control y el poder no existe lugar para el amor, o al menos eso es lo que manifiesta Vladimir Chandoski. Sin embargo, al llegar a su cumpleaños número treinta se verá obligado a contraer matrimonio con una de las hermanas Bonfatti y así conservar su imperio y preservar el legado familiar con la llegada de un heredero. Él no tiene el menor interés en conocer a sus candidatas y le da lo mismo contraer matrimonio con cualquiera de ellas, por eso decide hacer un sorteo, pero grande es su sorpresa cuando conoce a su futura esposa y descubre que no es nada más ni nada menos que la dueña de sus desvelos. Una hermosa mujer con un gran secreto que lo cambiará todo.
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Capítulo N°14
Vladimir sonrió satisfecho guardando el celular en su bolsillo, mientras se acercaba a su ex compañero de universidad y le agradeció por su ayuda.
—Gracias James, con esta prueba podré librarme de esa bruja en el futuro —dijo palmeando el hombro de su viejo amigo.
—Cuando quieras, esa niña está de infarto.
—Sí, no te voy a negar que es una mujer muy bella, pero sospecho que algo se trae entre manos y no quiero ser tan estúpido de caer bajo sus encantos, además los sirvientes me han puesto sobre aviso y me dijeron que frecuenta la mansión.
—¿Crees que tiene algo que ver con tu padre?
— De mi padre no me sorprende nada, por más que sea mi progenitor es un ser despreciable que seguramente trama algo con esa niña, así que por las dudas tomaré mis precauciones—comentó mientras se dirigían a la barra por un trago y se ponían al día.
—Realmente me parece una estupidez que debas casarte con una desconocida para seguir siendo el presidente de una compañía que prácticamente la rectaste de la ruina.
— Así es amigo, solo espero que mi plan funcione y la mujer que escogí para esposa jamás aparezca frente a mis narices.
—Brindemos por eso—dijo James levantando su copa y luego bebiendo su contenido.
Por más de una hora los amigos conversaron en una charla larga y amena, recordando sus días de juventud e intentando olvidarse de sus problemas, hasta que finalmente Vladimir pagó la cuenta, se despidió de su amigo y salió del bar rumbo a su departamento. Sin embargo estaba algo ebrio y al final condujo hasta la vieja iglesia donde estacionó su auto frente a la gran muralla que lo separaba de María y aferrándose a la cruz cerró sus ojos y se quedó profundamente dormido.
A la mañana siguiente, el sol ingresó a través de su vidrio blindado y despertándose de un largo sueño estiró sus brazos y bostezo. Tenía un terrible dolor de cabeza, estaba contracturado, su cuello le dolía y no entendía qué hacía en ese lugar, sin embargo se enderezó en el asiento, novio de un lado a otro su cabeza y alisó su cabello que estaba alborotado. Él estaba buscando una goma de mascar sabor menta en su portafolio, cuando escuchó la voz de María.
Asombrado miró por el espejo retrovisor mientras le quitaba el envoltorio a la golosina y entonces la vio como un hermoso espejismo, una visión divina. Ella iba caminando por un pequeño sendero que se dirigía al bosque a su lado iba una joven que reía sin parar, así que sin dudarlo se bajó del auto y persiguió a las dos novicias. María se veía hermosa, radiante bajo los rayos del sol que iluminaban su fina piel y hacían brillar sus grandes ojos grises, en sus manos llevaba una canasta de mimbre y de vez en cuando se agachaba a recoger algún que otro fruto silvestre.
María estaba recogiendo fresas silvestres mientras que su compañera se alejaba hacía unos arbustos en busca de moras. Vladimir se encontraba detrás de un gran árbol y cuando María estuvo sola le arrojó una piedra y ella volteo sorprendida para ver de quien se trataba.
— ¿Qué haces aquí? ¿Acaso te volviste loco?—susurró casi sin aliento y mirando para todos lados.
— No y no sé cómo llegué hasta el convento, anoche tomé un par de copas de más y hoy desperté aquí, pero me alegro que así fuera porque desperté con las más hermosas de las visiones —dijo y ella se acercó al tronco ocultándose de su amiga.
— No puedes seguir viniendo a este lugar, no es correcto —su mirada estaba fija en esos hermosos labios mientras pronunciaba cada palabra y por más que sabía que estaba mal quería volver a besarlo sobre todo porque de ellos se desprendía un aroma fresco a menta.
— María no puedo evitarlo, por más que no desee estar aquí algo me atrae como un imán hacia ti—confesó acortando la distancia y acariciando su rostro—. Todo indica que debemos estar juntos.
— Eso es imposible, no te conozco y tú no me conoces y por más que quisiera estar contigo, no puedo.
—María, María ¿dónde estás?—la voz de su compañera resonó como un eco entre los árboles.
—¡Ya voy!—respondió aterrada de ser descubierta
—¿Cuándo te veré de nuevo?—preguntó sujetando su mano
—María Magdalena, debemos volver
— Lo siento debo regresar con María Emilia.
— Necesito hablar contigo sin interrupciones, necesito...
— Lo siento, no puedo—lo interrumpió y poniéndose en puntas de pie, depositó un suave beso sobre los labios de Vladimir antes de salir de su escondite y correr por un sendero hasta desaparecer de su vista por completo.
El ceo pasó la yema de sus dedos sobre sus labios, emocionado porque sabía que ella sentía lo mismo que él aunque lo negara, ella no estaba hecha para ser monja.
— En un mes te convenceré que dejes este lugar y te escapes conmigo —susurró con una medía sonrisa en sus labios.
[…]
Días más tarde…
Jade abrazó con cariño a la madre superiora despidiéndose una vez más con lágrimas en sus ojos de la mujer que en los últimos años le dio cariño, fue su confidente y supo ser una verdadera madre.
—Mi niña, ¿estás segura que estás tomando la decisión correcta?No le debes nada a tu padre ni a esa familia—le susurró mientras acariciaba la frágil espalda de la joven.
—Si, madre ya no puedo seguir escondiéndome del mundo entero, necesito retomar mi vida—respondió separándose unos centímetros y mirando el rostro avejentado de su ángel guardián—. Sabes muy bien que nunca tuve la intención de dedicar mi vida por completo a Dios, sin embargo logré la paz que necesitaba mi corazón y a este lugar lo considero mi hogar.
—Siempre serás bienvenida en el convento, siempre seras mi niña consentida.
—Lo sé y te lo agradezco, gracias a ti me reencontré a mí misma y fui muy feliz entre estas cuatro paredes—confesó, entonces llevó sus manos a su cuello y se quitó la cruz que tan gentilmente la monja le prestó—. Esto le pertenece —dijo extendiendo su mano y entregando la cadenita con delicadeza a su dueña.
—Te la obsequio, él sabrá guiarte y hará que tomes el camino correcto —respondió devolviendo el crucifijo.
—Gracias —contestó emocionada, nerviosa pero convencida de que hacía bien alejándose de ese lugar.
Con manos temblorosas tomó la maleta que estaba junto a sus pies y salió del convento viendo como la gran puerta se cerraba detrás de ella y escuchó el repicar de las campanas, anunciando su despedida entonces levantó la vista al cielo y vio como un par de palomas revoloteaban sobre su cabeza como una señal divina.
Suspirando profundo y controlando todas sus emociones, fingiendo una fuerza que no poseía se dirigió al auto de su padre.
—Cariño, estoy tan feliz por tu decisión que no puedo dejar de sonreír—exclamó Juliano abriendo la puerta para que ingrese al vehículo—. Iván, llévanos a casa, Sarah y las niñas nos esperan —ordenó a su chofer una vez dentro del vehículo.
—No Iván, llévame a mi antiguo departamento. Quiero estar sola para pensar—le indicó al chofer desobedeciendo la orden de su padre.
—Hija, no puedes hacer eso, Sarah preparó un almuerzo especial para festejar tu regreso y ya acondicionamos tu antigua habitación.
—Festejen sin mí, si quieres que me case con Vladimir, será bajo mis términos y condiciones. Ahora llévame a mi hogar que necesito descansar —se recostó en el asiento, cerrando sus ojos y dejando a su padre sin palabras.
El recorrido lo hicieron en silencio, ella miraba cada piedra, cada árbol, cada flor guardando en la memoria el camino que alguna vez la llevó hasta su salvación, como si necesitara aprender de memoria esa ruta por si necesitaba volver a escapar.
A medida que ingresaba a la ciudad su cuerpo se tensaba, conocía perfectamente esas calles, aunque descubrió que había un centro comercial nuevo, más viviendas y la ciudad se había extendido un poco más. Inquieta se removió en su asiento, el mundo siguió progresando durante todo este tiempo mientras que ella solo estuvo orando e intentando sanar sus heridas del alma.
El auto se detuvo frente un edificio de ladrillos gastados, con sus postigos blancos cubriendo algunas ventanas y macetas colgantes que decoraban el lugar. La antigüedad del condominio contrastaba con lo moderno de la zona, pero Jade amaba su hogar, ese montón de ladrillos que casi sin gracia se elevaban diez pisos hacia el cielo intentando en vano resistir al progreso.
—¿Estás segura de querer quedarte en este lugar?—interrogó su padre mirando con desconfianza el barrio y una mueca de asco se asomó en su rostro al observar el edificio.
—Su padre, esta es mi casa, mi hogar y es el lugar que yo escogí para vivir—respondió bajando del auto y llevando consigo su pequeña maleta.
—Cariño espera, te daré dinero para los víveres —Juliano salió del auto y la persiguió.
—Gracias pero no lo necesito, tengo mis ahorros y podré sobrevivir hasta la boda —contestó ignorando los billetes mientras buscaba las llaves del interior de su cartera.
Ella ingresó al hall, todo estaba exactamente igual a como lo recordaba, entonces miró las escaleras que la llevarían hasta su pequeño departamento y suspirando subió hasta el tercer piso, donde su hogar, sus libros, su máquina de escribir y sus recuerdos más hermosos la esperaban.
Vamos por la próxima 😘😘
Felicidades por tan hermosa novela 🥰🌹🫂
Felicidades 🎆 querida escritora vamos por más novelas así 🫂🥰