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CONTRATO CON EL CEO: PROHIBIDO ENAMORARSE

CONTRATO CON EL CEO: PROHIBIDO ENAMORARSE

Status: Terminada
Genre:CEO / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Venderse para pagar una deuda / La mimada del jefe / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:433.5k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Yazz García

Ella necesita dinero desesperadamente. Él necesita una esposa falsa para cerrar un trato millonario.
El contrato es claro: sin sentimientos, sin preguntas, sin tocarse fuera de cámaras.
Pero cuando las cámaras se apagan, las reglas empiezan a romperse.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Señora Blake

...💎...

...CAPÍTULO 17...

...----------------...

...EMMA RÍOS ...

Nunca imaginé que una simple firma me pudiera cambiar tanto la vida.

Desde que mi nombre aparece junto al de Leonardo Blake en los periódicos, todo se siente diferente: los desayunos tienen tres tipos de café, las camas se tienden solas y hasta respirar parece un acto supervisado por alguien más.

La mansión Blake es hermosa, sí. Pero también es… intimidante.

Todo brilla, todo suena caro, y yo sigo caminando con miedo de romper algo que valga más que mi matrícula universitaria completa.

Han pasado semanas desde aquel viaje a Grecia, la boda, y del escándalo mediático posterior. Sofía ya fue operada —gracias a Leonardo, claro— y su recuperación va viento en popa. La visito cada tarde, aunque siempre me mira con esa sonrisa sospechosa, como si supiera más de lo que dice.

Leo también va a verla, y por alguna razón, verla sonreírle tanto me deja una sensación rara en el pecho.

Por otro lado, Martín sigue sin aparecer.

Ni un mensaje, ni una llamada. Nada.

Y aunque intento convencerme de que está ocupado o simplemente ya se resignó conmigo, en el fondo sé que algo no encaja. Él nunca desaparece así.

—Señora Blake —me llama Sofía con un tonito travieso cuando llego al hospital—, qué elegante estás hoy.

—¿“Señora Blake”? No empieces tú también, por favor —respondo riendo mientras le acomodo las flores junto a la cama—. Sigo siendo Emma.

—Claro, Emma, la que usa tacones de diseñador y llega en auto con chofer.

—Fue idea de Leo, no mía —murmuro, bajando la voz.

—Ajá. —Me sonríe—. Y seguro la idea de verte todos los días también fue de él.

—Sofía… —empiezo, pero ella alza las cejas.

—No te hagas. Se nota que se aman. Te juro que ese hombre te mira como si fueras el único caos que disfruta en su vida.

No respondo.

Solo sonrío, porque ella no sabe la verdad de todo.

De vuelta en la mansión, todo parece demasiado grande y demasiado ordenado.

Los empleados me llaman “señora Blake” cada vez que paso, y aunque lo hacen con respeto, todavía me da un poco de risa.

En el salón principal, Gisela revisa revistas de moda. Me mira entrar y me lanza un cumplido entre líneas:

—Si sigues vistiéndote así, las columnas de sociedad van a amarte.

—O a odiarme —respondo—. No tengo su estilo, ni su porte.

—Tienes algo mejor: autenticidad. Créeme, eso vale más que cualquier diamante.

Sonrío, agradecida, pero sé que no todos opinan lo mismo.

...----------------...

La universidad ha sido otro circo.

Desde que todos se enteraron de mi matrimonio, los profesores y compañeros me miran como si fuera un billete andante.

—Emma, ¿crees que podrías hablar con tu esposo para que revise este proyecto? —me dice uno de mis profesores, casi cada semana—. Es una idea brillante para la expansión de productos ecológicos.

Y luego otro, y otro…

Al final del día tengo una carpeta llena de ideas de negocio que ni siquiera entiendo del todo, y un dolor de cabeza monumental.

Pero lo peor de todo no son los profesores.

Es Valeria.

La reina de la envidia.

La que antes me ignoraba y ahora parece tener un doctorado en sarcasmo.

Hoy, por ejemplo, me esperó en la cafetería con su sonrisa de plástico y su grupo de clones.

—Vaya, si es la nueva millonaria del campus —dijo apenas me vio—. ¿Vienes a estudiar o a hacerle publicidad a tu esposo?

—Vengo a terminar mi carrera, como cualquier persona —respondí con calma.

—Claro, claro. Aunque algunas personas la terminan sin necesitar padrinos, ¿no?

Las risas de sus amigas resonaron como un coro irritante.

Yo respiré hondo. No iba a darle el gusto de verme alterada.

—Sabes, Valeria —le dije, sonriendo—, tú podrías intentar casarte con un empresario también. Aunque dudo que alguien con tanto dinero te aguante con lo cabeza hueca que eres.

El silencio fue glorioso.

Tomé mi bandeja y me fui, dejando atrás sus caras de escándalo.

En la fila para dejar la bandeja, lo vi.

Sentado en una mesa al fondo, con una taza de café entre las manos y la mirada clavada en la pantalla de su laptop.

Martín.

Por un segundo pensé que estaba imaginando cosas. Pero no, era él. Más delgado, más serio, con una barba que no recordaba y ese aire distante que me descolocó.

—¿Martín? —pregunté, acercándome con cautela.

Él levantó la vista y me observó unos segundos antes de hablar.

—Hola, Emma.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sin poder ocultar la sorpresa.

—Trabajo —respondió, encogiéndose de hombros—. Acepté el puesto de profesor en el departamento de diseño industrial.

—¿Profesor? —repetí incrédula—. Pero si tú odiabas tener jefe, y los horarios, y todo eso de “ambiente académico”.

Él sonrió apenas, sin humor.

—Las personas cambian. Y a veces… necesitan más dinero.

Su tono me desconcertó.

—¿Más dinero? ¿Por qué? ¿Qué pasa, Martín?

Él cerró la laptop y me miró con una mezcla de molestia y resignación.

—¿Y por qué debería contarte mis cosas personales a ti? A la esposa de otro.

Sentí el golpe de sus palabras directo al pecho.

—No te pongas así —susurré—, solo quería saber si estabas bien.

Él soltó una risa amarga.

—¿Bien? ¿Después de verte casarte con ese tipo en todas las malditas redes, con lujos y excentricidades? ¿Y ahora qué? ¿Vienes a buscarme porque tu esposo no te da lo que quieres? ¿Necesitas a tu estúpido amante para que te complazca otra vez?

Sus palabras fueron como una bofetada.

Ni siquiera intenté disimular las lágrimas que empezaron a arderme en los ojos.

—Martín, basta —dije con la voz temblorosa—. No aquí. Hablemos en otro lugar, por favor.

Él suspiró, se pasó las manos por el cabello y asintió.

—Está bien. Vamos.

Nos alejamos de la cafetería, caminando sin rumbo hasta llegar al sendero detrás del edificio de arte.

El lugar era tranquilo, rodeado de árboles y hojas secas que crujían bajo nuestros pasos.

Martín se detuvo y se giró hacia mí, con las manos en los bolsillos.

—No llores —murmuró, al ver mis ojos húmedos—. No era mi intención hacerte llorar.

—Entonces, ¿cuál era? —pregunté casi en un susurro.

Él suspiró y miró al suelo.

—No lo sé. Supongo que necesitaba desahogarme de alguna manera. Pero también, escucharte. Entender… qué pasó contigo.

Guardé silencio. El viento movía las hojas y sentí un escalofrío.

—Emma —continuó, con la voz temblorosa—, no entiendo en qué momento te perdí. Un día estábamos planeando un futuro, y al siguiente… simplemente desapareciste.

—Martín… —murmuré, sin saber qué decir.

—¿Qué hice mal? —preguntó, alzando la voz apenas—. ¿Qué fue lo que hice tan mal para que me sacaras de tu vida así?

Su rostro cambió. Ya no estaba enojado. Solo… dolido.

Tan dolido que se veía al borde de las lágrimas, aunque se esforzaba por contenerlas.

—Yo te amo —susurró, con un hilo de voz—. Te amo. Sabes que eres el amor de mi vida y he tratado de ayudarte con todo, Emma. Han pasado semanas, pero todavía no hay un solo día en el que no piense en ti.

Mis ojos ardían. No podía mirarlo sin sentir el peso de mi culpa.

—¿Cómo esperas que me olvide de ti? —continuó—. Si fuimos todo. Si conocí cada parte de ti, cada sueño, cada miedo.

Tragué saliva, incapaz de responder.

—No entiendo cómo pudiste… cómo pudiste casarte con él —su voz se quebró apenas, y volvió a levantar la mirada hacia mí—. ¿Por qué, Emma?

Di un paso hacia él. Tenía tantas respuestas en la cabeza, pero ninguna que pudiera decirle.

—Lo siento —fue todo lo que salió de mis labios.

Él cerró los ojos un momento.

—“Lo siento” —repitió, con una sonrisa triste—. ¿No puedes ser sincera al menos? ¿No crees que me merezco una explicación?.

Mi garganta se cerró.

—No quise lastimarte, Martín —susurré, conteniendo el llanto—. De verdad lo siento. Pero es… una situación complicada.

—Complicada —repitió, con voz amarga—. Siempre lo es contigo.

Nos quedamos en silencio, solo escuchando el viento que movía las ramas y el murmullo lejano de los estudiantes.

Martín suspiró y alzó la mano, rozando suavemente un mechón de mi cabello antes de apartarse bruscamente.

—Ya no puedo seguir así —murmuró—. Prometo que voy a dejarte ir… aunque no quiera. Te haré ese favor que tanto deseas.

Lo vi alejarse por el sendero, con las manos en los bolsillos, sin mirar atrás.

Cuando regresé a clases, no escuché nada de lo que el profesor decía.

Todo lo que tenía en la cabeza era esa mirada rota de Martín.

Y su voz, repitiéndome que todavía me amaba.

Por dentro, algo también se rompió.

Porque, aunque no podía decirle la verdad…

también me dolía haberlo perdido.

1
Ax
Jajajaja trabajo de investigación
Ax
😪
Linilda Tibisay Aguilera Romero
peeo.qiw le.conto que nosotras no emteradas
Linilda Tibisay Aguilera Romero
si Leo fue con ella como fué al principio con Emma en verdad no la.amaba porque por Emma.wl.cambio y Olivia no debe ser injusta ella.se.guw sin decirle que iba a tener un hijo y no le.puwse negar sus derechos de padre
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Noah no tenía por iqe odiar a su papá ya que Leo ni sabía de su wxistencia
Linilda Tibisay Aguilera Romero
no saques conclusiones si ese hijo es se él, ahora es que se está enterando que tiene un hijo es.maa esa mujer supuestamente estaba muerta
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hablale de tu pasado ya que Martin como que quiere contarle y tú Emma dile que Martin quiere hablar contigo la confianza y la sinceridad es el.swcreto.en.una relación
Linilda Tibisay Aguilera Romero
bueno ojalá el papá cambien y encuentre su camino y ellas puedan después compartir con el
Linilda Tibisay Aguilera Romero
bueno Leo no la embarres otra vez
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay será que ahora sí porque los dos se han montado cacho claro el ha Sido.maa descarado
Linilda Tibisay Aguilera Romero
fuerte este capitulo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
ella sabe que está embarazada
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Leo sincerarte con lonqoe sientes y has las cosas bien
Linilda Tibisay Aguilera Romero
jajajajajajaja hay tienes Leo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
muy bueno Pero espero que no valla para donde Martin
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Gigi y Abel son tal para cual
Linilda Tibisay Aguilera Romero
es muy interesante me gusta mucho
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Sofía no te dejes de esas envidiosa
Kelly Gomez
No entiendo, tiene doble personalidad, son familia Martin y Leo?
Kelly Gomez
Cláusula 7 querido recuerda 🤭
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