segunda parte de mi hermoso vagabundo.
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CAPÍTULO 2
El ruido del aeropuerto no me permite pensar en todo lo que me está sucediendo: los gritos de niños, los detectores de metales que suenan y suenan, y las ruedas de las maletas que van y vienen. Me desconcentran tanto, que no puedo pensar con claridad sobre la desaparición de Sam.
_ ¿Qué haremos cuando lleguemos? _ le pregunto a Jonathan, esperando que él sí tenga un plan para todo esto.
_ Lo buscaremos hasta debajo de las piedras, si es necesario _ me responde para tranquilizarme.
Sé que está igual de preocupado que yo, dado que además de ser el mejor amigo de Sam, A Jonathan en estos cinco años, lo he llagado a considerar como un hermano.
Mi teléfono suena...
_ Hola _ respondo inmediatamente.
_ Señora Warren, le hablo del psiquiátrico de la ciudad _ me habla el médico encargado de la madre de Sam.
_ Sí, ¿En qué pudo ayudarlo? _ le respondo.
_ Hemos intentado ponernos en coctacto con su esposo, pero al no recibir respuesta, me vi obligado a contactarla a usted _ me dice, sin ir al grano.
_ ¿Dígame qué sucede? _ le pregunto sin rodeos porque algo no me da buena espina.
_ Lamento informarle que la señora Warren ha desaparecido del psiquiátrico.
_ ¿Qué, está diciendo? _ pregunto esperando haber escuchado mal.
_ Lo siento, esta mañana, cuando le llevamos el desayuno, ella ya no estaba en su habitación. Créame que la hemos buscado por todo el psiquiátrico, pero es como si la hubiese tragado la tierra _ No quise oír más y colgué el teléfono.
_ Esa mujer, tiene algo que ver con la desaparición de Sam _ le digo a Jonathan.
Mi intuición no me falla, pero primero tengo que saber qué sucedió con Sam, antes de preocuparme en encontrar a esa vieja bruja.
Casi 10 horas más tarde...
Llegamos a Brasil. Una camioneta espera por nosotros en el aeropuerto y yo salgo del avión un poco adolorida, ya que dormí todo el vuelo, gracias a una pastilla que me dio Jonathan para que pudiera descansar.
_ Dejaremos las cosas en el hotel y luego nos reuniremos con un grupo de personas que nos ayudarán a dar con el paradero de Sam.
_ Gracias, no sé cómo pagarte todo lo que has hecho por nosotros _ lo abrazo.
_ Creo que nos observan, debemos actuar con cautela, porque hay algo que no me cuadra en todo esto _ me pide Jonathan.
_ Siento lo mismo _ le respondo _ tomando distancia.
Después de acomodar mis cosas y darme una ducha, salimos del hotel. El trayecto dura un poco más de dos horas hasta que llegamos a una especie de bodega a las afueras de la ciudad, donde un grupo de hombres con varias computadoras y equipos de rastreo nos esperan.
Un hombre que parece ex militar, nos informa que el Jet privado de Sam se estrelló en la selva el día de ayer (Cierro los ojos mientras escucho) Y que ya envió a sus hombres hasta el sitio del accidente, porque el GPS y el localizador dio el lugar exacto en donde estaría el avión de mi esposo.
Las horas pasan y yo los observo en silencio, mientras hablan en portugués entre ellos. Hasta que llegó un hombre vestido de traje militar y nos dice:
_ Lo siento, hice lo que pude... Llegué hasta el avión, pero no encontramos el cuerpo del señor Warren, ni rastros de las personas que lo piloteaban.
Se me forma un nudo en la garganta al escuchar sus palabras.
_ Sam, no está muerto _ digo en voz alta.
_ Te juro que lo encontraremos _ me promete Jonathan...
...----------------...
Y DESDE ESE 30 DE NOVIEMBRE, UN AÑO DESPUÉS AÚN NO SÉ NADA DE MI AMADO SAM.
Es como si la tierra se lo hubiese tragado, la empresa se ha convertido en un centro de investigación para dar con el paradero de mi esposo.
Todos los días me levanto con la esperanza de encontrar, aunque sea una pequeña pista del paradero de mi esposo. Y se desploma esa esperanza cada noche al darme cuenta de que estoy sola en nuestra fría cama que anhela su cuerpo.
Hay días en que me lo imagino observándome afuera de la empresa o cuando camino sola por la ciudad, buscando en algún vagabundo a mi amado Sam. Dejándome cada día un enorme vacío en el pecho y el anhelo de volver a verlo aunque no pueda tenerlo.
Mi pequeño Liam, ya tiene 6 años, no hay día en que no pregunte por su padre y verlo tan triste me hace pedazos el corazón porque sé que sufre, al igual que yo, la ausencia de Sam...
Un infierno ha sido vivir sin Sam este año, porque en reiteradas ocasiones me han dicho que Sam está muerto. Pero yo lo sigo buscando, ya que mi corazón sabe que se encuentra con vida, porque el vínculo que tenemos va más allá de lo racional y es tan fuerte que algo me dice que Sam está allí solo esperando a que yo lo encuentre.
Martes por la mañana...
Salgo de casa con una fuerte punzada en mi pecho. No es dolor, es algo diferente y difícil de explicar.
Me dirijo como todos los días a la empresa, no a trabajar, más bien con la posibilidad de que hoy sí será el día en que encontraremos alguna pista de Sam.
Al llegar la empresa observo sorprendida que está llena de policías, mi punzada se incrementa. Camino casi corriendo, tomo el ascensor y subo hasta la oficina de Sam.
_ ¡Sam! _ digo, cuando veo que el escritorio de mi esposo está ocupado y su silla está de espalda.
Se me comprime el corazón cuando la silla comienza a girar para quedar frente de mí.
_ No, linda, no soy quien creías _ me dice Charlotte Warren con un vaso de licor en las manos.
_ ¿Qué hace aquí? _ le pregunto sin entender que es lo que sucede, porque desde el día que se escapó del psicólogo no la había vuelto a ver.
_ Vine a colocar las cosas en su lugar _ me respondió dejando el vaso sobre el escritorio.
_ ¿Sam, apareció? _ le pregunto.
_ No, más bien, él nunca volverá _ mi torre de esperanza se cae a pedazos al escuchar sus palabras.
_ Esta empresa y toda la fortuna Warren es mía. Ya es hora de que sepas cuál es tu lugar, maldita mosca muerta _ me dice con la cara llena de odio.
_ ¿Hasta dónde es capaz de llegar, por el maldito dinero?_ le digo con dolor y rabia.
_ Señorita, Rocío Martínez _ dos policías se me acercan y me toman de ambos brazos.
_ Yo soy Rocío Warren, esposa del propietario de todo esto _ le digo a los policías.
_ Cariño, estás en un error _ Habla Charlotte, con una calma que me deja congelada _ Tú nunca te casaste con mi hijo, de hecho no existe registro de un matrimonio entre mi hijo una mujer como tú.
_ Señorita, tiene que acompañarnos a la estación de policía _ me dice uno de ellos.
_ ¿Qué mierda es esta? _ grito, perdiendo la compostura.
La mujer, con total indiferencia, hace un gesto con la mano para que me saquen y ellos obedecen. Saliendo yo escoltada por dos policías de la oficina y con un nudo en la garganta sin entender a qué juega esa maldita mujer.
que explote la bomba y dinamiten a esas brujas desgraciadas de la vida de Sam