Zulema de la Puente, tiene 25 años, y en poco tiempo ha sufrido una serie de desgracias que cambiaron su mundo, su padre murió, su madre está muy enferma, fue despedida de la compañía en que estaba desarrollando una carrera exitosa y su prometido Javier Belmonte canceló su compromiso.
Ahogada en los problemas, una noche bebió más de la cuenta, y para vengarse de su prometido durmió con su tío, Mathias Belmonte, un frío, pero apuesto hombre de 35 años, dueño de una de las más importantes fortunas del país.
¿Será Mathias un problema más grande para Zulema o será su Salvador?
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9. Dormí con el tío de mi ex (+21)
...⚠️ Advertencia: Este capítulo contiene relatos para mayores de edad...
Cuando llegaron a la habitación, él se sentó en la cama y agarrándola por los muslos, la posicionó sobre él rápidamente, sin dejar de besarse intensamente. Poco a poco se iban despojando de las ropas, que le impedían sentir piel contra piel; mientras golpes de electricidad recorrían sus cuerpos, en una muestra inequívoca del deseo que los consumía, y que les hacía anhelar más el uno del otro.
Mathías dejó escapar un gimoteo varonil, mientras tocaba los sen*s de Zulema, les parecían encantadoramente perfectos, tan suaves y endurecidos, que solo podían provocar devorarlos; con caricias perfectas se apoderó de ellos, mientras ella cerraba los ojos, para disfrutar de las sensaciones provocadas; las manos de Mathías la recorrían completa, era adictivo para él acariciar aquella tersa y suave piel canela.
No se debería comparar se dijo Zulema, pero las escasas veces que estuvo con Javier, no le provocaron ni medianamente, las sensaciones que ahora sentía; mientras duró la relación amó a Javier profundamente, solo que en el sexo por alguna situación que desconocía no se sentía totalmente cómoda con su ex prometido.
Mathías la acomodó debajo de él, quitándole las bragas, recorriendo con la mirada cada centímetro de su cuerpo; ella se estremeció, era otro hombre quien la veía desnuda esta vez; pero el preludio de la vergüenza se disipó casi al instante cuando él volvió a acariciarla con maestría, se metió entre sus piernas con habilidad para darle el oral que le brindó el primer orgasmo de su vida; entonces Zulema entendió que era a eso que se referían, algunas de sus amigas cuando hablaban del éxtasis total.
Zulema gimió descontrolada mientras curvaba la espalda, y como alguien que recién empezaba algo nuevo quería descubrir que más le podía ofrecer ese hombre que ha despertado sus instintos más salvajes. Mathías la sintió vibrando entre sus brazos, y se acomodó presuroso para hundirse completamente dentro de ella; se sentía tan estrecha, pero suave y blanda, que no sabía si iba a durar lo suficiente, la necesidad de poseerla era embriagante y desmedida.
Haciendo acopio de autocontrol, fue a un ritmo lento al inicio, pero iba incrementándose conforme crecía el deseo arrollador que se apoderaba de ellos; las embestidas no paraban, mientras él seguía acariciando los sen*s; y daba algunos mordiscos inesperados; ella dejó de contener los gemidos y los dejaba salir como muestra inequívoca del placer que estaba sintiendo, clavando sus uñas en la espalda del improvisado amante que la estaba llevando a las nubes; no se detuvieron hasta llegar al orgasmo juntos, con la respiración agitada y los cuerpos sudorosos.
Zulema se olvidó de sus limites y sus miedos esa noche; pasaron del jacuzzi a la cama varias veces; y se entregaron el uno al otro, en unas posiciones que nunca había conocido; fue excitante, frenético, lujurioso, emocional y extenuante, pero fue lo más placentero que le había pasado en su vida. Pero también fue peligroso e imprudente, no tenía la menor idea de lo que Mathías Belmonte pensara de ella después de esa noche. Así que, al amanecer, mientras él dormía exhausto, se vistió presurosa dejándole una nota, “Estuvo increíble, pero fue solo por esta noche, somos adultos, lo entiendes, ¿verdad?”, esperaba no volver a verlo en su vida; fue fantástico, pero estaba completamente avergonzada.
Ahora, estaba ahí echada en su cama del pequeño departamento que alquilaba en la azotea, preguntándose si debería aceptar la oferta de trabajo, no había dudas de que sería incómodo trabajar para el hombre con quien durmió una noche de aventura, y resultaba también ser el tío de su ex prometido.
te felicito
mamita y su abuelo