¿Qué tiene de malo ser pobre?
Yo solo quería trabajar y llevar una vida en paz lejos de mis hermanos.
Alejandro un CEO egocéntrico que me convierte en su protegida.
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Quiero que confíes en mí
Regresamos a casa. No pude pegar el ojo en el resto de la noche. Me siento con sueño. A penas llegamos nos fuimos a la empresa. Él salió con sus guardaespaldas y yo en la empresa sin saber que hacer. No quería entrar a la oficina. Pero al final entré y me acosté un rato en el sofá que estaba allí. La oficina parecía un mini casa, con sillones, televisor, un baño, una cocina y despacho, todo en ese espacio. A penas puse la cabeza en unos de los cojines me quedé dormida.
~Alejandro~
— Susana y Megan donde está?
— En su oficina joven Alejandro.
Entonces ella no ha salido para nada. Entré a la oficina pero no vi a nadie, hasta que fui al sofá. Y ahí estaba Megan dormida. Me acerqué y me agaché para ver su bonito rostro. Ella es joven y bonita. Sus labios son bellos, y como hipnotizado por la diosa Afrodita, acerqué mis labios a los de ella. La besé.
~Megan~
Abrí mis ojos. Y tenía a Alejandro encima mío, besándome. Me dejé guiar y respondí a su beso, cerré los ojos otra vez. Me susurró en mi oído mientras mordía suavemente el lóbulo de mi oreja.
— Me gustas mucho.
Abrí los ojos y mis ojos se encontraron con su mirada, cerré los ojos y suspiré. No dije nada. Solo puse mi frente en su frente.
Se levantó.
— Te inscribí en la universidad Central de Negocios. Mañana empiezas.
— ¿Qué? Pero yo no estudiaba en esa. Esa es demasiado cara, es para gente élite. No me voy a sentir bien con tanta estirada.
— Te convalidaron las clases y empiezas tu cuarto año. Te quedaste en el tercero, no es así. No tienes porqué sentirte menos. Y si pasa algo, sólo dime.
— Ya no me quieres tener aquí, verdad. Por qué no hago nada.
— No es eso, pero quiero que estudies. Las circunstancias no han dejado que continúes pero yo quiero apoyarte. Desde hoy eres mi protegida.
— No se qué decir. Eres un ángel que mis padres me enviaron. Gracias.
Me levanté y lo abracé.
— Quiero que seas feliz. Y quiero que confíes en mí.
— Y el contrato?
— Ahí decía que tienes que obedecer. Y te mando a estudiar y tu solo estás haciendo tu trabajo.
El día terminó y estaba devuelta en el departamento. Traía la cabeza hecha un lío. Esto es irreal. No tenía nada y ahora tengo la oportunidad de estudiar y me pagan por eso, tengo un departamento gratis sin pagar renta y sin mencionar que está en una zona exclusiva.
No podía dormir de la emoción, nunca imaginé que iría a una universidad élite, la universidad central de negocios.
Me levanté y me duché. Cuando salí, allí estaba Alejandro.
— No me avisaste que venías.
— Pero si te llamé y no contestaste el celular.
— ¿Cómo tienes mi número si no lo compartí contigo?
— Se te olvida que yo te di ese celular. Es obvio que guardé el número cuando lo compré. Aquí tienes tu mochila y algunos útiles que puedas ocupar. Y en esa caja está la laptop. Porque si necesitaras una.
— No soy una niña. Pareces mi papá preparándome para ir al Kinder.
— Quiero lo mejor para ti. Te voy a llevar hoy a la universidad. Quiero que el rector conozca a mi protegida.
— Está bien.
— Megan se qué tal ves es muy prematuro lo que quiero pedirte—murmuró Alejandro.
— Dime.
— Nada, solo que te cuides. Y en tu celular está mi número por cualquier cosa.