EL CEO MANDÓN
Soy Megan Coen, una chavala de 19 años que está en busca de trabajo para poder pagar mis estudios universitarios.
Con la muerte de mi padre que era el sustento principal de mi familia, mis hermanos mayores tomaron todo dejándonos en la quiebra. Cuando esto pasó yo tenía 16 años.
Mi madre que nunca en su vida había trabajado porque no hubo necesidad, así que los roles estaban definidos. Mi padre tenía una pequeña empresa textilera y mi madre se dedicaba a cuidar a mis dos hermanos mayores que solo eran hijos de mi padre con su primer matrimonio y a mi. Mi madre Merlina cuidó de nosotros tres sin distinción alguna, pero mis hermanos tenían un resentimiento por qué creían que sus padres se habían separado por culpa de mi mamá.
Cuando mi madre los acogió ellos tenían 8 y 10 años.
La empresa de mi padre que tanto trabajo le costó la mal usaron y terminaron vendiéndola, prácticamente la regalaron y de ahí ni un centavo nos dieron. Mi madre empezó a trabajar en un minimarket como despachadora, teníamos que sobrevivir y yo tenía que seguir estudiando.
Tres años después mi madre cae enferma y no teníamos para el medicamento, nuestros familiares no quisieron ayudarnos en nada. Éramos las dos con el mundo.
Poco después, mi madre falleció. Ya no había tiempo para estudiar ni para diversión, tenia que mantenerme y pagar gastos de luz, agua, gas y comida, pagar la universidad era costosa. Me quedé en el camino en mi tercer año de Economía.
Preparé mi currículum, aunque la verdad no tenía nada, nunca había trabajado. Apenas lo miraban, nadie quería a alguien sin experiencia, nadie me quería contratar.
Era más lo que gastaba en pasaje y papelería. Pronto el poco dinero que tenía se iba a acabar.
Mi última opción, la mas complicada, fui a una gran empresa, donde solo el edificio era de 39 pisos. Que tanto hacían allí, no lo sé.
Estando de pie frente a las puertas de vidrios de ese edificio, llegó un carro muy bonito y lujoso, bajó un hombre como de unos 28 o 29 años, de tez morena clara y muy atractivo, detras de él una docena de guardaespaldas. Le abrieron la puerta y cada uno de los empleados le saludaban con respeto.
Es él, el dueño de todo esto, un hombre joven, que seguramente duerme tan cómodo en una cama grande, se da baños de burbujas y come todo lo que se antoje. A veces la vida es muy injusta.
Pasé unos 10 minutos mirando la puerta. Indecisa si entraba o no. Finalmente me decidí en entrar. Llevé mi currículum a la recepción, pero la muchacha que atendía me dijo que no habían vacantes.
El hombre guapo estaba platicando con una mujer elegante y muy bonita. Su mirada se clavó en la mía como por diez segundos. El dejó de hablar y le dijo algo a uno de sus guardaespaldas.
Ya me iba para continuar con mi recorrido, seguir buscando trabajo. Cuando el guardaespalda me pidió que lo siguiera.
—No hice nada. Solo vine a pedir trabajo— le dije asustada.
— Tengo la orden del CEO y él quiere hablar con usted.
— No conozco a su CEO y le juro que no he tocado nada.
— Solo sígame señorita.
Quise visualizar al hombre guapo y ya no estaba. ¿Es él el CEO? ¿Se molestó por qué lo vi un poco? Malditos riquillos.
El guardaespalda me llevó al ascensor y marco el último piso número 39. No podía creer que estaba en el ascensor, entré en pánico porque sentí como mis pies se ponían como gelatina y mi estómago se suspendía.
Llegamos al piso. El hombre tocó la puerta y me indicó que entrara. Entré y allí estaba el hombre guapo sentado en unos sillones de lujos.
— ¿Como te llamas?
— Megan Coen.
— ¿En qué área trabajas? Nunca te había visto.
— Realmente no trabajo aquí, vine aquí por eso, para buscar trabajo.
El CEO se levantó y se puso delante de mi. Observó mis ojos.
— Eres bonita. Tu mirada me ha fascinado sin mencionar lo demas. ¿Cuánto quieres por una noche?
— Vine a buscar trabajo, no a prostituirme— le dije en tono molesta.
— La prostitución si no lo sabías es el trabajo más antiguo. ¿Eres virgen?
Salí de la oficina. Pero el guardaespalda me tomó del brazo y me llevó de nuevo donde el CEO.
— No te he dado permiso de irte. Chica mal educada.
— No soy una prostituta y no me trates como tal. Y teneme aquí obligada es un delito.
— ¿Quieres un trabajo? Okey te lo daré.
— Prefiero morir de hambre antes que trabajar para ti. Egocéntrico.
Puso su dedo índice en mi frente.
— Megan, así te llamás. Tú buscas un trabajo y yo te lo daré. Serás mi asistente personal.
— No trabajaré para ti.
— Okey Te espero mañana a las 9 am aquí. Si no vienes entenderé que no necesitas un trabajo y ya.
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Comments
ana castaneda
hola autora. me va gustando tu novela.
ánimo!!
sugerencia: colocar imágenes de los personajes.... saludos
2024-10-25
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Edenia Barrios Martinez
caray que tipo pa prepotente pero me gusta lo que estoy leyendo
2024-07-27
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Karla.a Escalona M
mija,no desperdicies la oportunidad,yo quisiera ser tu en ese momento
2024-07-18
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