— Mami, estás viva. — Sus ojos verdes igual a los míos me hacen sobre saltarme, imposible. No puede ser, esté niño es...
— Byron. — Podría reconocer esa voz en cualquier lugar. La tengo gravaba en mi memoria cómo si fuera mi maldita canción favorita.
— Papi, encontré a mamá. — Estaba a unos metros del hombre que ame por más de una década, el hombre de 1.87, cabello negro, ojos grises azulados, hombros anchos, labios sexis y rostro apuesto. El era la definición de perfección.
¿Alguna vez le han regalado flores a un hombre? Yo si. Es el que está frente a mí en éste momento.
Lo recuerdo de niño, ¿cómo no me dí cuenta antes? Quizás por qué has estado luchando por olvidar todo de el. Así que no notaste que el pequeño aquí es su viva imagen. Contestó mi voz interior.
— Aléjate de mi. — Ordene a al mocoso. Mi voz antes normal se volvió fría.
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No eres digna de él.
Luke.
Decir que no me lo esperaba sería mentir. Sabía que mi hijo preguntaría eso tarde o temprano. Por desgracia no tardo mucho tiempo.
— No puedo vivir con ustedes. — Le dijo ella, me sorprendió que no tomara la oportunidad. Ahora me doy cuenta de algo. Ella no me mintió esa vez en la tienda, ella realmente dejó de amarme. ¿Por qué me duele saberlo? ¿No era lo que quería? Lo que quise por tantos años y ahora que por fin se ha vuelto realidad no se que hacer. ¿Qué haces cuándo te acostumbras tanto a algo y de repente se va?
Ella cada cumpleaños me pedía que fuera su esposo.
Flashback.
— Ya tengo quince. ¿Podemos casarnos ahora?
— No. — Respondí fríamente. No venía al cumpleaños por ella, venía por Layla, por qué era mi amiga.
— ¿Por qué no? Ya soy más grande y bonita.
— No seré tu esposo.
— Está bien, intentaré el próximo año. — A pesar de mi rechazó ella seguía feliz, ¿de dónde sacaba tanta alegría? ¿Por qué no se enojaba conmigo? ¿Por qué no se rendía? ¿Por qué no me odiaba?
Llegó su cumpleaños 16, de nuevo su estúpida propuesta, está vez incluso se arrodillo con un anillo en su mano.
— ¿Quieres casarte conmigo?
— No. — Arroje el anillo a un lado. — Deja de hacer estás estupideces. — Vi la tristeza en sus ojos. Pero no me importo. Yo sólo quería que me dejara en paz. Qué entendiera que nunca la amaría. — ¿Qué tengo que hacer para que dejes de quererme?
— Mi corazón te pertenece. Nunca lograrás que sea diferente. — La tristeza se esfumó de su rostro. Sonrió de nuevo.
Fin del flashback.
Al final si lo logré. Pero no se siente tan bien cómo imaginé. No me gusta ver a Lidia convertida en está mujer que es ahora.
¿Dónde quedó toda esa alegría que irradiaba? ¿Por qué ahora no hay más que odio en su mirada? ¿Por qué me empieza a molestar el hecho de que me detesta?
— Papi, mamá no quiere vivir con nosotros. Dile algo. — ¿Qué le podía decir a esa mujer? Ya no la reconozco. Mi siquiera sé si de verdad llegué a conocerla. Byron insistió en que dijera algo.
— Creó que necesitamos hablar a solas. — Tomé la mano de Lidia y me la lleve.
— ¡Qué no me toques! — Jalo su mano cómo si yo tuviera un virus contagioso. — Espero que no estés pensando lo que creó.
— Por favor.
— No. Nunca, primero me convierto en vagabunda.
— Sabes que puedo hacerlo.
— Eres un maldito.
— No va a pasar nada. Viviremos en la misma casa con vidas separadas, solo se la madre de mi hijo un tiempo.
— ¿Hasta que sea un adolescente? O mejor aún, cuando sea mayor de edad esté casado y con hijos.
— Sólo hasta que logré comprender que su madre nunca regresará.
— ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?
— Es necesario, no quiero ver sufrir a mi hijo.
— ¿Qué diablos le dijiste cuándo ella murió?
— Le dije que un día la volvería a ver.
— Imbécil. Eres un complemento imbécil. No me prestaré a tus mentiras. Ahora mismo le digo que soy tu tía. — Entré a mi departamento en busca de Byron. El estaba viendo por mi balcón, se dió la vuelta, me sonrió y vino dónde estaba. — Tengo que decirte algo.
— ¿Qué es?
— Mañana se viene a vivir con nosotros. — Interrumpió el imbécil de su padre. Menos mal no tenía armas en mi casa, por qué de tenerlas en éste momento sería una asesina.
— No. Eso no es...
— Bravo, Gracias mami. ¿Haremos galletas todos los días?
— Tal vez. — No puedo mantener engañado al niño, un día se enterará de la verdad, tengo que decirle yo misma.
En la mañana del día siguiente llegaron a recoger mis cosas. No sé cómo termine cediendo a está estupidez, claro que no duraría mucho tiempo.
Apenas tuviera una oportunidad, hablaría con Byron y le diría la verdad. Sólo esperaba que el pudiera entenderla.
No presté atención en los detalles, solo llegué y avente todo en la habitación que me dieron. Me despedí de Byron y fui a la universidad. Un día difícil me estaba esperando. Lo presentía.
— ¿Qué hiciste puta? — Una chica me tomo del cabello. Nunca me intimidaron en la escuela, y no dejaría que algo así pasara en la universidad. Agarre a la mano de la chica y se la doble, al mismo tiempo que la sostenía detrás de su espalda.
— No me gusta ser agresiva, pero tú iniciaste, no vuelvas a llamarme puta, y no vuelvas a tocarme. — Doble más su brazo, haciendola gritar. — Estás advertida. — La solté bruscamente y me marché. Ella sirvió para calmar mi estrés. No sabía que disfrutaba viendo el dolor de los demás. Creó que si soy una esquizofrénica.
— ¿Eres así de ruda en la cama? — Joseph me acorraló entre el casillero y sus brazos. — Me encantaría descubrirlo. — Abrió ligeramente mi chaqueta. — ¿Qué tienes debajo?
— Una blusa, un bra, unos pezones, piel, carne, huesos. — No deje que su mirada azul me pusiera nerviosa. Ayer me porte cómo una tonta por el beso repentino, hoy no, hoy estaba preparada para rechazarlo cruelmente de ser necesario.
— ¿Me dejarías ver más allá del bra?
— Sigue soñando. — Lo empujé.
— Okay. — Su respuesta y sonrisa me recordaron a mi, a las mil veces que le dije Okay a Luke y sonreí.
— No. Mejor deja de soñar. Puedes resultar herido en el proceso. — A nadie le deseo el sufrimiento por el que pase. Pero yo para Joseph no era lo que Luke era en mi vida. No hay peligro de que resulte así de herido.
— El que no arriesga no gana.
— Te recomiendo no ponerte en peligro. — Me alejé.
... Una semana había pasado tranquilamente, las cosas iban bien en mi nueva casa, no veía a Luke casi nunca, Byron se estaba adueñando de mi corazón, y si sus abuelos lo visitaban yo simplemente daba la vuelta. Los padres de Luke no son mis mayores fans, igual que todo el mundo, amaban a Layla, a mi simplemente me hacían a un lado.
— Mami. Mis abuelos dicen que me harán una fiesta. En unos meses es mi cumpleaños.
— Qué bueno.
— ¿Los ayudarás a organizarla? Tu sabes todo lo que me gusta. — Apenas empezaba a saberlo.
— Claro. — Pasar tiempo con su abuela no era de mi agrado. Ella todavía me ve con desdén.
— Gracias mami, voy a prepararme para dormir. ¿Me leerás un cuento?
— Voy en un momento. — Planeaba tomar un vaso de agua primero.
— Espero que en tu retorcida cabeza, tengas las cosas claras. — Me di la vuelta para ver a la pareja de ancianos.
— ¿Disculpe? — Mis ojos cargados de odio la escanearon. ¿Qué estaba insinuando la señora?
— Byron te quiere. Pero mi hijo no, la única dueña de su corazón es y siempre será Layla, ahora te tiene aquí por mi nieto, más nunca te imagines siendo su esposa. Eso sólo paso en tus fantacias, ahí se quedará para siempre. Te dejo claro ésto, no dejaré que uses a mi nieto para ganarte el corazón de mi hijo. No eres digna de él.