El Omega Del Dragón.

El carruaje avanza por un camino en medio del bosque, pero, por más que llevan horas, el bosque parece no acabar y puede ver que esta cerca de empezar a anochecer, además de que le duele el trasero de estar sentado durante horas. Mantiene la vista en la ventanilla, pero los árboles no parecen acabar. Soltó un suspiro y se quedo mirando la pared del carruaje, hasta que de repente, este se detiene y puede escuchar que los caballeros estaban hablando. Beryl se asoma para preguntar porque se han detenido.

— el río, se ha desbordado y esta tapando el camino, no podremos pasar hoy.— habla uno de los caballeros.

—¿eh?, pero, ¿no que es peligroso quedarse en el bosque?— pregunta.

— lo es, pero, no queda de otra, quédese en el carruaje, nosotros nos encargamos de la vigilancia.— responde el caballero.

— ¿al menos me puedo bajar?, para...ejem...ya saben, regar plantitas.— pregunta.

El caballero le da permiso, pero no debe alejarse mucho, aunque no es completamente de noche, es mejor ser precavidos. Beryl sale del camino, para entrar al bosque, da algunos pasos hasta notar que los caballeros no pueden verlo desde ahí y a regar las plantitas.

Al sentirse finalmente libre, va de regreso, pero, escucha una especie de graznido, así que se regresa para ver de que trata y se asoma, notando una extraña ave, aunque si se fija bien, se le hace conocida. Era un ave de pico enorme y cuerpo robusto, además de tener alas pequeñas.

—¿un dodo?, ¡oh! No se extinguieron, viajaran a otro mundo como yo.— habla para si mismo.

Sale de su escondite para acercarse al ave, tal vez pueda capturarla y tenerlo como mascota.

— ven, pss, psss...ven con Beryl...psss.— le muestra la mano.

El ave ladea la cabeza observando a Beryl y cuando tiene la mano del omega cerca, abre su enorme pico atrasando la mano de Beryl dentro de esta, el ave era grande, casi de un metro, así que tenía fuerza y tira de la mano de Beryl como si quisiera arrancarsela.

— ¡ah!, carajo, ave hija de pvta...por eso te extinguieron...— grita.

Los caballeros llegan pues escucharon el grito del joven omega.

— pequeño, ¡no! Esas aves son peligrosas.—

Los caballeros sostienen el pico del ave para intentar que suelte la mano del omega.

— matenla, corten su cabeza...pero que me suelte.— grita Beryl.

— no podemos, si la matamos el pico jamás se abrirá.—

—¿que?, ¿por qué nadie me advierte de esta ave...mamiiii...— llora.

Tras un esfuerzo de casi media hora, liberan la mano de Beryl y aprovechan para matar el ave, servirá para la cena, ya que su carne es deliciosa. Al ver al ave en el piso, Beryl la patea.

— te lo mereces.— mira su mano toda mascada y roja.

Al regresar por el carruaje, uno de los caballeros le coloca una crema a la herida de Beryl, eso ayudará a que no inflame y que sane rápido. Hoy, Beryl a aprendido una lección, no intentar agarrar animales salvajes en ese mundo.

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Beryl se quedo dentro del carruaje y se acomoda tratando de dormir, pero puede escuchar chillidos y otros sonidos desgarradores, era como estar en una película de terror. Beryl se asoma por la ventanilla, los caballeros habían puesto una fogata, algunos duermen alrededor de esta y otros vigilan. Mientras observa, puede ver como un par de ojos rojos brillan tras los arbustos, esto le hizo sobresaltarse, porque, es como si esos ojos le hubieran visto directamente. Ahora que lo piensa, quizás fue mala idea irse del castillo.

Pasan los minutos y Beryl no puede dormir, mientras que la noche, parece eterna, solo espera que todo siga igual de tranquilo, algo que no fue posible, porque siente como algo choca contra el carruaje, lo cual sacude todo y le hace caer, mientras escucha como los guardias parecen estar peleando con algo. Beryl se asoma por la ventana, viendo como los caballeros se enfrentan a una especie de seres que parecen ratas mutantes, con largas manos y garras, cola y su rostro que deja ver unos ojos rojos con una boca de filosos dientes.

—¿que carajos son esas cosas?— pregunta asustado.

Repentinamente la puerta se abre y una de esas largas manos sostiene su tobillo y le jala, Beryl da un fuerte grito sosteniéndome de lo que puede mientras patea la cara de aquella cosa.

— suéltame, no soy sabroso, te juro que mi alma sabe horrible.— grito.

Finalmente es arrastrado y levanta la manos ante el rostro de aquella cosa, al hacerlo un sello mágico brilla.

— Lauz dil ekhaler, krilha gaztha jakherlo hardhek...—

Al termina, una luz brilla en ese sello, aquel ser lo suelta y da unos pasos hacía atrás y la luz sale disparada en forma de relámpagos, azotando contra el cuerpo de aquel ser y este se quema. Beryl repite este mismo hechizo lanzando los rayos contra esas criaturas, quienes al ver lo que Beryl hace, retroceden hasta perderse en la oscuridad del bosque. Beryl solamente se termina desmayando.

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Los ojos de Beryl se abren lentamente, viendo borroso el techo, había una lámpara de araña y tenía detalles lujosos, eso definitivamente no era el techo del carruaje.

— ¡por fin despertó!, joven Beryl, ¿como esta?, ¿le duele algo?—

—¿eh?, yo...este...— se sienta de manera repentina.— ¿Angela?, pero, ¿como?—

— lleva todo el día dormido, los caballeros llegaron al castillo con usted inconsciente, dijeron que lo atacaron por demonios y usted uso magia contra ellos...— explica.

—¿que?, espera...¿me regresaron al castillo?— pregunta sorprendido.

— si, no podían llevarlo al pueblo, el río no les dejaba pasar. Me alegra que este bien.— suspira con alivio.

Rina entra a la habitación y al verlo despierto, se muestra aliviada, pero se da la vuelta mientras llama a Frederick avisando que Beryl despertó.

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