En un remoto pueblo donde la niebla nunca se disipa, se encuentran vestigios de un antiguo secreto que atormenta a sus habitantes. Cuando Clara, una joven periodista, llega en busca de respuestas sobre la misteriosa desaparición de su hermana, descubre que cada residente guarda un oscuro pasado.
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Capítulo 14: Ecos de la Sombra
Los días pasaron en San Everardo con una calma inusual. El bosque, que había sido testigo de tantas sombras y secretos, parecía más vivo que nunca, como si una opresión invisible se hubiera disipado. Los habitantes del pueblo reanudaron sus rutinas, agradecidos de que las desapariciones y los rumores extraños hubieran cesado. Sin embargo, Clara sentía en el aire una inquietud sutil, como una última herida que no había sanado por completo.
Aunque la sombra había sido vencida y el pacto roto, Clara no podía ignorar los rastros que aquel ritual había dejado en ella. Las noches se le volvían eternas, y cuando cerraba los ojos, aún veía la figura de la entidad, escuchaba su voz en susurros distantes, como si una parte de la sombra aún tratara de aferrarse a su mente. En su casa, se encontraba revisando los papeles y cartas que había recuperado de su investigación, intentando darle sentido a lo que había enfrentado.
Fue en una de esas noches, en la quietud de su hogar, cuando escuchó un golpeteo suave en su puerta. Clara se levantó lentamente, sus sentidos alertas, y al abrir encontró a una figura familiar. Era Carmen, una anciana del pueblo que siempre había sido reservada, conocida por su silencio y sus miradas desconfiadas.
—Necesito hablar contigo, Clara. Hay algo que nunca dije, algo que debes saber —dijo Carmen con una voz entrecortada.
Clara la invitó a entrar, notando el temblor en sus manos. Carmen se sentó a la mesa y miró alrededor, como si temiera que alguien pudiera escucharlas.
—Siempre he sabido sobre la sombra. Mi abuela me contaba historias, relatos de lo que San Everardo había hecho para protegerse. Ella decía que la sombra siempre encontraría una manera de regresar, incluso si el pacto era roto.
Clara la miró, su corazón latiendo con fuerza. Las palabras de Carmen despertaron una ansiedad que creía enterrada. ¿Podría ser que el ritual no hubiera sido el final de todo?
—¿A qué te refieres? —preguntó Clara, sin poder ocultar la inquietud en su voz.
Carmen suspiró profundamente antes de continuar.
—La sombra no era solo una entidad. Era una parte de San Everardo misma, como una raíz enterrada en lo más profundo del bosque. Aunque lograste romper el pacto y liberar a los que habíamos perdido, la sombra dejó una marca en quienes se enfrentaron a ella. Y tú, Clara… llevas esa marca.
Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Recordó las noches en que había sentido la presencia de la sombra en sus pensamientos, las voces, los ecos que parecían llamarla desde más allá del bosque.
—Entonces… ¿esto no ha terminado? —preguntó en un susurro.
Carmen negó con la cabeza lentamente, sus ojos llenos de una tristeza profunda.
—Terminó para el pueblo, pero no para ti. La sombra ha dejado una parte de sí en ti, Clara. No sé cómo, ni por qué, pero eso significa que siempre habrá algo que te conecte con ella. Quizás, en lugar de temerle, puedas encontrar una manera de entenderla.
Clara permaneció en silencio, tratando de asimilar la revelación. Sabía que la sombra era un misterio más antiguo que cualquier historia, que era una fuerza que no podía destruirse del todo. Había enfrentado lo que nadie más había enfrentado, y ahora debía aceptar que su vida estaba ligada a esa oscuridad.
Carmen se levantó para marcharse, dejando a Clara con un último consejo.
—No temas a la oscuridad que llevas, Clara. Quizás encuentres en ella respuestas que nunca habrías imaginado. A veces, las sombras guardan secretos que solo pueden ser revelados a quienes tienen el valor de mirarlas de frente.
Clara la observó partir, sus palabras reverberando en su mente. Aquella noche, mientras observaba el bosque desde su ventana, entendió que su viaje no había terminado. Había derrotado a la sombra, pero ahora debía enfrentar la que llevaba en su interior, aquella marca que el ritual había dejado en su alma.
Así, con una determinación renovada, Clara se preparó para su siguiente desafío. La sombra no era su enemigo, sino parte de su historia, un misterio que ahora le pertenecía.