Diana es una mujer de personalidad tranquila y muy trabajadora, pero es alguien solitaria, tiene muchas deficiencias. Hasta que tuvo un accidente.
Su esposo es el protagonista principal de su libro favorito, y ella ¡Es la villana que muere sola al final! Pero, espera ¡Este marido es tan lindo que quiere quedárselo!
¡Qué se pierda la protagonista principal, este esposo solo puede pertenecerle a ella!
No importa si todos la odian, el protagonista masculino nunca lo hará. Pero entre cambios tan inmensos ¿Qué tan fácil es saber sí su amor por él es sincero?
¡Es tan complicado!
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No soy quisquilloso.
Diego no pudo evitar mirarla al escuchar sus palabras tan consideradas, su rostro se oscureció un poco y bajo la mirada hacia sus piernas ¿Tenía alguna posibilidad de poder sentarse en esas sillas para comer en la repisa?
Diego no pudo evitar sentir expectativas sobre su futuro.
Al verlo perdido en sus pensamientos y viendo sus piernas, Diana caminó hacia él y se colocó detrás de su silla, empujándolo para mostrarle toda la cabaña.
La habitación era simple, con sólo una gran cama matrimonial, un gran guardarropa, un armario y un sofá pequeño. El baño tenía un tocador pequeño y algunos estantes con cosméticos caros, la letrina, un lavamanos y una gran tina donde perfectamente podrían caber dos personas.
Todo estaba perfectamente limpio y ordenado, como si Diana viviese aquí todo el tiempo, y por supuesto, así era, la villana vivía aquí la mayor parte del tiempo.
El ambiente era tranquilo y adecuado para inspirarse, por eso a la villana le gustaba, de esa forma podría poner todo su corazón en las canciones que componía.
También construyo un pequeño estudio, el cual estaba ubicado en una habitación separada de la cabaña en la parte trasera, aún así, no llevo a Diego allí. No creía que fuese necesario.
-En la parte derecha hay un jacuzzi especial, contiene lodo de volcán, es muy beneficioso para la piel y los huesos. Ve a bañarte allí cuando tengas tiempo, te hará bien.- Le aconsejo Diana con una sonrisa gentil.
Ella le dio una última mirada antes de caminar de regreso a la habitación para colgar las prendas que que había comprado a Diego, tanto ropas casuales como pijamas.
Quería que su esposo tuviese todo lo que necesitaba. Incluso compro algo de ropa interior a escondidas.
Cuando terminó de colgar todo en el guardarropas, miró con satisfacción la ropa de Diego junto a la suya ¡Era un sentimiento increíble el saber que había alguien con ella en casa!
-Bebé ¿Quieres comer algo?- Preguntó Diana con gentileza al salir de la habitación, sinceramente, ya tenía algo de hambre.
Al no obtener respuesta, busco a su esposo fuera, encontrandolo en el corredor mientras miraba hacia el lado. Aunque aún no oscurecía, el hermoso atardecer ya se reflejaba en el agua cristalina con una luz rojiza.
La expresión del hombre era indiferente y sus ojos tranquilos, se le veía bastante calmado, como si lo disfrutara.
-¿Quieres comer algo, esposo?- Preguntó otra vez, acercándose detrás de este para abrazar su cuello, y de forma inevitable, sus mejillas enrojecieron.
Era la primera vez que abrazaba a un hombre en sus dos vidas y eso la ponía muy nerviosa. Su corazón latía muy fuerte, sin saber que Diego también era capaz de escucharlo.
-¿Sabes cocinar?- Preguntó Diego con cierta curiosidad en su voz, pero sin apartar la mirada del lago... le gustaba, era relajante.
-Sé un poco, aprendí por aburrimiento de algunos libros que trajo mi secretaria.- Respondió con calidez, hundiendo su rostro rojizo en el cuello de su esposo con nerviosismo.
Duró unos segundos más así antes de apartarse, tendría que acostumbrarse a ese tipo de actos si quería que Diego la aceptaba como amiga, aunque...
-No soy quisquilloso.- Respondió Diego con indiferencia, apartado la mirada del lago para volverla hacia su esposa, esta lo miraba con los ojos muy abiertos, sin embargo, apartó la mirada en el momento en el qué él la miró.
De forma tímida, la chica huyó al interior de la cabaña, dejando solo a Diego.
El corazón de la chica latía con fuerza, reprochandose interiormente por sentirse tan bien al lado de este hombre.
Lo sabía, sabía que Diego es una persona extremadamente quisquillosa, ni siquiera permitía que lo tocaran sin su permiso ¿Cuántas empleadas no fueron despedidas por él solo porque tocaron su mano? ¿Cuántos chef no fueron despedidos porque no le gustaba como cocinaban?
Así lo decía en el libro, entonces ¿Porqué era tan permisivo con ella?¿Porqué hacia lo que ella quería y buscaba la manera de agradarle?
"La villana es una idiota ¡¿Cómo pudo despreciar a un hombre tan amable?! Yo..." Diana se dejó caer en el sofá con pesadez, reprochando a la protagonista secundaria con enojo "...solo llevo dos días con él y ya me siento enamorada..."
Dándose unas cuantas palmaditas en las mejillas calientes, la joven se puso de pie y caminó a la cocina, dispuesta a comenzar a cocinar y dejar cualquier pensamiento extra de lado.
En su vida pasada, se vio obligada a aprender a cocinar, al vivir sola, no tenía quien le preparara la comida, además, siempre trataba de alimentarse lo más sano posible por temor a enfermarse y no tener quien la cuidara.
Lo que ella misma se decía era: no puedes enfermarte o morirás y nadie se dará cuenta cuando eso pase.
Busco algunos ingredientes en el refrigerador, agradeciendo mentalmente que su asistente siempre mantuviera su refrigerador abastecido. Tenía todo lo necesario para cocinar por al menos una semana.
Con una expresión seria, comenzó a lavar las verduras.
Opto por cocinar algunos platillos mencionados en el libro como favoritos de Diego, sí, el autor incluso escribió sobre los gustos favoritos de su esposo ¡Ahora se alegraba por ello! Así sabría que cocinarle a Diego en el futuro.
En el corredor, Diego muy pronto sintió un olor agridulce en el aire, por alguna razón, la imagen de su madre se proyectó en su mente, recordando el olor muy similar que tenían las comidas que ella cocinaba.
Sin evitarlo, guió su silla de ruedas hacia el interior de la cabaña, viendo de forma casi inmediata a Diana hacer la cena.
Sus ojos se posaron en su esposa por unos segundos antes de volverse hacia la sala, se condujo hasta los sofás y viendo algunas revistas sobre la mesa de té, leyó un poco.
'En las lejanas montañas... la luz se apaga con el canto de las aves... el cielo nublado y yo con mi llanto... lindo, lindo es el amor... pero también doloroso...' En la cocina, la voz suave de chica sonó, llevando un rastro de melancolía.
Su aura y su voz contenían algo de soledad.