En el lujoso mundo de los negocios, donde el poder y la codicia son la regla, surge una historia de amor llena de traiciones, celos y secretos ocultos. "Sombras de Pasión" narra la vida de Sofía Valente, una joven mujer independiente y decidida, que lucha por cumplir sus sueños en un mundo controlado por hombres de hierro. A lo largo de la novela, su vida se entrelazará con la de Gabriel Ríos, un empresario frío, calculador y exitoso, cuya única pasión parece ser el dinero y el control.
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Capítulo 23 - "El Despertar de la Pasión"
La mañana en la ciudad amanecía con una luz suave, pero el penthouse de Gabriel Ríos parecía suspendido en una atmósfera ajena al bullicio urbano. Sofía se despertó lentamente, sintiendo el calor de los brazos fuertes de Gabriel que la envolvían. Era su primer amanecer juntos, después de una noche que había cambiado todo. Los dos se habían despojado no solo de sus ropas, sino también de las barreras que los mantenían apartados, revelándose de manera cruda y honesta.
Sofía abrió los ojos, su mirada recorriendo la habitación. Cada rincón del lujoso espacio parecía resonar con el poder y la autoridad que Gabriel ejercía en su mundo. Pero ahora, la suavidad en sus gestos y la forma en que la sostenía hablaba de algo más profundo que el control. Había encontrado su fuerza en él, pero también la delicada vulnerabilidad que ambos compartían.
—Buenos días —dijo Gabriel, su voz ronca, pero suave a la vez.
Sofía se giró hacia él, y sus ojos se encontraron en una mirada cargada de significado. No había dudas, ni miedo. Ambos estaban seguros de lo que sentían, seguros de que lo que había nacido entre ellos ya no podría ignorarse. Gabriel le acarició suavemente el rostro, y ese simple toque fue suficiente para que Sofía sintiera cómo su cuerpo respondía, recordando la pasión de la noche anterior.
—Ayer... —Sofía empezó a hablar, pero Gabriel la interrumpió con un beso profundo y demandante. No había espacio para las palabras en ese momento. El deseo que había empezado a arder entre ellos la noche anterior no se había extinguido.
—No digas nada. Solo siente —susurró Gabriel, sus labios aún cerca de los de ella.
La calidez del beso despertó cada fibra de Sofía, y la habitación comenzó a llenarse nuevamente de la electricidad que ambos habían generado en su primer encuentro. La sensación de sus manos recorriéndola de nuevo, su aliento cálido en su cuello, todo era demasiado intenso, y Sofía sintió cómo la necesidad de estar con él crecía con cada segundo que pasaba.
Gabriel, siempre tan dominante y seguro de lo que quería, la hizo suya con una intensidad que dejó a Sofía sin aliento. Cada movimiento, cada penetración de Gabriel, estaba cargada de una posesión firme y llena de deseo por la mujer que estaba a su lado. En ese instante, Sofía comprendió que, aunque Gabriel era un hombre de poder, con ella había encontrado una nueva dimensión de ese control: la entrega voluntaria, donde ambos eran igual de fuertes, y donde sus deseos se alineaban sin necesidad de palabras.
Después de que la pasión se calmó, ambos permanecieron en silencio, disfrutando de la intimidad recién descubierta. El sonido de la ciudad debajo de ellos era distante, como si nada pudiera interrumpir ese momento.
—Nunca pensé que esto sería posible —murmuró Gabriel, su tono más suave de lo habitual.
—¿A qué te refieres? —preguntó Sofía, acariciando suavemente el pecho de Gabriel.
—A esto —respondió él, tomando su mano—. Siempre he creído que el poder y el control eran la clave para todo en la vida. Pero contigo... —hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas— ...me doy cuenta de que he estado equivocado. Contigo, el poder no significa nada si no es compartido.
Sofía sintió cómo sus palabras llegaban a lo más profundo de su ser. Desde el principio, Gabriel había sido el hombre dominante y controlador, pero ahora estaba frente a ella, vulnerable, reconociendo que ella era su igual en ese juego de poder y pasión.
—Nunca quise cambiarte, Gabriel —dijo ella, con suavidad—. Solo quiero que me aceptes tal como soy. Soy fuerte, pero también necesito saber que puedo confiar en ti.
Él asintió, y sus ojos oscuros brillaron con una promesa silenciosa.
—Lo harás, Sofía. Te lo juro. Lucharemos juntos, y nadie, ni siquiera las sombras de nuestros pasados, podrán separarnos.
Sofía lo miró, sabiendo que las palabras de Gabriel no eran vacías. Sentía su compromiso, pero también sabía que los retos no habían terminado. Victoria, con su ambición insaciable, seguía siendo una amenaza latente, y las cicatrices que ambos llevaban de sus traiciones pasadas aún no habían sanado por completo. Pero por primera vez, Sofía se sintió lista para enfrentar cualquier desafío que viniera, porque tenía algo más poderoso que la ambición o el poder: tenía a Gabriel, y juntos podían superar cualquier obstáculo.
Mientras el sol subía en el cielo, Gabriel la tomó de la mano y la guió hacia la sala, donde la vista panorámica de la ciudad les recordaba que, aunque el mundo estaba lleno de dificultades y traiciones, en ese momento, lo único que importaba era lo que estaban construyendo entre los dos.
Ambos se sentaron en silencio, compartiendo un café mientras la mañana avanzaba. Pero esa calma era solo el preludio de la tormenta que estaba por llegar. Victoria, la exnovia de Gabriel, no se rendiría fácilmente. En las sombras, ella tejía su red, dispuesta a hacer lo necesario para retomar el control sobre su vida y destruir lo que Gabriel y Sofía estaban construyendo.
Sofía lo sabía. Podía sentir que la batalla no había terminado, pero esta vez, no estaba sola. Y con Gabriel a su lado, estaba dispuesta a enfrentarse a cualquier enemigo, sin importar cuán poderoso fuera.