Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.
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capitulo 8
capitulo 8:
Pasamos gran parte de la mañana limpiando. Él se ofreció a lavar la montaña de trastes que tenía en la cocina mientras yo me ocupaba de mi habitación y el baño. cada tanto me preguntaba alguna cosa tonta, como mi color favorito.
A la hora del almuerzo prepare algo rápido y comimos en la barra de la cocina mientras él me contaba de sus aventuras universitarias.
—Una vez iba distraída bajando las escaleras en la universidad y no sé qué paso, pero de pronto estaba cayéndome de culo. Cuando llegue al final de los escalones me levante como resorte como si nada hubiera pasado —cuento mientras como un poco de pollo—. Por suerte no había nadie.
—¿Enserio? —dice riéndose estruendosamente, asiento sonriente de verlo reír. A veces es tan serio que me gusta esta faceta soya más relajada— Ahora dime ¿Como es que tienes tanto desorden? —pregunta indicándome el lugar con su tenedor mientras mastica.
—No digas nada, pero mi jefe me tiene hasta largas horas del día y cuando salgo del trabajo soy muy floja para hacer algo —le digo entre susurros, el me mira sonriente.
—Creo que tu jefe deberá recompensarte por tanto trabajo —responde relamiendo sus labios, mirando mi cuerpo con deseo.
—Yo creo que tienes mucha razón, pero primero debemos terminar de ordenar aquí —digo y el suspira.
—Por lo menos lo intente —dice y me arranca una risita.
Terminamos de limpiar la sala, en cada momento que estaba cerca de él, ya que su ayuda termino cuando tuve que trapear el piso, el no dejaba de tócame. Recostado en mi sofá con los brazos debajo de su cabeza me miraba terminar de hacer las tareas. Cada tanto lo recompensaba haciendo un movimiento de manera seductora, el me silbaba y luego me apuraba.
Cuando al fin termine de limpiar todo mi departamento apestaba a muerto. Pero a él no me importo y mientras yo insistía en ducharme, el me besaba apasionadamente, arrancándome la ropa sudada.
—Un rapidito y seguimos en la ducha —dijo como justificación.
Dios este hombre me va a matar....
Luego de una dura sección de sexo rudo y duro en mi baño que me dejo temblando, me vestí y fui a mi cocina a preparar mis delicias.
Él se acomodó en mi sofá, solo con su bóxer y su camiseta. Parecía un Dios griego sentado en un almohadón. Es tan grandote que mi sillón le queda chico. Toma el mando de mi TV y se pone a ver un partido. Yo me pongo a preparar todo y mientras se termina de hornear me uno con él en el sillón. Cuando quiero sentarme a su lado el me jala y me posiciona en medio de sus piernas y así terminamos de ver el partido hasta que el reloj de mi horno suena anunciando que ya están listos los brownies.
Me levanto y a paso lento llego a mi cocina para sacar los moldes con mis deliciosos postres. Los pongo sobre una rejilla de metal para que se enfríen y luego pueda desmoldarlos. Como ya tengo un poco de apetito preparo unas tazas de café y saco unas galletas y les pongo un poco de mermelada de naranjas caseras que hice el fin de semana pasado. Coloco todo en una bandeja y vuelvo a la sala donde mi jefe sigue desparramado en mi sofá.
—Toma —le paso una taza de café y me siento nuevamente entre sus cálidas piernas.
—Aparte de hacer esto ¿qué sueles hacer? —pregunta corriendo un mechón de mi cabello para exponer mi cuello y depositar un beso.
—Juego —digo en un jadeo.
—¿Juegas? —pregunta apartándose de mi piel, todavía con los ojos serrados señalo mi PC —Mmm.. ¿Y qué juegas?
—Tus juegos... —digo y lo miro, muerdo mis labios.
—¿Mis juegos? —asiento —¿Qué te parece si jugamos otro tipo de juego? —propone mirando la repisa que tengo detrás mía y puedo adivinar a que se refiere.
—Bien... —respondo. Él se levanta y toma la caja con el juego de mesa.
—Supongo que si lo tienes es porque sabes jugarla ¿Verdad? —asiento, mientras saca el tablero y comienza a acomodar las piezas— Bueno, lo jugaremos así, cada pieza que uno pierde es una prenda como por ejemplo sacar una prenda, un beso, lo que sea y el que gana se gana un orgasmo.
—Mmm... acepto —digo relamiendo mis labios ya sintiéndome más que excitada.
Termina de acomodar todas las piezas y luego agarra una torre negra y otra blanca las esconde en sus manos y las lleva detrás de su espalda, las mescla y luego me da a elegir. Toco su puño derecho y cuando abre su mano es la torre blanca yo comienzo ya que me toco las piezas blancas.
Comienzo mi jugada moviendo mi peón de D2 a D4. Dan mueve el suyo de E7 a E6 y así pasamos un momento con miradas de ojos chicos y sospechosos hasta que le comí el primer peón y pedí que me haga un baile sensual y así pasamos el resto de la tarde. Perdiendo piezas, prendas, besos traviesos que nos dejó como ganadores a ambos ya que un orgasmo llevo a otro y así pasamos el resto del sábado jugando, comiendo y comiéndonos.
El domingo por la mañana me despierta el aporreo de la puerta de mi departamento, Daniel a mi lado duerme engarzado a mi cintura. Me libero de su fuerte agarre y colocándome una remera que tapa mi desnudez corro a ver quién es el que tortura mi puerta junto con mis oídos.
—Al fin abres, ¿Dormías? —Dice Mateo entrando a mi departamento.
—Mateo ¿Qué haces? —pregunto cruzando mis brezos mientras lo observo mirando mi sala. Todo está hecho un desastre y se nota que paso un huracán sexual por acá.
Enseguida paso de él y voy a cerrar la puerta de mi dormitorio.
—¿Escondiendo a tu amante? —preguntó sínico.
—Eso a ti no te incumbe —espeto mirándolo nuevamente —dime que quieres, y vete.
—Jack quiere verte —dice cruzándose de brazos.
—Si fuera así, ¿Porque no vino él? —digo hastiada, abro la puerta y le indicó la salida —Dile a ese señor que si sabe dónde vivo que venga él y no mande a sus perros falderos.
—Mas respeto que soy mayor que tu —dice apuntándome con su dedo flaco y feo.
—Aun así, sigues viviendo bajo su tutela ¿No? —pregunto colocando mis manos en mi cintura —¿Eso cómo te posiciona? —pregunto poniendo un dedo en mi barbilla —. A si, como un niño mimado.
—¡Eres una...! —empieza a decir, pero lo freno.
—¡Te recuerdo que estas en mi casa! Vete y dile a ese que si quiere verme que tenga la cara de venir el —lo empujo a la salida y cierro fuerte la puerta en su cara. Me apoyo en la puerta y me deslizo al piso con lágrimas en los ojos ¡Eres una bastarda! Ya me cansé de escuchar eso una y otra vez en mi vida, pero esta es mi casa, nadie se atreverá a tratarme así nunca más.
—Amor —Siento los brazos de Dan rodearme —¿Te sientes bien? ¿Quién era ese idiota que hoza poner mal a mi chica? —pregunta levantando mi barbilla para que lo mire, sus ojos grises me miran esperando una respuesta, lo beso.
—Ese idiota era mi hermano —respondo abrazándome a él.
El me levanta del piso y me lleva de nuevo a la habitación donde me coloca suavemente en la cama, saca la remera que llevo puesta besa cada rincón de mi piel y me hace el amor tan lento y apasionado que me hace olvidar el mal trago que pase.
—¿Cenaras conmigo esta noche? —pregunta Daniel desde su motocicleta, abrazado a mi cintura.
—Si, pero que no sea esos lugares rimbombantes —digo acariciando sus mejillas y besando la comisura de su boca.
—Donde tu quiera, basta que luego vengas a mi apartamento —apretándome más a él.
—Pero mañana debemos trabajar y no voy a madrugar para venir a cambiarme y salir de nuevo a la oficina —digo pensando en lo que me propone.
—Entonces trae una muda de ropa o toda, como quieras —lo miro y sonrió.
—Estás loco —afirmo, el asiente y me da un último beso para verlo partir.
Entro a mi departamento y ordeno la sala y tiendo mi cama. Todo mi departamento huele a él, sonrió como idiota. Luego cuando termino de ordenar me doy una ducha y me visto algo cómoda.
Prendo mi pc mientras busco en mi armario que ponerme. También preparo una mochila con una muda de ropa. La idea de volver a despertar en los brazos de ese hombre me acelera la respiración y calienta mi sangre.
Escucho mi celular sonar y lo busco, desde ayer que ni se dónde está. Busco y lo encuentro dentro de mi bolso. Tengo cientos de mensajes de mis amigas, otros de mi madre.
Les mandó un mensaje a mis amigas para calmarlas y decido llamar a mi mama primero.
—Hola mama —digo cuando responde la llamada en el tercer tono.
—Hola hijita, ¿Cómo andas? —dice luego de escucharme.
—Bien mama, contenta con mi trabajo, salí con las chicas el fin de semana y ayer me dedique a la limpieza de mi departamento que olvide revisar mi celular —le cuento mientras me siento en el pc y abro la aplicación de mi juego favorito.
—¿y con respecto al amor? Nada nuevo por ahí —pregunta y la imagen de Daniel haciendo estragos en mi cuerpo llena mi ratina y me hace temblar.
—Mmm... no se... tal vez —digo ya que no sé qué tenemos todavía.
—Hay esta juventud de hoy, nada es serio, todo es como dicen... ¿un toque y me voy? —dice ella y me rio.
Hablamos un rato más y luego de cortar la llamada entro a sesión con mi PJ. y por un rato me olvido de todo a mi alrededor.
Estoy tan entretenida jugando que no me doy cuenta cuando mi casa es invadida.
—¡Vieron, ya sabía yo que estaría jugando esa porquería! —grita Sylvanas a mi espalda haciendo que me asuste y pegue un brinco en mi silla.
—Hay Sylvanas, ¿Quieres matarme de un susto? —digo dejando los auriculares sobre el escritorio.
—Ni así te darías cuenta que tienes visita —responde ella y deja unas bolsas con comida sobre mi mesa, saludo a las chicas que vienen con ella.
—¿Qué es ese aroma? —pregunta Cecilia y mi cara se sonroja.
—Mmm... ese olor es a fragancia de hombre con un deje a sexo —dice Sylvanas y me mira — ¿Acaso estuviste copulando con tu jefe y no pensabas compartirlo con tus amigas?
—Bueno... —digo tímida y no me dejan terminar todas gritan como enferma y se me tiran encima y me piden que les cuente todo.
Pasamos un buen rato hablando de mi sábado con mis amigas hasta que miro la hora y sé que en cualquier momento vendrá a buscarme.
—¡Chicas, en cualquier momento me viene a buscar! —chillo, nerviosa saltando de donde estoy.
—Bueno, manos a la obra —dice Amy— Ahora te ayudaremos a que te veas más hermosa de lo que ya eres —dice esta y me siento una muñeca a la que disputan que ponerle y como maquillarla.
Me puse un pantalón de mezclilla ajustado al cuerpo, las rodillas rotas. La blusa era blanca con cuello bote y mangas amplias. En mis pies unas sandalias de tiras color marrón en conjunto con mi bolso. Mis amigas me maquillaron sencilla pero radiante. No sé dónde cenaríamos, pero pedí que no sea de lujo. Mi pelo lo deje suelto, pero me lo peinaron marcando mis ondas como la primera noche, eso me recuerda que me dejo plantada, solo espero que no se le haya presentado ningún inconveniente.
Daniel:
Hacía mucho que no pasaba un buen fin de semana en compañía de una mujer. Briza es... extremadamente excitante. Me tiene en sus manos y puedo decir desde hace mucho tiempo, desde esa vez en la universidad.
Llego a mi casa y siento que es muy grande. Me dirijo a mi habitación para darme un baño y cambiarme de ropa. Al salir escucho mi teléfono sonar. Al ver la pantalla veo que es un mensaje de mi socio Arthas.
—Como anda el terror de los calzones ¿Qué paso que este fin de semana no se vio tu alma en el bar? —niego y sonrió ante el apodo que me puso esta vez.
—Ocupado, eso pasa.
—¿Con tu linda italiana? Te vino a dar su masaje —respondo y me parece que hace años de esa mujer.
—No, nada que ver.
—Veo que ya cambiaste de paladar, esta noche nos veremos en el bar.
—No puedo —respondo inmediatamente.
—¿Cómo? Y eso. Mira que nuestro querido y dominado Shiloah nos honrara con su presencia —eso sí que es de otro mundo.
—Bueno, luego me paso, no seas molesto.
Dejo de lado mi celular y me dirijo a mi oficina a revisar algunas cosas del trabajo. La semana que viene es la convención anual y tengo que asistir y mi secretaria definitivamente será mi acompañante.
Un par de horas más tarde miro mi reloj y me percato que ya debo estar saliendo a buscar a mi hermosa secretaria.
Tomo las llaves de mi coche y salgo rumbo a su departamento. Llego estaciono y bajo para golpear su puerta. Espero un rato y cuando me abren sonrió, pero pierdo la sonrisa, no es mi hermosa.
—Hola, tu debes ser el famoso Dan —dice una linda chica de ojos violetas, raro.
—¿Famoso? —pregunto y veo que la puerta es invadida por un regimiento femenino y siento que debo pasar algún tipo de prueba.
—Mas te vale que trates bien a nuestra amiga... —dice una y asiento como loco.
—Sabemos dónde encontrarte por si le haces algo malo —dice otra de unos ojos marrones muy profundos. Vuelvo a asentir esperando el siguiente punto.
—También sabemos cómo esconder bien un cuerpo, así que ojito —dice otra de ojos ámbar mirándome muy seria y luego miro una rubia esperando a ver que tiene ella para decir.
—E... Mmm... ojo cuando tengan sexo en la ducha —dice esta y me sorprendo.
—¡Marion! —se quejan sus amigas y la miran —se supone que tenemos que intimidarlo no alentarlo —dice la de ojos violetas.
—Bueno, saben cómo soy... —dice ella mirando para otro lado.
—Dejen de atosigar a mi jefe queridas mías —escucho que dicen desde lejos y levanto la mirada para ver a mi secretaria tan bella como siempre, sonrío mirándola.
—No lo estamos atosigando, solo le damos algunos... consejos... —vuelve hablar la de ojos violetas mirándome, creo que es la voz del mando.
—Si, solo me aconsejan hermosa —digo mirando a mi hermosa secretaria que toma su bolso y se acerca a la puerta.
—Bueno chicas, gracias por la ayuda y por intimidar a mi jefe —dice ella colocándose a la par mía con una hermosa sonrisa.
—Como sea, pásenlo lindo... —dice la de ojos marrones saludando a mi chica.
—Si, pásenlo lindo y cuídense —dice la de ojos ámbar y saluda a su amiga.
—Mmm... recuerden los callejones son una muy buena opción —dice la rubia y la miro asombrado, no sé si reírme.
—¡Marion! —la vuelven a reñir sus amigas.
—Si, ya sabemos, nos cuidaremos, tendremos en cuenta los callejones y si algo malo me pasa sabrán esconder bien su cuerpo ahora déjenme para que tenga mi cita con mi Dan antes que lo espanten —Dice Briza prácticamente empujando a sus amigas para que se vallan, yo sonrió y las saludo con la mano a todas que mi miran haciéndome un gesto de que me tienen vigilado —Lo siento, son algo sobreprotectoras.
—Se nota que te quieren, no te preocupes, ahora —la miro recorriendo su espectacular figura— Estas hermosa —la atraigo a mí y beso sus labios.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.