ERROR: Rojo Carmesí

Se golpeó la cabeza una y otra vez con el volante de su auto. ahora era cómplice de esa maldita loca. Y claro, Enrique no lo iba a escuchar y como el no iba a escucharlo pues nadie lo haría.

Miró al asiento del copiloto, otra carta. Otra. Maldita. Carta. Roja. La tomó en un arrebató y la apretó en su puño.

«Me imagino que te estás dando cuenta que el sistema policial no sirve de mucho»

—Maldita loca, loca, psicópata ¿Por qué?—Grito sentado en el interior de su auto.

¿Que quería? Necesitaba encontrarsela cara a cara y suplicarle que lo dejara en paz. Juraría en este preciso momento que sí ella promete dejarlo en paz no la arrestaria nunca hiciera lo que hiciera, ese era el punto donde llegaba su desesperación.

Quisiera comunicarse con ella, quería hacerlo para gritarle a la cara.

Mejor hasta llegar a una tienda de frutas, no sabía exactamente porque a una tienda de frutas, pero daba igual. Bajo de su auto sintiendo la brisa que anunciaba que pronto llegaría el invierno, necesita quizás un poco de fruta para calmar sus nervios, mejor dicho su rabia.

Tomo una manzana en su mano y la examinó para ver si estaba en buenas condiciones. Había un chico en la barra atendiendo, era mas joven que el.

—Esa se ve en buenas condiciones.—Le dijo el adolescente.

—¿Tu crees?

El chico asintió con la cabeza.

—Es del rojo perfecto.—Apuntó el chico y se volteo y comenzó a acomodar unas frutas que estaban detrás de el.

Damián soltó la manzana, como si de pronto fuera radiactiva.

—Mejor como mandarinas.—Dijo y se acercó a las mandarinas. Tomo algunas y las metió en una bolsa.

La llevo al mostrador, el chico con una sonrisa algo forzada acepto el pago y se despidió de el con entusiasmo, Damián solo supuso que era raro hasta que llegó a su auto. Miro el interior de la bolsa y había una carta roja.

La tomo con fuerza y la abrió casi rompiéndola.

«Lo siento, ven al sector 5 con vereda 9 está noche. Te daré respuestas»

Se bajó de su auto sintiendo electricidad y la carta en su mano se sentía igual que las anteriores, cada paso que daba se sentia como si lo controlarán, como si estuviera siendo vigilado y el chico seguía ahí parado con una sonrisa tonta.

—¿Algo más?—Pregunto el chico rubio.

—¿Que es esto?—Le pregunto y el chico miró confundido la carta.

—Un papel arrugado.—Sonrio, estaba comenzando a hartarse del chico.

—Dime la verdad ¿Por qué pusiste esto en mi bolsa?—Pregunto arrastrando las palabras de manera amenazante.

—Alguien amaneció de mal humor.—Se burlo.

Damian lo tomo de la camisa y lo acerco a el. El chico no pareció inmutarse en absoluto.

—Solo hazle caso y deja de preguntar.—Dijo el chico.—Rouse está haciendo las cosas por las buenas.

—¿Trabajas para ella?—Pregunto Damián con furia.

—Trabajo con ella.—Corrige y Damián lo suelta empujandolo.—Pero si, ella es mi jefa.

—Pues dile a tu jefa que sea más clara.

—Tranquilo, se lo diré. Ahora sal de mi tienda.

.........

Llegó a su casa, miro a todos lados. Se sentó en su sofá y se recostó. No tenía trabajo, y una loca lo perseguía y ahora su novia lo llamaba por teléfono.

—¿Hola?—Pregunto su novia.—Sabes, pensé que como nos divertimos mucho en el arcade quizás podríamos ir hoy a ver una peli, en la noche.

No podía, ¿O si podía? ¿En serio estaba considerando encontrarse con la fantasma carmesí?

—¿Hola? ¿Damián? ¿Estás ahí?

—Si, si, lo siento no... No puedo, tengo mucho trabajo ¿Que te parece mañana?

—Bien.—contesto cortante.

Y colgó.

Damián lanzo un bufido, no necesitaba una escena ahora mismo. Necesitaba pensar.

Vio que su teléfono se iluminó en rojo

«Trae la pintura»

Está vez haría algo, comenzó a teclear en su teléfono y conecto con una cable su teléfono a su computadora. Fue difícil y casi pierde el rastro pero lo consiguió. Era la misma dirección que decía en la carta. Solo era una casa abandonada fuera de la carretera. Suponía que debía ir a ese lugar de todos modos.

No iba a hacerle más mente al asunto, quizás no iria, quizás debería concentrarse en convencer a Enrique de que el no tenía nada que ver con Rouse.

O quizas debería estar considerando internarse en el psiquiátrico.

Se quitó sus zapatos, se dió una ducha y encendió su televisor, estaba sintonizado en el canal de noticias. Se dió cuenta que no iba a poder relajarse.

—¡Robo todo el dinero de la tienda!—exclamo llorando. Tomo un pañuelo y se limpio la nariz.

se veía muy arreglada mientras la reportera la entrevistaba.

—¿Logró verle el rostro?—Le pregunto la reportera.

—No.—Contestó.—Tenia un antifaz y un vestido rojo y corto, traía un collar de perlas, la niña tiene buen gusto.

Apagó la televisión. Definitivamente no podía seguir con esto, iba a comenzar a ignorar a esta chica, de una vez por todas.

.........

—Jefa, ya es la hora. Damián sigue en su apartamento.

Rouse se volteo para ver a Denisa. Frunció el entrecejo.

—Bueno traté de ser amable.—Se encogió de hombros y se recogió el cabello hacia adelante. Denisa tomo las tiras de la espalda del corsé de Rouse y comenzó a ajustarlas.

—Si me deja ser sincera jefa no ha sabido como ganarse su confianza.

—Trato de ganarme su confianza, hoy mismo. Pero para ganarme su confianza primero necesito sus habilidades negras.—Admite Rouse.

Denisa termina con su corset y Rouse se posiciona en el espejo. Comienza a colocarse su antifaz. Y coloca unas cuantas perlas en su cabello, algo nuevo que comenzó a probar hoy después de robar la tienda de esa prejuiciosa joyera.

—Dile a John que cierre la tienda de frutas y que traiga a Damián con lo que le regale, será pan comido.

—Muy bien Rouse.—Le dijo Denisa con una sonrisa y salió de la habitación.

Rouse sentía satisfacción en su pecho, y emocion. Ya era hora de conocerlo. Sonrío al espejo de nuevo.

—Falta un poco de rubor.—Dijo para ella misma tomando la brocha de maquillaje.