Ayelen lo entrego todo por amor, pero termino marcada por la humillación y el rechazo.
Expulsada de su manada, tuvo que criar sola a sus gemelos. Mientras el mundo licantropo la señala como traidora.
El destino la lleva a encontrarse con el rey lobo frío y maldito, cuya herida no solo está en su cuerpo, también en su alma. Entre tratamientos y silencios empieza a descubrir un lazo entre él y sus gemelos.
Lo que parecía un nuevo comienzo se convierte en un juego de poder, secretos familiares y tradiciones.
¿Podrá renacer como la gran luna, frente a las manadas o volverá a ser destruida por quienes mas odian verla brillar?
NovelToon tiene autorización de Claudia Reveca Díaz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Raíces en tierra nueva
El amanecer se filtraba suavemente por las cortinas de la pequeña habitación de la florería, Ayelen abrió los ojos con lentitud, como si temiera que todo lo que estaba viviendo no fuera más que un sueño frágil. Por primera vez desde su salida de la manada, no despertaba con la angustia de no saber donde pasar la noche. Allí en aquella habitación modesta, pero cálida, el tiempo parecía haberse detenido.
Su vientre, redondo y pesado, se movió con una patadita qué le arranco una sonrisa involuntaria.
---Buenos días, mis amores, hoy empieza un nuevo día para los tres,---- susurró acariciando su vientre.
Bajo despacio las escaleras de madera qué
Conectaban la habitación con la florería, el aire estaba impregnado del aroma fresco de las rosas, lilas y claveles. Elides ya estaba allí, organizando ramos sobre el mostrador, vestía un delantal verde y parecía tan inmersa en su tarea que, por un momento, Ayelén solo se quedó observándola. Había algo mágico en esa mujer, aunque no sabía exactamente qué era. --- respondió Elides
Ayelen enrojeció sin saber que contestar...
Los días comenzaron a tomar su ritma tranquilo, cada mañana, Ayelen ayudaba a ordenar las flores, barría el suelo, acomodaba las macetas pequeñas en la entrada y aprendía a identificar las plantas que hasta entonces solo había visto como adornos.
Elides le enseñaba con paciencia que flores necesitaban mas agua, cuales no soportaban luz directa, cuales eran perfectas para curar fiebres o aliviar dolores, cólicos estomacales, calmante, todas las plantas medicinales.
--- Las flores no son solo bellezas, también son medicina, son memoria, cada una guarda una historia,--- explicaba la anciana mientras cortaba tallos con precisión.
Ayelen escuchaba atenta, con una fascinación que la hacia olvidar, aunque fuera por un momento, la tristeza de su pasado, en esas lecciones simples había un refugio, un modo de volver a sentirse útil.
Los clientes comenzaron a acostumbrarse a ver a la joven embarazada detrás del mostrador. Algunos le sonreían con amabilidad, otros le hacían preguntas curiosas, y aunque al principio le costaba responder, poco a poco fue encontrando confianza en si misma.
Aun así, había noches en las que, al quedarse sola en su habitación, la tristeza la invadía como una sombra inevitable, recordaba los rostros de sus hermanos, las miradas acusadoras de los ancianos de la manada, el momento exacto en que le dieron la espalda, entonces se aferraba a la promesa hecha a sus hijos, nunca volvería de dejarlos indefensos.
Una tarde, mientras recogía los pétalos marchitos, Elides rompió el silencio con una pregunta que sorprendió a Ayelen.
---¿ Hija que soñabas ser cuando eras pequeña?,-- pregunto Elides
Ayelen titubeo, hacia tanto que no pensaba en ello,--- bueno siempre me gustaron los libros, estaba estudiando fisioterapia, pero ahora no tiene importancia,--- respondió Ayelen
La anciana dejo lo que estaba haciendo y la miro con una firmeza inesperada,--- claro que tiene importancia, cuando los gemelos nazcan y estén mas grandes debes retomar tus estudios,----
Ayelen parpadeo, confundida,--- ¿usted cree que pueda ser una fisioterapeuta?,---
--- Si, si quieres darle un buen futuro a tus hijos, lo que mejor puedes darles es una madre que no dejo de creer,--- afirmo Elides.
La joven se quedo en silencio, con un nudo en la garganta, nadie antes le había dicho algo así, en la manada, su valor estaba medido por su obediencia, su capacidad de sobrevivir, ahora alguien le recordaba que podía ser mas, que podía elegir un camino propio.
Las semanas pasaron, el vientre de Ayelen crecía y con el también su vinculo con Elides, se había vuelto casi como familia, compartían comidas, risas, confidencias.
El tiempo en la florería le enseño a Ayelen que la vida podía ser simple y a la vez significativa, aprendió a reír sin miedo, a disfrutar de las cosas pequeñas, un ramo de girasoles al amanecer, el aroma del te de jazmín, el sonido de la lluvia golpeando el techo mientras arreglaban pedidos.
Cada día que pasaba, la idea de volver a estudiar dejaba de parecer un sueño lejano y empezaba a convertirse en un plan, se imaginaba caminando por un pasillo lleno de libros, tomando notas, aprendiendo cosas nuevas, se veía llevando a sus hijos de la mano, enseñándoles conocimientos era un tesoro que nadie podía arrebatarles.
Una noche, mientras acomodaba su cama, sintió un movimiento fuerte en su vientre, se llevo la mano al abdomen y rio con ternura.
---¿Lo escuchaste mama?, cuando nazcan, voy a seguir estudiando, voy a darles un futuro mejor,--- susurro al aire, pensando en su madre.
En el pasillo Elides la observaba en silencio, con una gran sonrisa cargada de orgullo, sabia que la decisión estaba tomada, la semilla había germinado.
Ayelen no lo sabia aun, pero ese pequeño paso, era la chispa que encendería algo mas grande, ahora había una nueva fuerza creciendo en el corazón de la joven.
Y mientras la ciudad dormía, la florería se convirtió en un refugio donde la esperanza echaba raíces.
Elides cerro los ojos mientras sostenía una rosa blanca entre sus dedo arrugados, el aroma dulce la transporto de golpe a un tiempo lejano, cuando aun no era la anciana que regentaba una florería, sino un hada joven y orgullosa, guardiana de los bosques.
Recordó el brillo del sol atravesando las copas de los arboles, el canto de las aves silenciándose de repente... y la oscuridad que había caído como un manto venenoso sobre su reino, aquella noche casi lo pierde todo, su vida, su magia y su fe en la naturaleza. Las sombras la habían acorralado, desgarrando sus alas con cordelad.
Y entonces apareció ella, una loba de ojos firmes, con la determinación escrita en cada movimiento, aun podía ver como la sangre manaba de sus propios flancos, y aun así luchaba contra la oscuridad como si nada mas importara.
--- Levántate hada, la naturaleza nunca abandona a los suyos,--- le había dicho, tendiéndole una mano firme.
Elides había aceptado esa mano y con ella, una deuda imposible de borrar, desde entonces, cargaba con un secreto que jamás revelo, la loba estaba embarazada y algo de su poder se traspaso al feto en su vientre.
Abrió los ojos con un suspiro, acaricio la flor y la dejo en el jarrón, su voz tembló apenas en un murmullo,--- tu hija no lo sabe aun... pero su sangre arde con esa misma chispa,---
Y la rosa como respondiendo al recuerdo dejo caer un pétalo.
Ayelen ignoraba, que algo dentro suyo dormía en silencio esperando despertar, no era solo sangre de lobo lo que corría en sus venas, dentro de ella se ocultaba un destello de magia, una herencia olvidada, tan antigua como la misma luna.
Ya empiezan con la cizaña..... a qué Señora es que llaman ??? .... La Luna de Hendrix está viva ???
y confíe en ella y la proteja ahora vien esa ama de llaves a quien llamó espero no sea otra piedra en el zapato si a si ya tienen bastantes enemigos como para que salgo otro más