Entre Sombras Y Traiciones.

Valeria y los demás reclutas se encontraban en la sala de entrenamiento, rodeados de diagramas anatómicos y modelos de cuerpos humanos. El instructor, un hombre de mirada fría y calculadora, comenzó la lección.

—Hoy aprenderemos sobre los puntos débiles del cuerpo humano; conocer estos puntos puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en una misión.

—Presten atención —dijo el instructor, señalando un modelo anatómico.

—Conocer estos puntos puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en una misión.

—Empezaremos con la cabeza. Los ojos son extremadamente sensibles.—indicó.

—Un golpe directo puede causar ceguera temporal o permanente. Usen sus dedos o cualquier objeto pequeño y puntiagudo, como un palito de paleta, para atacar esta área —dijo mostrando cómo debían hacerlo.

—Los oídos son otro punto vulnerable. Un golpe fuerte puede causar dolor intenso y desorientación. Utilicen la palma de la mano para golpear con fuerza. —Dio un golpe certero al muñeco. Valeria seguía observando y aprendiendo.

—La nariz es fácil de romper y un golpe aquí puede incapacitar a una persona. Golpeen con la base de la palma hacia arriba, apuntando al puente de la nariz, de esta manera— hizo la demostración, fascinando a los reclutas.

—La garganta es crítica. Un golpe aquí puede cortar la respiración. Usen los dedos para aplicar presión en la tráquea o golpeen con el canto de la mano. —Seguía demostrando cada golpe y técnica para hacerlo.

El instructor señaló la base del cráneo. —Aquí, en la unión entre el cráneo y la columna vertebral, se encuentra el bulbo raquídeo. Un golpe preciso en esta área puede causar una muerte instantánea— dio un golpe certero con la mano recta.

Luego, movió su mano hacia el cuello. —La arteria carótida, ubicada en el cuello, es otro punto crítico. —Un corte profundo aquí resultará en una pérdida rápida de sangre y la muerte en minutos— seguía señalando y Valeria no apartaba la mirada.

Ella observaba atentamente, memorizando cada detalle. El instructor continuó, señalando el pecho. —El corazón está protegido por el esternón y las costillas, pero un golpe fuerte entre la cuarta y quinta costilla puede penetrar el corazón.

El instructor se desplazó hacia el abdomen. —La región inguinal es particularmente vulnerable. Aquí se encuentran los anillos inguinales, puntos débiles donde pueden ocurrir hernias. Un golpe fuerte puede incapacitar a un oponente.— Valeria era una esponja absorbiendo tanta información como podía.

—La ingle es extremadamente sensible. Un golpe aquí puede incapacitar a cualquier persona, sin importar su tamaño o fuerza. Utilicen la rodilla o el pie para golpear con fuerza, observen —dijo un rodillazo y todos asentían.

El hombre señaló las rodillas. —Las articulaciones son puntos débiles naturales. Un golpe en la parte lateral de la rodilla puede desestabilizar a tu oponente, dejándolo vulnerable, así.

Finalmente, el instructor señaló los pies: "El empeine del pie es otro punto débil; es increíble, pero cierto". Un golpe fuerte puede causar dolor intenso y dificultar el movimiento. —Pueden usar el talón o cualquier objeto duro para golpear. —Se alejó del muñeco y caminó hacia ellos.

—Recuerden, cualquier objeto puede ser un arma si saben cómo usarlo. Un simple palito de paleta puede ser letal si se usa correctamente. Apunten a los ojos, la garganta o cualquier punto débil que hemos discutido. La mirada del hombre era intensa.

—Son asesinos de élite, cualquier cosa es un arma; habrá momentos en que queden desarmados y allí demostrarán de qué están hechos — su voz, gruesa e intimidante.

—Ahora, practiquen con sus compañeros. Sean precisos y cuidadosos. —La precisión es clave.— Valeria asintió, comprendiendo la importancia de cada punto. Sabía que este conocimiento sería crucial en su vida como asesina de la falange oscura y en su meta de venganza.

Todos comenzaron a practicar con los muñecos de gel de balística a sus lados; Valeria se destacaba entre los demás como siempre. Mientras golpeaba el muñeco, se preguntaba en qué la habían convertido; era un arma con cuerpo humano.

Cada vez era más precisa y letal, siempre atenta y lista por si la atacan. Ya no necesitaba del mentor que la protegía porque nadie en su sano juicio se atrevía a querer dañarla a ella o a los de su grupo.

Cada día era una nueva batalla personal: algo que cumplir, un castigo, una sesión de tortura. Había atravesado un camino de vidrios descalza, al igual que uno lleno de brasas al rojo vivo; había tenido que enfrentarse al miedo de animales a los que odiaba. Le sabían sus debilidades y la ponían a enfrentarlas, haciéndola un elemento sin punto débil.

—Firmes reclutas, hoy sabremos quién es recluta y quién se vuelve parte de la orden, un asesino más —habló firme el jefe supremo o lo que vendría siendo un general; ella y todos tenían su mirada firme en el hombre.

—Su primera misión es hoy. Demuestren que sí pueden; cada uno tendrá una misión, unos en grupo y otros irán solos, así que no nos decepcionen. —Todos respondieron a una sola voz.

—Señor, sí, señor.— Era un verdadero espectáculo verlos ahora; en comparación a como llegaron, no eran las criaturas dulces que una vez entraron por las puertas de la falange; hoy eran guerreros y futuros asesinos de élite.

A cada uno se les asignó una misión; Valeria observó a sus amigos y, dándoles un asentimiento de cabeza, salió al igual que ellos por destinos diferentes.

Ya había llegado la noche; era oscura y silenciosa, solo interrumpida por el suave murmullo del viento que acariciaba las hojas de los árboles. Valeria, ahora casi una adulta con 17 años, se encontraba en el tejado de un edificio abandonado, observando a su objetivo a través de la mira de su rifle de francotirador. Su corazón latía con fuerza, pero su mano permanecía firme. Había entrenado para este momento durante años, pero nada podía prepararla completamente para la realidad de su primera misión.

Valeria cerró los ojos un momento y recordó los días interminables de entrenamiento en la base de la Falange oscura. Las mañanas comenzaban con ejercicios físicos extenuantes, seguidos de sesiones de combate cuerpo a cuerpo y prácticas de tiro.

Sus instructores eran implacables, exigiendo perfección en cada movimiento. Valeria había aprendido a soportar el dolor y a mantener la calma bajo presión. Pero más allá de las habilidades físicas, había desarrollado una mente aguda y estratégica, capaz de analizar situaciones y tomar decisiones rápidas.

La joven sacudió sus ideas y volvió al objetivo, un político corrupto con conexiones con el crimen organizado; la mafia italiana ya se había cansado de sus servicios y quería darle de baja.

El hombre estaba a punto de salir de su coche. Valeria tenía órdenes claras: eliminarlo sin dejar rastro. Sin embargo, mientras observaba al hombre, algo dentro de ella comenzó a cuestionar la misión. ¿Era realmente culpable de los crímenes que se le atribuían? ¿O era solo una pieza en un juego más grande? Esto rondaba su cabeza, pues le habían dicho que era un traidor y esto era por el bien de la familia.

Valeria cerró los ojos por un momento, recordando su propia infancia robada y las promesas de la Falange oscura de una vida mejor al ser de la élite de asesinos. Pero, ¿qué significaba realmente esa promesa? ¿Estaba dispuesta a seguir ciegamente las órdenes, o debía escuchar su propia conciencia? Y esta le gritaba que no lo hiciera.

El político salió del coche, y Valeria tuvo una fracción de segundo para decidir. Podía apretar el gatillo y cumplir con su misión, o podía bajar el arma y buscar otra forma de resolver la situación. En ese instante, comprendió que su vida no solo estaba definida por su entrenamiento, sino también por sus propias elecciones y ella decidía hacer sacrificios; estaba dispuesta a dejar su humanidad para conseguir su venganza.

Valeria respiró y exhaló tirando del gatillo y dejando sin vida a ese hombre, tal y como se lo habían pedido: un disparo en medio de las cejas. La joven, al momento de disparar, armó el rifle y se fue; corrió muy rápido.

Los guardaespaldas del hombre dispararon hacia donde estaba y hasta fueron al edificio, pero ella era un espectro, una sombra, y así como llegó se fue, regresando a la falange oscura, aunque ellos la habían seguido de cerca porque siempre había desertores.