"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo VIII Trabajarias conmigo
Punto de vista de Kristen
Estaba apenada con Gabriel, el se había portado bien conmigo y ni siquiera me conocía, así que para agradecerle prepare el desayuno y lo lleve a su estudio. Su nana ya me había advertido que a él no le gustaba desayunar y menos que lo interrumpieran mientras trabajaba, pero eso a mí me tenía sin cuidado. Tenía una idea en mi cabeza y nadie me haría desistir.
Le preparé una ensalada de frutas, con jugo y algo de café. No quise hacerle nada diferente, ya que se ve como cuida su cuerpo y sí que tiene un cuerpo bien definido. A mi mente llegaron los recuerdos de cuando estuve cerca de él, las veces que he pasado mis manos por sus abdominales y lo cerca que he estado de su gran pecho. Las imágenes del día que nos besamos aparecieron en esos recuerdos y sentí como mis mejillas se ponían calientes, apenada por lo que estaba pensando, decidí salir de la cocina evitando ser vista por María.
Entre a su estudio sin preguntar, me pareció que no le gustó eso. Pero yo iba decidida a agradecerle por todo lo que había hecho.
Él no quería aceptar el desayuno que le había preparado, pero ante mi insistencia decidió probarlo, y ahí me quedé como idiota viéndolo comer, y es que hasta eso lo hacía con tanta sensualidad que me era imposible quitarle la vista de encima. De repente él dijo algo que me volvió a la realidad.
“¿Te regalo una foto?”, pregunto con una sonrisa pícara.
“¿A qué te refieres?”, pregunté inocente.
“Si me sigues viendo así, me vas a desgastar”, sus palabras hicieron que mi rostro se volviera a sonrojar, lo que hizo que él sonriera con una expresión extraña. Aparte mi vista de él y me concentre en los documentos que estaba leyendo. Parecía una buena estrategia de negocios, pero en la parte de cómo se estaba estructurando las entrevistas con los medios de comunicación no eran las mejores.
“Termine el desayuno”, dijo Gabriel sacándome de mi estado.
“¿De qué se trata en lo que trabajas?“, pregunté por costumbre.
“Una campaña para una marca de cremas corporales”, me dijo fríamente.
“¿Te puedo ayudar?”, dije sonriendo, esto era lo que me gustaba hacer, era mi pasión.
“No creo que entiendas lo que estoy haciendo. Kristen de verdad aprecio lo del desayuno, pero ahora estoy muy ocupado, esto tiene que quedar listo para mañana”, y ahí estaba otra vez: el mismo idiota de siempre.
“Pues déjame decirte que si entiendo bien lo que estás haciendo y para tu información ese planteamiento ante los medios de comunicación están muy mal hechos, pero allá tú y tu egocentrismo”, salí molesta del estudio, no sé en qué momento pensé que ese hombre tan arrogante podría ser un poco amable conmigo. Lo mejor sería no acercarme más a él y salir a buscar donde vivir y lo más importante un buen trabajo.
Punto de vista de Gabriel
Revise lo que me dijo Kristen y ella tenía razón, me había equivocado en algunos puntos, realmente hubiera sido un verdadero desastre si esto se muestra así ante los socios. Me quedé pensando cuál era la profesión de Kristen, ¿sería verdad que ella me podía ayudar?. Con esa idea salí del estudio a buscarla, no la conseguía dentro de la casa, así que asumí había salido de la casa, hasta que mire al jardín trasero y la vi sentada en una de las bancas abrazando sus piernas, se veía como si estuviera llorando. Me acerqué despacio a ella y pude escucharla sollozar, ¿qué era eso o ese por el cual ella lloraba?, me pregunte.
“Hola, Kristen”, le dije en voz baja para no asustarla. Ella inmediatamente se secó las lágrimas y actuó con naturalidad, como si nada hubiera pasado.
“Hola, espero no te moleste, pero estaba aburrida dentro de la casa”, respondió tranquilamente.
“No, puedes ir a donde quieras en esta casa. Vine a hacerte una pregunta”, respondí sentándome frente a ella, notando sus ojos y nariz roja.
“Dime que quieres saber”, respondió ella mirándome a los ojos. Esos ojos mostraban una gran tristeza, pero más que tristeza era decepción.
“¿Cómo supiste lo del error en mi plan?”, pregunté sin tantos rodeos.
“Para eso estudié. Soy relacionista pública. En Inglaterra empecé mis pasantías en una empresa internacional y como lo hice bien me contrataron antes de graduarme. Estuve trabajando con ellos por casi tres años”, respondí honestamente.
“Eres una cajita de sorpresas, ¿te gustaría trabajar conmigo?”, pregunté directamente como era mi costumbre.
“¿Estás hablando en serio?”, me pregunto cambiando su tristeza por una gran sonrisa.
“Si, te pondré a prueba y si lo haces bien, entonces te contrataría”, le expliqué para que estuviera clara.
Kristen se emocionó tanto que me dio un fuerte abrazo. Me quedo inmóvil por unos segundos, hasta que relaje mi cuerpo y respondí a su gesto. Tenerla entre mis brazos era una sensación indescriptible, y no solo por las ganas que tenía de llevármela a la cama, sino también por la sensación que me transmitía.
De pronto ella se puso tensa y se apartó de mí con la mirada en el suelo. Algo la había incomodado, pero al final no me dijo nada. Nos fuimos a trabajar a mi estudio y vaya que era buena en lo que hacía, en poco tiempo terminamos el proyecto y nos quedó algo de tiempo para hablar de algunas cosas.
“Mañana a las siete AM debes estar lista, para ir a la empresa”, le dije con seriedad.
“Ok, jefe, a esa hora estaré lista”, dijo emocionada.
“Gracias”, dijo antes de salir de la sala. Era la primera vez que la veía tan relajada y sonriendo tan genuinamente. Ella era hermosa y aunque no era mi tipo de mujer, lograba despertar algo en mi que me hacía desearla, pero ella solo me ve como un amigo.