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Solo Ella

Solo Ella

Status: Terminada
Genre:Viaje En El Tiempo / Completas / Amor a primera vista / Apoyo mutuo / Pareja destinada / Amor eterno / Reencarnación / Mundo de fantasía
Popularitas:5.3k
Nilai: 5
nombre de autor: El Narrador Escarlata

Arlo pasó la vida feliz al lado de su esposa, la única mujer con la que estuvo y la única mujer a la que amó. Pero siempre tuvo el deseo secreto de estar con otras mujeres. Tras una complicación respiratoria, muere y reencarna a sus 17 años de edad, una año antes de ponerse de novio con Ema, su esposa. En esta segunda vuelta planea, antes de emparejarse, estar con tantas mujeres como pueda. Pero una simple modificación en la historia provoca que su unión no se concrete.
Arlo deberá mover cielo y tierra antes de que sea demasiado tarde y se vea obligado a pasar el resto de su (segunda) vida sin su alma gemela.

NovelToon tiene autorización de El Narrador Escarlata para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La quinta

Unos ladridos despertaron a Arlo. Se desperezó un poco molesto, desacostumbrado a tal barullo, pues no solía haber perros cerca de la zona del lago en la que vivían. A pesar de que el ruido duró un rato largo, no se levantó. Estaba muy cómodo en su cama, no sentía frío para nada, y eso que apenas estaba cubierto con dos frazadas. De lo que había soñado la noche anterior apenas tenía recuerdos. Sin levantarse de la cama, recorrió la habitación a oscuras con la mirada. Había algo raro. Sentía que la pieza era diferente. Pero no podía confirmarlo, pues todo estaba en penumbras y solo entraba un rayito de sol por la ranura de la persiana. Afuera parecía ya estar avanzada la mañana, así que era momento de levantarse.

Instintivamente, giró sobre sí y estiró su mano para abrazar a Ema, pero fue entonces que recordó la pelea de la noche anterior y que ella no había dormido en la cama esa noche. Aun así, no tuvo tiempo de entristecerse, la ausencia de Ema no era lo más raro de todo. Al estirar su mano, la chocó con una pared que estaba pegada a la cama.

_ ¿Qué? ¿Movimos la cama?

Creía que su cama se encontraba al centro de la habitación, lejos de las paredes, y no recordaba haberla cambiado de lugar. Aún dubitativo, volví a girar para bajar de la cama por el único lado posible, cuando algo lo hizo seguir pegado al colchón.

Fuera de la habitación, cuya puerta estaba cerrada, se oyó el alegre tarareo de un hombre. Instantáneamente Arlo se cubrió hasta la cabeza con sus frazadas y se mantuvo alerta. Alguien había entrado en su casa. Parecía ser joven y enérgico. De hecho, bastante enérgico, pues no solo tarareaba, si no que, por lo que podía percibir a Arlo desde su posición, se movía bastante, y al mismo tiempo, con excesiva tranquilidad, considerando que estaba en una casa que no era suya. Por eso mismo no podía ser un ladrón, pero entonces ¿quién era? No se escuchaba la voz de Ema, lo que podría significar que estaba dormida, o que no le incomodaba la presencia del hombre. Arlo buscó calmarse, pensando que podía tratarse de un amigo, o incluso de su hijo, que los visitaba nuevamente por sorpresa. Agudizó su oído, y esperó a que el hombre dejara de tararear y dijera algo en voz alta, para ver si lo identificaba. Pasaron unos cuantos segundos, pero finalmente habló.

_ ¿Y el pibito? ¿Sigue durmiendo, no? ¡Arriba che, que hay que laburar!!

En su voz se percibía un tono burlón, cómico. Pero a Arlo no le hacía gracia. Más bien lo llenaba de nostalgia. Quizás era porque recién se levantaba, pero, esa voz le recordaba demasiado a... Pero no podía ser, no había manera. Por la ranura de luz que entraba debajo de la puerta, Arlo vio que unos pies se paraban enfrente de esta. Nuevamente, quien estaba al otro lado habló, y Arlo prestó mucha atención.

_ Arriba wachito, dale que tenemos que aprovechar la mañana. Acá hay mate si querés.

Pero definitivamente no quería compañero, sino entender qué estaba pasando. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No podía creerlo. El tono de voz, las palabras, el recurso discursivo cómico. Todo indicaba que quien estaba parado al otro lado de la puerta era un ser querido de su pasado. Por supuesto que era algo imposible, ya que esta persona llevaba años muerta. Y aún así, Arlo necesitaba averiguar si quién estaba llamándolo era, en efecto, él._ ¡Voy!_

Tras contestar, nuevamente notó una anomalía. Así como tenía la sensación de que la voz que lo llamaba pertenecía a alguien que ya no estaba, la voz que él mismo tenía le resultaba irreconocible. Era un poco más aguda de lo habitual, y había perdido la ronquera al completo.

Si bien su repentino cambio de voz era un tema a resolver, lo que ocupaba la atención de Arlo era ver quién estaba tras esa puerta. Se levantó y salió de la cama con una facilidad y ligereza en el movimiento que también lo tomó por sorpresa, de la misma forma que uno se descoloca al tomar un objeto del cual se esperaba cierto peso y termina siendo más liviano. Era extraño, porque por un lado, no paraba de encontrar rarezas en si mismo, pero aun así no podía decir que se sentía ajeno a ese cuerpo. No era lo habitual, pero tampoco era incorrecto.

Ya de pie, llevó sus pasos hacia la puerta, tanteando a cada momento para no golpearse con nada en la oscuridad vigente. Estaba muy cerca de alcanzar el picaporte, cuando sus pies tocaron un bulto que se movió con violencia y se sacudió justo frente a Arlo, provocando un ruido que lo dejó sin aire.

_ ¡Aaah! ¡bicho!_ Gritó mientras caía hacia atrás para perder el equilibrio.

Muerto de miedo, se preguntó qué clase de insecto gigante era el que acechaba en la oscuridad, cuando unos lengüetazos en su cara lo calmaron. Al entender que se trataba de un perro, lo acarició, se levantó, y nuevamente caminó hasta la salida del cuarto.

El día afuera debía ser hermoso, porque solo con abrir la puerta, que daba a un interior, Arlo se encontró con una luz cegadora. Tardó un instante en adaptar su vista, y una vez que vio con claridad, se llevó uno de los impactos más grandes de su vida. El ambiente donde se encontraba era un living, pero no cualquier living. Uno que conocía muy bien. Era largo y tenía puertas que daban a varias piezas. La cocina estaba integrada, la única pseudo división que tenía era un desayunador que la separaba del ambiente principal. De espaldas a Arlo, se encontraba sacando la pava del fuego el hombre que lo había llamado. Cuando se dio la vuelta, Arlo pudo ver por primera vez en muchos años la cara de su padre.

_ Buen día capo, ¿cómo dormiste?

Arlo no pudo responder. Sacó fuerzas para saludar con la mano, y lo observó. Se veía joven y fuerte. Tenía una gran barba, y estaba vestido con su clásico traje de trabajo, y calzado con sus viejos borcegos. De repente, recordó todo lo que había vivido la noche anterior. El sueño, la mujer sin rostro, Iñaki, Ema, el limbo, los ángeles. ¿Todo eso había ocurrido en serio? 

Ante la pasividad de Arlo, el hombre llamó a alguien que le daría un saludo de buenos días más entusiasta.

_ ¿Y el perrito? ¿Dónde está el perrito?

Desde la pieza a oscuras salió el perro con el cual Arlo había tropezado, que corrió con torpeza a los brazos de su dueño y lo saludó con cariño, llevando sus patas delanteras hacia el pecho del hombre. Al igual que la casa y quién la habitaba, ese perro también formaba parte de los recuerdos de Arlo. Irónicamente, aquel al que había confundido en el cuarto oscuro con un bicho, era simplemente su perro, llamado Bicho.

 Contemplar la escena de su padre jugando con Bicho volvió a cubrir sus ojos de lágrimas, por lo que decidió mirar hacia las paredes, en donde solo encontró más motivos para emocionarse. Todo lo que había allí, en la quinta familiar, era un bello recuerdo de su infancia y adolescencia. Rápidamente, su pensamiento lógico lo atacó y reimplantó en él  la sensación de que podía estar soñando. Corrió al baño para lavarse la cara, pero antes de poder abrir la canilla, en el espejo encontró la respuesta a por qué, desde que se había levantado, sentía su cuerpo tan distinto, pero a la vez tan cómodo. Frente a él, se encontraba un Arlo joven, igual a la foto que estaba en el estudio del Arlo anciano. Todo lo que había vivido desde la noche anterior hasta ese momento era el colmo del absurdo. Pero a la vez era tan real, que internamente Arlo se sentía estúpido por seguir negando lo concreto y tangible de los hechos.

Del baño salió disparado hacia su pieza, rechazó un mate que le cebaba su padre y abrió las persianas. Cuando el cuarto se iluminó, vio sobre la mesita de luz una pequeña radio. Para realizar la prueba de fuego, la tomó y la encendió:

"Y estos fueron los clásicos del momento, en radio El Milenio, dónde siempre escuchas la mejor música. Cuando faltan diez minutos para las once de la mañana de este cálido 27 de febrero, te compartimos la lista con las mejores canciones de este principio de año. Porque el 96 arrancó con todo, y vos lo vivís con nosotros."

Arlo estaba perplejo, miraba la radio como si estuviera maldita. Quiso pensar que todo se trataba de una broma. Una gran, elaborada y compleja broma. Pero muy en el fondo, supo que no era una posibilidad. El locutor había sido muy claro al respecto. Faltaban diez minutos para que fueran las once de la mañana del martes 27 de febrero de 1996. Uno de los años más importantes en la vida de Arlo. No había despertado en un día cualquiera. Era un día antes de comenzar su quinto año de secundaria. Un día antes de conocer a Ema.

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Carla Quintana
por favor autor puedes hacer un capítulo donde salga su esposa Ema después de su muerte, me imagino que le afectó demasiado 🥲
TAMARA CRISTINA SAAVEDRA HUENUMAN
bueno creo que arlo en su primera vida si fue un hombre ahora da mucho que desear y no se merece para nada a ema... Creo que si ema ubiera sido la que reencarna las cosas ubieran sido distintas ella haria que arlo solo estuviera con ella y que arlo no estuviera con nadie mas que con ella creo que los hombres piensan distintos de las mujeres cuando aman..
TAMARA CRISTINA SAAVEDRA HUENUMAN
muy buena la novela aunque ojala arlo le cueste muchoooo ganarse a ema... Porque todo lo que uno hace en la vida tiene consecuencias y nuestro protagonista la cago es mas ojala se quede solo total ya supo lo que era el amor verdadero y por andar de suelto lo perdio....
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