Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPÍTULO 15
Después de guardar sus compras, sacó su teléfono y comenzó a llamar al idiota del abogado de Santiago, pero ni siquiera le repicaba. Entonces comenzó a llamar a Santiago, pero tampoco obtuvo respuesta.
Genoveva, observó su reloj y se fijó que eran las diez y media. Aún faltaban más de una hora para recoger a sus hijos. Ella no podía estar si dinero, había gastado el efectivo que tenía encima. Entonces decidió pasar por la oficina de su ex.
Genoveva llegó al lujoso edificio y sonrió, ella se sentía muy orgullosa de los logros profesionales de su amado. Si amado, porque ella aún lo amaba y lo extrañaba mucho.
Ella entró a la recepción y todo el mundo la veía con lástima. Claro si antes de todo ella era la pobre mujer abandonada con ocho hijos. Pero ella saludaba y sonreía a todos. Esos pequeños tesoros que todo el mundo veía como una carga. Ella los tenía como la mejor Bendición. Ellos eran sus ocho patas de araña que la sostenían y la llevaban a todos lados.
En el Consorcio Santibáñez todos la conocían, sobre todo por el inmenso cuadro que con su imagen que tenía su esposo en su oficina, por lo tanto, nadie le prohibió la entrada. Las órdenes del CEO siempre fueron claras. Su esposa tenía acceso directo a todas las áreas de la empresa. Y aunque se había divorciado, esas órdenes no fueron cambiadas.
Genoveva llegó al último piso y no encontró a la secretaria en su puesto. Entonces siguió de largo. Ella tocó la puerta y no recibió respuesta. Aunque escuchó un ruido, por lo que decidió entrar. Pero abrió la puerta muy despacio.
El corazón de Genoveva se contrajo. Santiago estaba teniendo sexo con su prometida. Ella estaba recostada del escritorio, mientras él la embestía abrazándola por las caderas.
Genoveva aclaró su garganta y Santiago se apartó de la mujer y comenzó a arreglar su ropa. Mientras Camila sonreía de satisfacción y la miraba inquisitivamente, como si esperara una escena de celos.
— Lo siento querida. Pero mi marido es insaciable —le dijo Camila, haciendo énfasis en “mi".
Pero para su sorpresa, Genoveva ni se inmutó. Ella la ignoró y caminó hasta la silla de enfrente del escritorio y se sentó con las piernas cruzadas.
— ¿Qué pasó con mi tarjeta y mi chequera? — le preguntó ella y Santiago abrió los ojos como platos.
En realidad, ¿eso era lo que ella diría? ¿Tan poco le importaba? Entonces él se sintió aún más dolido. No pudo evitar mirarla con rencor. Frunció el ceño, mordió su labio inferior y entrecerró los ojos. Terminó de arreglar su pantalón y se sentó frente a ella con las piernas cruzadas. Mirándola fijamente. Ella estaba hermosa, había aclarado el color de su cabello y tenía un descote en el que sus deliciosos pechos se asomaban.
Pero él estaba molesto y no debía estar pensando en eso.
— No lo sé. Te expliqué, que eso debes tratarlo con Pietro.
Genoveva tenía el llanto retenido en su garganta. Esta maldita imagen jamás saldría de su cabeza. Pero ella por fuera se mostraba indolente y desinteresada. Conocía muy bien a Santiago, sabía que estaba molesto. Pero a ella ya no le afectaba nada que viniese de él. Solo el dinero
—Si tu abogado no fuese inútil. Yo no hubiese venido aquí. Entonces llama al idiota. Porque no puedo estar sin dinero. Tengo ocho hijos que mantener — le dejo ella
Santiago seguía inmerso con ella en una guerra de miradas. Él sabía que ella no se iría sin respuesta. Entonces él envió a Camila a buscar al abogado. Aunque quería quedarse solo con ella.
Camila estaba negada a marcharse, pero el maldito abogado no respondía en su extensión interna, ni en su celular y ella era su asistente, por lo cual le correspondía a ella resolver esto, que obviamente había sido causado por ella.
Había convencido al abogado por medio de la secretaria de Santiago que había seducido al idiota a bloquear los accesos bancarios de Genoveva a la cuenta bancaria y, en cambio, asignarle una cuenta de empleado con un sueldo de ejecutivo de alto nivel. Entonces solo debía ir al Departamento de Recursos Humanos y retirar la tarjeta y la nueva chequera
Mientras tanto en la oficina del CEO
Santiago seguía mirándola fijamente, pero sorprendentemente ella se levantó y se acercó hacia él y lo rodeó en la silla, se agachó y le susurró en el oído:
— Es muy triste oírte fingir un orgasmo, en vez de oírte gruñir como el verdadero tigre que eres — le dijo con su sensual voz y le dejó un beso en la mejilla
Santiago trató de atraerla hacia él, pero ella lo esquivó en un rápido movimiento y soltó una pequeña risa traviesa.
— ¿Qué ocurre aquí? — preguntó Camila, al ver a Genoveva cerca de Santiago y a Santiago totalmente sonrojado e incluso lucia nervioso.
— ¿Me resolviste mi problema? — le preguntó Genoveva, ignorando su pregunta, mientras arreglaba su vestido como si hubiese estado haciendo travesuras.
— Si aquí tienes una nueva tarjeta y una nueva chequera, solo debes activarla — le dijo Camila extendiéndole el sobre y detallándola desde los pies a la cabeza.
Genoveva tomó el sobre y le guiño un ojo a su ex.
— Gracias, entonces me voy. Recuerda nuestra cita, guapo. Ah, y por cierto recuerda cepillarte los dientes antes de besar a tu mujer. No querrás, que ella estando embarazada te bese así.
Santiago abrió los ojos como platos, por el atrevimiento de Genoveva y no pudo evitar mostrarle una sonrisa seductora. Mientras Camila se acercó a él para golpearlo
— Eres un maldito desgraciado ¿Cómo se te ocurre, hacerme esto? — le preguntó Camila ahogada en llanto.
— Camila anda a trabajar y cuando llegue Pietro dile que venga — le dijo él ignorando su ataque de histeria.
Genoveva entró al ascensor y sintió su cuerpo temblar. Su corazón estaba llorando y ella estaba a punto de acompañarlo.
Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. El ascensor se abrió y ella salió rápidamente sin darse cuenta, se tropezó con alguien. Pero ella no se detuvo, solo se disculpó y continuó su camino.